Grados bajo cero «Jeff The Killer»

25. Seduce y venceras

Jeff.

Observé el cuerpo de Elizabeth estaba fría y pequeñas lagrimas salian de sus ojos, me es molesto verla llorar, pero ahora parece estar cedada. Supongo que su mente la controla de una forma extraña ahora.

Cuando veo que se levanta sin mareos, ni nauseas sé que a funcionado.

Observó la geringa que contiene la mitad de líquido negro que hace poco le inyecte. Me pongo de pie e intento tocar su espalda, antes de que suceda ella gira y toma mi mano con fuerza.

—¿BlackIce?—Preguntó muy serio y ella sonríe de una forma inhumana.

—Esa soy yo, cariño.

.

Caminamos hasta llegar a un lago. Este estaba algo congelado, pero a ella parecía no importarle.

Despacio entró al agua hasta sumergirse, yo solo me límite a esperar. Pasados treinta segundos volvió a salir con la misma calma. Ahora completamente empapada.

—¿Estas mejor?—Pregunté mientras veía como exprimia su blusa.

—Tener dos personalidades dentro tuyo es incomodo. Elizabeth estará bien mientras yo me mantenga estable. Así que entré más frió mejor
—Se giró para luego sentarse viendo al lago.

—Bien.

Suena como si dos almas compartieran un cuerpo. ¿El moderador hace a Elizabeth una bestia?

La analice y seguía quieta y con respiración muy pausada, su piel blanca con ligeros cristales de hielo con su cabello entre azul y negro profundo, su cara aun mostraba seriedad parecía como si siempre estuvise pensando en algo.

Por un momento me pregunte si estaría hablando con Elizabeth.

Sus ojos eran tan negros que parecían el profundo del mar, con pupilas dilatadas y cubiertos por un tono rojo, mejor dicho sangre. Igual que esta resbalaba por sus mejillas. Sus labios estaban casi morados por el frió y sus uñas ahora eran largas y afiladas.

Pero ¿Por qué se cabello se volvió blanco antes?

¿Y sus ojos?

Me acerqué y me puse de cunclillas detrás de ella acercándome un poco más, hasta que llegué a su oído.

—¿Puedo confirmar algo?—murmuré pidiendo permiso y ella no se movió.

Lo cual tome como un sí.

Pasé mis dedos por su cuello y quité su cabello con cuidado. La gema no estaba. Frunci el ceño y movi su blusa buscando entré sus hombros.

¿Dónde esta el moderador?

—Si te estorba... puedes quitarla.

Mi respiración se detuvo durante un segundo.

— ¿Quitar qué?—Vacile sabiendo a lo que sé refería

De nuevo sin respuesta.

Lo pensé un poco y la verdad es que, yo ya conozco su cuerpo. No lo he examinado, pero ya conozco sus curvas y atributos. Además es solo para saber cual es el punto débil de Elizabeth.

Rodé los ojos por lo infantil de la situación. Yo ya era un hombre, sabía controlarme. Levante la blusa de la chica evitando ser muy brusco, pero sin hacerlo despacio ya que no quería malas interpretaciones, ella la terminó de quitar levantando sus manos, dejando su cabello sobre su hombro izquierdo.

Tuve una mejor vista a su espalda pero tampoco se encontraba el moderador, me puse de pie y ella se recostó en la nieve.

—¿Qué haces?—Preguntó de forma fría.

—Busco algo. Algo que se supone no debería estar aquí—pasé mi mano por su cuello.

Se also hombros y siguió como si nada. Esto era algo incomodo. Bufé algo irritado y ella rió.

—¿Qué es divertido?—Pregunté alzando un poco la voz.

Ella se sentó en la nieve y me hizo un ademán para que me acercara, rodé los ojos y ella observó a los lados como si fuera a contarme un secreto.
Me puse de cuclillas a su altura y lo que pasó me tomó por sorpresa.

Se abalanzó sobre mi de forma fuerte en un intenso beso. Ella estaba sobre mi sostenienso mis manos sobre mi cabeza.

¿Qué diablos?

Lo peor es que no ejercía presión. Pero aún así me era imposible rechazarle.

Sus labios eran tan fríos que quemaban, pero... Me gustaba.

¡Que gran beso!

Cuando al fin respondí sentí en su paladar una gema pequeña y con algo de sabor a sangre.

¡La gema esta en su boca!

Se separó de mi y limpió sus labios, soltando las mías mientras seguía sentada en mi estomago, con una pequeña sonrisa.

—Solo debías preguntar—Me sonrió.

—Jacky, ¿esto es ver porno?—Escuché hablar a Toby.

¡Carajo!

—No. Para ser porno el hombre no debe ser el unico exitado.

¡Mierda!, le dirigí una mirada a Elizabeth y estaba, sin blusa, sobre mi abdomen y sonriendo de forma casi inocente... me siento un pervertido.

¿Pero qué no vieron que fue ella la que se abalanzo contra mi?

—Que bajo caíste the killer—Hablo Jack casi con decepción.

«¿The killer?»

Elizabeth se puso de pie dandoles la espalda mientras se ponía su blusa una vez más, yo la imite pero me dirigí hasta donde Jack y Toby.

—¿De qué demonios hablan?—Pregunte con enojo

—Bueno tenias a Elizabeth en tus piernas, y hace mucho que ninguno de nosotros pues...—Reía Toby.

—Habla por ustedes—se defendió Jack ambos riendo.

—De eso no hablo, idiota —Corté la explicación de Toby rodando los ojos ya con estres. —¿Jack?—Le pedí.

Él me extendió un periódico con la nota roja del día. Donde con letras grandes y rojas anunciaba "Jeff the killer, asesino suelto.

—¿Qué mierda es esto?—pregunté al ver una foto tomada de donde reconocí el cuarto de susan, donde yo escribí mi nombre.

Soy un idiota. Me golpeé mentalmente.

—Jeff debemos irnos, aunque no te conozcan aún corremos peligro aquí
—Habló Jack con un tono extraño ¿Preocupado?

—¿Irme? —preguntó de forma fuerte Elizabeth llamando nuestra atención —¡Yo no ire a ningún lado!

—Eso no lo desides tu—La voz de Jane llama mi atención. Me giró y la veo caminar junto a Slenderman.

Al llegar frente a nosotros todos guardan silencio esperando que él, hable primero para dar todo por hecho.

—No podemos quedarnos—Todos asentimos

Excepto Elizabeth.

—¿Pero y Eli...?

—Elizabeth puede quedarse —
Corta la pregunta de Toby.

Jane, Toby, Jack y él comienzan a caminar en una dirección que conozco, ¿Era tan fácil?

Solo debía irme...me dejaría por toda la gente que "quiere". ¿Aún cuando estos la abandonaron?

Una opresión en mi pecho me hace enojar. Es extraño pero quiero matar al idiota de Kam. ¿Qué acaso aun lo ama? Claro que si... ella nunca me quiso en verdad, solo quería jugar a la víctima.

Me giró y camino sin voltear a atrás.
Pude sentir sus ojos en mi espalda pero no me giré a verle.

—Fue un tormento conocerte, cariño.

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