—¡Cuando Arely te vea se va a echar los calzones a la cabeza! —rio con sorna la vieja.
—¿Por qué? —Se miraba al espejo con muecas de satisfacción. "Es coqueta" pensó la vieja.
—Por qué mi sobrina es muy... muy... muy... —tenía las palabras en punta de la lengua, pero no se atrevía a decirlas.
—¡Sangrona! —Dalila le dio la respuesta sin pensarlo y con mucho acierto.
—¡Bueno! —, rio la vieja —¡Sí! Pero no se lo digas, ella ya lo sabe...—Entonces seguro se molestara... es mejor que me lo quite... —quiso ser razonable, tampoco le gustaba usar lo de los demás. Ella habia tenido pocas prendas en su vida pero eran nuevas y solo ella las usaba.
—No, no, no, no, no... Si se enoja es mi problema y el suyo. Aun que si se enoja lo único por lo que se puede molestar es porque se te ve más... —penso, "sensualon" era la palabra que no quiso destacar— ...femenino. Y casi podría pagar por ver su cara... —se encamino feliz de su fechoría y rio como chiquilla haciendo una travesura—. ¡Te sienta perfecto! Eres de penca carnosa, y tu cinturita... así era mi hermana... —,dijo terminando de cepillarle el cabello que acicalo con mucho cariño frente al espejo.
Mi amiga no podía creer que dejara que una extraña le toca el cabello, pero se había parado allí tras de ella, con cautela y una dulce mirada con la que le había pedido de favor que le permitiera hacerlo, y no se pudo negar ante su cálida presencia.
—Ahora camina, que el caldo de pollo le está quedando a Mago como para levantar muertos.
—¿Muertos? —musito segura de no querer ni verlo.
—No, muertos no fue la mejor expresión —aclaró con seriedad.
De pronto tuve una especie dejabu mientras el perfume a violetas y almizcle de la anciana me invadía los sentidos, una combinación con alcanfor, aroma propio de las personas de su edad. Todo el ambiente que se formuló a mi alrededor me resulto una bella película que me sumergió en un momento de ensueño, luego bastaron segundos para presentarse ante mí una pequeña ilusión. Y se formularon nuevas preguntas en mi ser: ¿Habría sido feliz en aquel lugar? ¿Mi forma de ser sería más noble? ¿Yo sería una mejor persona? ¿Mi vida habría sido más fácil? ¡No lo sé! Él hubiera no existe, ya nada podría cambiar lo que la vida hizo conmigo.
En el comedor:
Dalila entro en el comedor de la casa con paso firme sobre el delicado bambolear de sus caderas y su melena, su cabello aleonado brillo como el bronce, una parte le caía sobre su hombro derecho en espiral, enredándose entre su brazo y la curva de su seno. La curvatura pronunciada de esas carnosidades brillaban sedosas ante la enérgica luz matinal que la baño entera, su rostro fresco pero levemente marcado por la decadencia de su organismo descuidado, parecía el linaje étnico de una raza antes desconocida, fruto de la desventura pasional de sus padres, pación que desbordaba ella misma y de la que no era consiente.
Nicole, la había visto sorprendía y con cierto orgullo, su hija no era de vestidos, pero aquel le sentaba más que bien.
José María estaba al fondo del comedor sentado en un costado, mientras Margarita parecía servirle el almuerzo, esta se detuvo en seco para mirar entrar a la joven, él siguió su mirada velada por la sorpresa, y tuvo que cabecear dos veces en esa dirección, primero porque no miro bien de soslayo y no esperaba mirar nada nuevo, luego porqué se sorprendió atraído por la concupiscencia de aquel cuerpo de tentación. No bacilo mas de un par de segundos en ello, se reacomodo en su silla y decidió clavar la mirada en su plato, mientras Margarita seguía a lo suyo.
El abogado Cecilio Mesa Leal sonrió con una leve mueca de satisfacción desde su posición en el comedor y pensó complacido que su tarea allí estaba dando pequeños frutos.
ESTÁS LEYENDO
Flor Sin Nombre
RandomFlor Dalila descubrirá el amor, la aventura, el narcotráfico y la venganza, una herencia y secretos dolorosos que la llevaran a descubrir su propósito en la vida. Flor salvará el amor aún que tenga que ir al infierno. Flor sin nombre: Es la histori...