13. Imperfectos.

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Elizabeth.

Pasado un momento, me ayudo a ponerme de pie bajo la sombra de un gran pino, ya el día comenzaba a nublarse y el viento cada vez era más helado.

— ¿No hablarás en todo el día? —Pregunto con reproche.

— Lo lamento... ¿Qué tal el trabajo cariño? — Dije con sarcasmo mientras me sentaba de nuevo, me costaba estar de pie mis piernas estaban tan débiles que me costaba andar.

Él  se mantuvo callado.

— ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —Murmuré.

—Diez días —Respondió de forma neutral.

—¿Y por qué no me mataste antes? —mis labios temblaban, no del frió necesariamente.

—Porque ese no ha sido el trato.

—¿El trato?

—Sí sobrevivías la noche, yo te daría un plazo de días para morir, ese fue el acuerdo.

Comencé a llorar, no quería jugar, no quería estar en ese lugar, y sobre todo no quería estar a su lado. Que Dios lo mandé al infierno, porque yo ya estoy en uno. Y aún no se acaba mi dolor.

— ¿¡Puedes dejar de llorar!?

— ¡No! — Grite y una vez más mi grito se agudizo de forma horrenda, escuche el como huían algunas aves.

Cubrí mi boca y luego limpie mis lágrimas.

— Eso es nuevo — Escuche como se quejaba.

— No sé que pasa conmigo.

— Estas... cambiaste un poco.

Me quede callada ¿Por qué no hablaba claro?

—Respóndeme, Sí mi detono es morir en tus manos,¿Por qué no me matas ahora? —suspire —¿Cuánto me queda de vida?

Otros silencio, más largo aun.

— ¿Dónde estas ahora? — Pregunte algo asustada.

— A tú lado.

— ¿Vas a matarme?

— Creo que esta vez se me adelantaron — Lo escuche reír de forma cínica.

— ¿Y te irás? — Dije ignorando su comentario.

— No lo sé...Ahora eres, diferente.

— ¡Deja de decir eso, yo soy normal!, solo que algo le paso a mis ojos.

— No solo a tus ojos, no eres no normal.

Pase mi mano por la nieve, cuando un recorrido eléctrico cruzo mi cuerpo, al instante sentí el caminar de algunas personas pero estas estaban muy lejos, de alguna manera lo sabía, al igual que sentí un frió abrumador, era como si la muerte estuviera jugando a mi lado.

Guíe mi mano hasta ese perturbador frió y sentí mi mano colocarse sobre los dedos fríos de él, sentía mucho miedo, todo el era oscuro. No sentí mucho al tocarle, solo un abrumador sentimiento. Su pulso era muy lento, pero no era por estar relajado; según su pulso el estaría en coma.

— ¿Cómo soy ahora? — Pregunte pasado un rato en el que ninguno de los dos hablo. Solo me dediqué a conocerlo, a sentir... esto era muy extraño.

— ¿Para qué quieres saberlo?

— ¿No quiero saberlo? —Le interrogue.

— Les darás miedo.

— ¿Qué?

— Lo que deseas es saber, sí les darás miedo a tus seres queridos, y si... los vas a aterrar mucho.

Me mantuve en silencio. ¿Tanto cambié? ¿En qué soy diferente ahora? Y quizá la pregunta más importante de todas seria, ¿Puedo creer en él? La respuesta era "No" pero las opciones eran menores a eso.

— Mis padres...

— ¿No son así? —Termino por mi,  de una forma retadora — ellos son humanos. Son bestias con algo de "civilización" ellos te hicieron esto. Siempre buscan la perfección, y ahora eres una imperfección en sus planos... ¿Crees qué tus padres te protegerán de ellos? — Respiro profundo — Suponiendo que ellos... en el mejor de los casos, te acepten.

— ¿Por eso deseabas matarme? — Pregunte sumergida en sus palabras.

Nunca antes nadie había dicho algo como aquello, yo ahora no encajaba... La civilización se encarga de destruir lo que no funciona, y él lo es. Estaba comprendiendo un par de cosas.

— ¿Qué? —Pregunto.

¿Por eso matas? —Reflexione — ¿Hicieron lo mismo contigo? — No intentaba justificar, para ser honesta no sé lo intentaba.

— Es muy diferente...

— No... ellos, te hirieron.

¿Ya hablaba de mi gente como "ellos"?

— Ese no es el caso, para ellos... tu y yo deberíamos estar muertos.

— Pero... no lo estamos —Comencé a reír de forma nerviosa. —Aun estamos aquí.

Grados bajo cero «Jeff The Killer»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora