9. Ajuste de cuentas

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Jeff.

Su mirada se perdió, no hacia ni decía nada, cuando la solté sus piernas flaquearon y cayó al suelo donde me observaba con sus mejillas completamente rojizas por los rastros de lágrimas que hacían su cara mucho más fría.

- ¿Quién eres? -pregunto con debilidad.

Su voz salio en un pequeño hilo. Estaba apunto de romperse.

Me acerque a ella y pude ver su débil y profunda respiración, coloqué mi mano sobre sus ojos y los cerré con suavidad, hasta ahora me detuve a ver como era su físico, era alta, de cabello azabache y piel trigueña. Sus manos estaban casi azules y su respiración era cada segundo más débil.

-¿Sabes? Ya pronto todo estará mejor - Le susurré tomando mi cuchillo.

Un viento helado corrió cerca de nosotros, y pude ver la luna en su pleno punto. Esa noche seria las más fría para todo el pueblo.

- Yo te salve la vida - Intento decir con claridad.

Mi expresión se enfureció. ¿Ahora de que hablaba la mocosa?

- No perdonaré tú vida -Le deje claro.

-No lo hagas -Pidió.

Intente examinar su cuerpo donde ya varios raspones y heridas estaban marcadas en su piel, sus mejillas estaban muy rojas por el frío. No entendía a lo que quería llegar. ¿Desde cuando negociaba? ¿Desde cuando esperaba a que una víctima me diera su autorización para matarle?

Pero es que ella tenía un punto muy valido. Y ese era que, ella en verdad pudo dejarme en la calle, y que muriera. Fue tan poco tiempo, sería imposible que ella pudiera haber planeado esto en diez segundos de presión absoluta. Pero si no era así debía creer que... ¿Acaso ella salvo mi vida sin pensar en las consecuencias que vendrían después?

Mi cabeza comenzó a doler un poco.

Algunos copos de nieve ya se veían con claridad en su cabello y sus mejillas, sus labios estaban pasando del rojo al azul.

- ¿A dónde quieres llegar, niña? - Pregunte con seriedad.

-Solo quiero vivir -Suplico. Tomo mi mano con delicadeza. - Quiero un plazo - Dijo en sollozos, - quiero hablar con mis padres, no los quiero abandonar de esta forma.

- Solo lo haces más difícil, para ellos y para ti - Le aclaré mientras soltaba su agarre y su mano caía al suelo.

- Por favor. - Insistió en suplica. Podía ver como su respiración se agitaba.

No me impresionaban sus lágrimas. No me importaba su familia. Ni su vida, pero debía admitir que ella demostró tener agallas. El como se aferró a su vida quizá sea porque algo es muy importante en su vida. Sin embargo, todas las personas han estado en su situación siempre es similar. Una mujer, hombre, adolescente o niño con motivos de sobra para vivir y con una vida que contemplar. No la admiro, pero debo decir que, esta chica me ha dado batalla... Creo que se lo ha gano.

Puse mi mano en su helada mejilla, estábamos en grados bajo cero a esta hora de la madrugada. Aun faltaban varias horas para el amanecer, y la madrugada siempre guardada las horas más frías.

Desvíe ma mirada y respondí su pregunta. - Sobrevive la noche, -Le propuse - ya has sobrevivido a mi. -Bese su mejilla y coloque mi mano en su mejilla izquierda, al intentar retirarla ella intento mantener mi mano en su mejilla, seguro seria lo mas tibio que recordaría el resto de la noche.

Ese beso, me recordó al beso de la muerte con el que Judas traiciona a Jesús. Pues aunque yo no fuera su asesino, lo había entregado a su verdugo: la fría noche, la cual hoy se llevaría una vida consigo.

Me puse de pie y me gire para comenzar a caminar.

Si pasaba la noche, yo le daría un plazo, si no era así, yo no mataría a mi oponente por la espalda.

Yo no soy un cobarde, y ella no es débil. Ambos estaremos a mano.

Me coloque sobre la rama de uno de los pinos, tenía una vista perfecta de ella. Este juego se acaba en unas horas.

Grados bajo cero «Jeff The Killer»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora