13.

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Capítulo 13.



Merlín

Acepto el té que me entrega Stormy y me giro para mirar a Akila que se encuentra a mi lado con un brillo entusiasmado en sus iris verdes. Puedo sentir la emoción que se contiene en su cuerpo por la misma razón de mi felicidad: ver a nuestros padres.

—Merlín tú hermano es como una plaga. —se queja Stormy dejando con fuerza una taza de té enfrente de Akila. Lo mira mal. — Es el tercer día en la semana que viene a pedir té. ¿Es que no te da miedo que un día me resuelva y le ponga veneno de verdad, hombre molesto?

—¿Qué no era emocionante y querías que viniera a buscarte? —pregunta Akila y yo lo miro sobre la taza contra mis labios.

La bruja se gira, las estrellas alrededor de su cabeza parecen tener un leve movimiento donde saltan.

— ¿De qué hablas? —lo mira de arriba a abajo y hace una mueca.

Evito bajar la taza de mis labios cuando veo como la mano de Akila se posa sobre su pierna. Diosas, ¿qué tenía su té? Pero ni una probada le ha dado...

—¿No te gustaría practicar eso de montar? —vuelve a preguntar y su índice señala cierta área que de tener té bajando por la garganta, me habría ahogado.

Stormy eleva una ceja, una risa divertida se escapa de sus labios.

—Oh, deja de meterte en problemas angelito. —dice riendo, y para mi asombro se acerca y con fuerza su mano se envuelve alrededor de la garganta de Akila y lo empuja sobre el sofá y con lentitud se le sienta sobre el regazo. — ¿Aquí era? ¿O más arriba?

—Me atreveré a corregirte y decirte que más arriba tormentita.

Stormy se mueve rápido y se acomoda más arriba haciendo que Akila se quede quieto.

—Mhm, no me llames de esa forma. —ronronea y luego se baja de un movimiento. Ella se aleja tranquilamente contoneando sus caderas. — Tómate el té, anguila.

Miro a mi hermano con ambas cejas elevadas. Sí, estoy sorprendida, porque todo eso pasó ante mis ojos. Se supone que no debo de ser testigo de los coqueteos ardientes de mis hermanos, ¡es una ley entre hermanos! Diosas, el chico solo comienza a tomar su té como si nada de eso hubiese sucedido.

—Iremos el viernes a la Reserva para verlos. —me aclara cuando baja la taza de sus labios y yo no bajo mis cejas, sigo expresando la sorpresa que él ignora.

— ¿Así le llaman al lugar? —pregunta la bruja curiosa, acomoda los lentes oscuros sobre su nariz y luego toma un par de galletas en forma de cabezas. Deja dos en el plato de Akila y cuatro en el mío. —Qué nombre más raro, el orfanato en el que crecí se llamaba Barum, aunque era más conocido como Vertedero. Ahí iban todos los niños no deseados. —se encoge de hombros mordiendo una de las galletas, sonríe un poco. —Cuando cumplí diez saque a todos los niños y queme el lugar hasta los cimientos con las cuidadoras dentro. Eran unas perras.

—Se lo merecían. —añade Akila.

Parece que alguien estuvo haciendo su tarea.

—Siguen siendo nombres extraños. —comento comiendo por completo una de las galletas.

— ¿Por qué lo llaman Reserva? ¿Acaso los perfectos ángeles envían ahí a sus esclavos?

—Porque eso es lo que hacen, los caídos son enviados a la Reserva para ser obligados a controlar las minas y moverse por todo Guarrenclow para cumplir con ese deber. No pueden salir nunca, no tienen contacto con nadie del exterior y...

Un Reino de Llamas y PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora