Capítulo 9 "Nuevas sorpresas, un vestido muy sensual y una hermana"

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Estaba tan confundida y tan herida que solo quería escapar. No quería escuchar más mentiras o más verdades confusas, pero la corriente del rio de mis emociones no me dejaba escapar. Había comprendido que mi madre no tenía ningún sentimiento piadoso por mí, mucho menos amor, y durante muchos años me hice a la idea de que nunca fui reconocida por mi padre, tanto, que lo contrario no me hacía sentir mejor; "¡Yo podía vivir con la idea de ser una bastarda!" ¿Pero no con lo contrario?, no lo sabía. Yo sé que mi vida era como la de muchos jóvenes más que ruedan por el mundo. No era una historia nueva, sin padre y con una madre ausente. Sin embargo aquel ranchero tenía tanta razón en sus palabras, yo quería saber más, la verdad de mi historia aun que me negara a admitirlo.

En mis sentimientos más profundos dormía esa Flor, algo la estaba despertando, estaba resurgiendo de mí como un manantial que se creía seco. Mi maleta estaba llena de marañas que quería desenredar. Entonces comprendía que mientras viviera con ello jamás sería feliz o encontraría paz. Y aunque mi pena me hacía más fuerte y me litigaba más a la realidad, ya estaba cansándome de pelear contra mi destino.

Cansada de que en mi vida no existieran los sueños o las ilusiones a futuro, así que la razón me grito que no podía vivir más de mentiras, yo tenía que encontrarle un sentido a mi vida o jamás sería feliz en ningún lugar, ni siquiera volviendo al lugar que yo creía mi hogar, los Estados Unidos.

Fue entonces que aquella anciana llamada Francisca me tomo por el brazo y sacándome de un letargo de nostalgia me arrastro con ella, como un viento cálido que te obliga arrastrarte hacia otro rincón, me llevo a dentro de nuevo, fuimos hasta el enorme salón, estando de nuevo allí me pareció enorme. Nos paramos justo frente a un retrato, la vieja lo señalo con su mirada y yo le seguí el rastro. Era una pintura, el retrato de un hombre muy apuesto de ojos verdes y piel canela. Parecía tener una personalidad muy vivida y muy imponente, entonces supe quién era.

Nunca lo había visto, ni una sola foto, la sangre se me fue hasta los pies, ese señor era mi padre.

—¡Mira niña él es tu padre, tiene tus mismos ojos! —, susurro la vieja con una voz dulce y aterciopelada que tejió un hilo de paz que se hundió poco a poco en el corazón de Flor—. El color de tu piel, tu mirada es la de él. Era un hombre que vivió a medias sin ti mi niña, se pasó cada día de su vida pensando en ti, y hasta el día de su muerte no dejo de buscarte, cuando supo al fin te había encontrado, le basto solo ver una fotografía tuya para decir que ahora si podía morir en paz, te recordó con amor cada día de su vida.

Sentí un escalofrió en mi pecho al escuchar aquellas palabras y al ver aquel retrato que me sumergió en un tibio pensamiento, Si es verdad que no tenía ningún sentimiento a favor para aquel hombre que no fuera rencor, también era cierto que muy en el fondo no quería odiarlo, y que el parecido entre nosotros era mucho a pesar de ser él un hombre y yo una mujer. Visto desde esa perspectiva, podía darme cuenta porqué Nicole nunca me quiso. Siempre lo dijo: que yo se lo recordaba.

Creer, y escuchar que me amaba era imposible para mí, pues para mi desgracia solo podía existir en mí una explicación de su abandono. Una vida que se me había otorgado a la infelicidad de mi infancia hasta ahora, y la soledad que jamás creo haber merecido.

Al instante me llamo la atención un retrato más a la izquierda, era una mujer muy hermosa.

—Ella es tu ma-má grande, tú abuela, mi hermana... —, hablo con los ojos brillando y unas grandes motas blancas mientras estrujaba los hombros de mi amiga, como dando calor para despertarla de sus pensamientos, el contacto las hizo estremecerse.

Tenía yo a mi lado a un lazo de mi sangre al que parecía importarle mis sentimientos. Luego el retrato de una mujer que al observar mejor dejo mi rostro sin expresión, hasta que lo oculte con mis manos temblorosas para llorar de nuevo, pero ya no con rabia ni desilusión, si no con mucha pena y desolación de no haberlos conocido antes. Ya era tarde.

Flor Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora