—Espero que estés lista rubia, porque en diez minutos estaré bajo tu casa.
—Sí, en diez minutos, me queda claro — digo con la voz ronca.
—Eso suena a que aún sigues en la cama.
—Aria — me estremezco entre las sábanas - Aún quedan dos horas antes de empezar las clases. Déjame dormir.
—Ni se te ocurra dormirte, me prometiste ir a la cafetería a ver a Matt. ¿Recuerdas?
Mierda, ahora me acuerdo.
—Sí, tienes razón, al menos dame media hora.
—Trato, en veinte minutos estoy.
—¡Aria!
No me da tiempo a contestar porque la muy pesada de mi amiga ya había colgado.
Me levanto de mi cama, echando de menos mis sábanas calentitas envolviendo mi cuerpo. Pero una promesa de amigas es una promesa y por desgracia tendré que ir dos horas antes de empezar las clases a una maldita cafetería para que Aria pueda babear por el chico que le gusta desde que empezamos el instituto.
Me dirijo al cuarto de baño para darme una ducha rápida y al terminar me maquillo un poco, poniéndome base y máscara de pestañas. Que parezca algo más natural.
Elijo algo simple para ponerme, unos vaqueros de tiro bajo y una camiseta de tirantes blanca que se ajusta a mis curvas. También lo convino con una chaqueta negra.
Por último me pongo mis botas favoritas y justo a tiempo porque enseguida escucho el timbre de mi casa sonar.
Me miro por última vez en el espejo para comprobar que no me falta nada.
—Mierda - me digo a mí misma — Por poco se me olvida — voy directa a mi mesita nocturna para recoger mi collar y ponerlo alrededor de mi cuello.
Nunca salgo a ningún sitio sin mi collar. A Es tan preciado para mí que me disgustaría perderlo. Fue un regalo de mi abuela y es lo único que me queda de ella.
El interior de este pequeño colgante trae una fotógrafa de nosotras dos juntas.
Escucho nuevamente sonar el timbre, el cual me saca de mis pensamientos. Y doy gracias porque no quiero ponerme sentimental en estos momentos y menos con una Aria cabreada por no estar a tiempo en la cafetería del chico que le gusta.
Recojo mi mochila y bajo de dos en dos las escaleras para llegar lo antes posible. Abro la puerta y me encuentro a mi amiga con los brazos cruzados.
—Hola — saludo amablemente.
—No perdamos tiempo — me agarra del brazo con sutileza y tira de mí.
—Al menos espera a que cierre con llave — hace caso sumiso y me dirige hasta su Seat León amarillo chillón.
En menos de veinte minutos ya estamos en la cafetería sentadas con nuestros deliciosos frappuccino. El mío con sabor a caramelo, mi favorito.
—No sé cómo lo hace, pero cada día está más guapo y sexi.
—¿Por qué no te acercas a él para establecer una conversación en vez de estar mirándole desde esta dirección? — por no mencionar la cara de boba que tiene y que no disimula para nada.
—Estás loca, que se acerque el sí quiere algo — se echa hacia atrás para esta vez mirarme a mí.
—Aria, está trabajando.
—Tienes razón, tal vez sería buena idea acercarse. ¿No te importaría que te dejara sola un momento?
—Claro que no, me quedaré aquí sola dando gracias a que la pesada de mi amiga ya no me habla de chicos.

ESTÁS LEYENDO
Kaden Reyes
RomanceSi me dijeran que describa con una sola palabra a Kaden Reyes te diría que es un engreído. Un engreído, pesado, odioso, estúpido, presumido, vanidoso, sobrado... pero también es atento, divertido, valiente, educado y sobre todo atractivo... ¿Quién d...