Capitulo 11 "Leche de burra"

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-Anoche hubo un altercado muy desagradable, todos la hemos estado pasando mal y tú misma muchacha has estado sometida a mucho estrés -, declaro la vieja.

-¡Un mal entendido! -recrimino Carmela con vos grabe-. Anoche una desconocida nos insultó en nuestra propia casa y ahora se presenta ante nosotras como si nada pasara ¡Ojala ella también tenga una buena disculpa, Francisca!-. Carmela pensaba que encontraría una disculpa de la joven, se había planeado hacerle la vida imposible al igual que a la madre, pero estaba a punto de descubrir que esa estrategia sería un intento fallido e iba a esperar a que el mar se secara y callera ahogada en la nada. No conocía a Dalila y la flor espinosa que esta era cuando se defendía.

-La mala impresión la he tenido yo ¡señora! ¡Sí! ¡Tal vez la ofenda!, pero desde un principio me negué a venir a este lugar. Luego llego aquí y me entero que mi padre está muerto. Este señor me trae de nuevo a la fuerza... -señalo a José María con desdén- ...y ahora de la nada me llamo Flor. ¡Discúlpenme! Pero no soy una persona de malos entendidos, y si mi presencia le incomoda ¡Ese es su problema, señora! Como el mío seguir aquí aguantándome sus despectivas y petulantes miradas-, espeto, remarcando cada silaba con la misma arrogancia que la caracterizaba.

José María miro a su madrina con el desfiguro de una sonrisa nerviosa, y una mirada de: ¿qué'ubole?, y la vieja aprobó su observación con una fuerte inhalación del asfixiante oxígeno.

Carmela insistió en que seguía insultándolas bajo su propio recinto doloso y agrego:

-Y sigue siendo grosera y altanera. No creo que quiera congraciar con nosotras Francisca. Es evidente que Nicolasa la ha envenenado en contra nuestra y que además no le enseño modales...

-¡No!, no me enseño modales señora, pero la vida me enseño otras cosas... -el eco de esa amenaza le erizo la nuca a José María y al abogado, para ellos resultaba incensarías los ataques de Carmela a tan volátil fierecilla. Y no comprendían la tirria contra las extranjeras: si la madre había traicionado alguna ves a don Leopoldo, eso ya era agua pasada, y la hija, en todo caso, era víctima de aquella infamia.

-Seguro eres un fichita igual que tu madre... -, replicó sin siquiera mirarla, mientras se lleva bocado a la boca.

Mi amiga se alzó de golpe, encendiéndose como un polvorín, su carácter era así, volátil como el fuego, pretendía afrentarla y acabar con sus insultos, las miradas hostiles y burlonas, pero se detuvo cuando Francisca le alcanzo la muñeca, y así igual como un serillo pierde su fulgor, Flor Dalila perdió la intención mientras que Carmela alzó su rostro dispuesta a recibir el ataque de aquella mirada que la atravesó.

José María se tenso al extremo, presintiendo un ataque a su madrina por tal osadía, sin embargo ellos no conocían de nada a Dali' y no sabrían nunca nada de sus reacciones y sus razones.

Luego la misma Francisca le invito a sentarse nuevamente, llamándola Flor. A lo que la joven respondió con calma pero fría y consiente de su exaltación.

-¡Dalila, me llamo Dalila! Si se le hace muy largo puede decirme Dali'

"Dali", solo la llamaban sus amigos. Eso indicaba que la tía le agradaba, pensó Nicole, quien comía callada y aparentemente ausente.

Mientras tanto José María no dejaba de pensar que era una chiva loca: concentrado en mirar a todos lados, porque de frete haría colisión, era demasiada tentadora la figura de la joven que por un momento pensó que sí era el hombre más sano del mundo, pronto parecería diabetes con tanta impresión. Tenia la garganta seca, su cerebro le gritaba que solo era la hija de su padrino, igual que Arely y Humbelina o cualquier otra de las mujeres de esa casa, a las que tenía en un altar como inmaculadas vírgenes intocables, ni para pedir milagros se le cruzaban por sus fantasías, a excepción de Viviana, la nueva chica del servicio, que llevaba apenas dos meses trabajando allí, y ya le había insinuado su interés y él no se había resistido.

Flor Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora