5.

19 4 9
                                    


Capitulo 5.



Ryder.

— ¿Seguro que solo tiene una habitación disponible? —le gruño enfadado al posadero, es el colmo que solo haya una habitación disponible.

— Me temo que sí señor.

— ¡Pero no tiene baño! —me quejo aún más enfadado. Golpeó el mostrador, Merlín atrapa mi mano y me mira molesta.

—Cariño, solo será una noche. —me dice acariciando mi mano con su pulgar.

Abro la boca para seguir discutiendo, esto no se ha acabado hasta que consiga mi habitación con baño. Necesito un baño luego de volar por horas. Una mujer sale de la puerta y le susurra algo al posadero que suspira tranquilo.

—Tenemos una habitación con baño disponible.

—La tomamos, ya. —ordeno.

—Bien, señor pueden seguirme usted y su esposa. —murmura tomando un par de llaves que cuelgan y nos guía por las escaleras hasta el piso de arriba y luego se detiene enfrente de una puerta que abre, le entrega las llaves a Merlín. —Estas son las llaves, si necesitan algo nada más toquen la campana y vendrá uno de mis empleados para atenderlos, la cena se sirve a las ocho.

—Lo que sea. —agito mi mano en el aire.

—Muchas gracias. —la rubia le sonríe antes de girarse a abrir la puerta.

—Me daré una ducha. —anuncio sacándome la camisa, luego me alejo arrastrando los pies hasta el baño.

...

¿Porque demonios propuse hacernos pasar por una pareja casada? Ah sí, porque mi inexistente caballerosidad decidió aparecer después de muchos años y preocuparse por la rubia. En alguna parte de mi cabeza era buena idea para evitar que los ángeles nos encuentren de nuevo.

Salgo del baño secando mi cabello con una toalla, busco en la habitación a Merlín y me tenso cuando la veo agachada al lado de la cama buscando algo con el trasero levemente levantado. Me tenso recordando como hace unas horas estuvo sobre mi rostro.

— ¿Qué buscas? —pregunto rompiendo el silencio y tratando de sacarme de la mente su culo.

—Una pluma.

—¿Para qué quieres una pluma?

—Silencio Ryder. —gruñe metiendo su mano debajo de la cama y se sienta en el suelo cuando saca una pluma blanca.

Le devuelvo el gruñido, a mí nadie me dice que me calle. Furioso me dejo caer a su lado y tomo su barbilla con mi mano.

—A. Mi. Nadie. Me. Ordena.

—Lo que sea. —su mano retira mi mano de su barbilla y deja sobre mi palma la pluma—. Es para ti, cuídala.

Mi enojo disminuye considerablemente y miro la pluma blanca en mi mano y luego a Merlín sin entender.

— ¿Por qué me la estás dando? —susurro mirando fijamente a sus ojos verdes.

—Porque fuera de tu impaciencia y gruñidos, me agradas. —se alza de hombros restándole importancia.

Mi cola se menea con suavidad detrás de mi cuerpo y luego se enrolla con suavidad en su mano. Abro su palma y en suave brillo una pluma negra aparece en ella.

—Entonces toma una mía también.

—¿Por qué? —indaga mirándome con atención y sonríe.

Encojo mis hombros.

Un Reino de Llamas y PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora