3.

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Capítulo 3.

Merlín.

Abro mis ojos mirando el techo de la habitación de Ryder, el olor a brisa marina está ligeramente impregnado en las sábanas de su cama, pero no es nada en comparación al fuerte aroma que él desprende. Cierro mis manos alrededor de la almohada que sostengo sobre mi pecho. Parece que, si voy a tener que quedarme aquí por un largo período de tiempo hasta que alguno de mis hermanos se digne a venir a buscarme, mis abuelos armen algún equipo de búsqueda para dar conmigo o Haniel enloquezca y sea el más inteligente con Lys y me encuentren.

Giro el rostro encontrando a Ryder sentado con la mirada perdida y unas profundas ojeras debajo de sus ojos. Parece que durmió muy mal o simplemente no lo hizo, pero ¿por qué? No creo que fuera un gran estorbo en la cama, Aarik dice que soy comprensiva con los límites establecidos antes de caer dormida.

—¿Te moleste durante la noche? —le pregunto sentándome finalmente en la cómoda cama.

Gira el rostro y me mira. Sus ojos se ven de un verde muy oscuro.

—Yo no duermo, nunca. —gruñe con voz grave y ronca.

—¿Es muy entrometido de mi parte preguntar la razón?

Él me mira sin comprender.

—Deberías odiarme por traerte en contra de tu voluntad y hacerte dormir aquí, no estar curiosa por mis problemas para dormir Marlen.

—Sí, estoy molesta por estar aquí y al igual por dormir aquí, pero también con la ama de llaves al encerrarnos. —gruño entre dientes atando mi cabello en una coleta desordenada—. ¿Quién se cree que es?

Ryder gruñe.

—Todos los días lo hace, maldita vieja entrometida, un día voy a hacer que Scar se la cené. —respondo sonriendo, luego respira profundo. —Mira Pelín, si fuera por mí te dejaría ir, pero me temo que en estos momentos en Hemel solo eres una traidora que nos ayudó a escapar. Si te vas entonces me temo que los tuyos serán más crueles que yo.

Asiento mirando la brillante luz de la mañana. Aunque me cueste aceptarlo y realmente desee regresar a casa, no puedo hacerlo sin las pruebas contundentes que aseguren mi palabra, pero a juzgar por el efecto adormecedor que sentí con lo que usaron para dormirme, de haber guardias en ese momento, ninguno de ellos debe de recordar algo al respecto que me respalde.

—Tienes razón. —respondo finalmente desviando la mirada de la ventana hacia mis manos.

—Por supuesto que la tengo, siempre lo hago. —presume saliendo de la cama, no me da la espalda nunca. Bosteza y estira los brazos haciendo que sus músculos se contraigan y estiren.

Giro los ojos saliendo también de la cama escuchando como mi estómago se queja por algo de comida y miro la puerta.

—¿Ya abrió la puerta?

—Debería o va a correr sangre, y no estoy de humor para aguantar otro jueguito como el de anoche.

—Excelente, porque yo tampoco.

El león gruñe, él y Ryder comparten una larga mirada.

—Deja de joderme la paciencia, Scar. —se queja Ryder yendo hasta la puerta, la abre de un tirón. —Por fin.

Me apresuro a seguirlo de inmediato fuera de la habitación escuchando las pisadas pesadas del león detrás de mí y sin evitarlo, mis ojos miran con molestia a las sirvientas que identifico de ayer cuando terminé de cenar y les pedí amablemente que me dieran cualquier habitación en este gran palacio lujoso.

Un Reino de Llamas y PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora