El frío de tú corazón.

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Susan.

Abrí mis ojos con inmenso dolor, comencé a jadear y a sentir un dolor punsante y de forma constante en mi cuerpo. Abrí mis ojos pero estos estaba húmedos y picaban de forma terrible, mis manos temblaban por el dolor y todo mi cuerpo estaba apunto de desfallecer o algo parecido. Escuche el canto de algunas aves y demás sonidos silvestres.

Pasados unos segundo pude mejorar un poco mi visión, pude ver que estaba sobre la nieve y mis manos estaban atadas a un árbol. Me puse de rodillas, mis piernas manos... toda yo era demasiado para mi alma, pero si aun no muero quiere decir que puedo soportar un poco más de dolor. Respire profundo pasé mi vista por el lugar, mi instinto pudo sentir como estaba completamente sola... Pase seco y son pensarlo mucho me puse de pie.

Comencé a jalar las cadenas pero era inútil, ahora estaba muy débil. No podía librarme yo sola de esas cadenas. Pude ver la claridad del día, era un día hermoso comparado con lo que... paso... ¡Ayer!

¡Dios mío! ¡Elizabeth!

¡Elizabeth se quedo atrapada!

Inicie a jalar las cadenas con mucha fuerza, la que me quedaba... y la que no, la utilizaría. Tome la cadena con fuerza e intente romperla.

( flashback )

Maldita extraña.

Eres un fenómeno.

Los fenómenos están atados.

Los llantos de una chica de doce años, eran callados por una banda blanca que solo dejaba escuchar su desesperación entré, fuertes intentos por hablar.

La chica de cabello blanco fue atada a de manos a un árbol, sus ojos azules estaban tan opacados por sus lágrimas, que estos se oscurecian. Susan trato... pero sabía que si rompía esa frágil cuerda todos correrían. Huirian de ella.

El aislamiento de parte de sus maestros por ser tremendamente inteligente les hizo pensar a todos que ella un fenómeno, sus habilidades y fuerza podían hacer a todos huir con miedo de ella.

En los descansos era envíada a un pequeño salón... ¿Salón?, era casi una bodega... sus maestros la separaban del resto del grupo, muchas veces llegando a los insultos. Llegando a herir a una pequeña que no sabía que era lo qué hacía mal.

Y esa pequeña atada al árbol solo deseaba que no le tuvieran miedo...

Sí. Ella rompió el vidrio del auto de su maestra de ciencias. Ella quería salvar a la niña que por un descuido de la vieja bruja, estaba muriendo ahogada... Pero ella dijo otra versión. La que más le convenía a ella.

¿¡Y qué si ya había contemplado el suicidio!?

No importaba por que era tremendamente hacerla sangrar, sin contar que sus heridas cicatrizaban 59% más rápido que las de una persona normal.

Esa pequeña a la que ahora lanzaban comida, lodo y hasta recibía golpes de parte de todos... El temor era horrible... y la impotencia aun más.

¡¿Los maestros?! ¡Ellos al parecer eran ciegos! ¡Pero ella era una niña! ¡Una niña indefensa!, una niña rota... una que no pudo elegir su destino. ¿Pero quién si puedo?

Eso pensó Elizabeth. Una niña de once años con carácter de los mil demonios en ese momento, ella entró a una escuela privada donde las niñas hacistian 5 días y podían marcharse todo el fin de semana, sin duda su mamá pensó que la niña que jugaba con lodo a sus doce años, y que en segundos se volvía una pequeña violenta con lo que fuera, estaría mejor educada en una escuela donde se dirigían a la educación de las niñas. Aunque la escuela fuera mixta.

Grados bajo cero «Jeff The Killer»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora