Capítulo 7

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Siento la adrenalina correr por mi cuerpo. Esto es completamente nuevo para mí porqué nunca antes había subido en moto.

Noto el aire chocar contra mis brazos desnudos y siento que voy a explotar de la emoción. Porque me encanta. Me encanta ir sin miedo y a toda prisa como si me fuera a comer el mundo, me encanta saber que en cualquier momento me podría caer, pero que de todas maneras sigo aquí, disfrutando del momento.

—Agárrate aún más fuerte preciosa.

Kaden.

Me he olvidado completamente de que todo esto está siendo posible gracias a Kaden. Voy en su moto, con su casco y rodeándolo por la cintura con mis brazos, y lo peor de todo es que no me molesta.

Me lleva por una carretera de montaña. No pasa ningún coche, solo estamos nosotros dos y un bosque hermoso a nuestro alrededor.

No sé cuánto llevamos viajando, pero me doy cuenta de que Kaden está frenando poco a poco la velocidad a medida que nos acercamos a una pequeña cabaña de madera aparcando la moto justo al lado de un Pino.

—¿Te ayudo a bajar preciosa?

—No te molestes.

Separo mi pecho sé su espalda y por un momento me siento fría, con necesidad de estar un rato más así. No le doy importancia y de un salto aterrizo mis piernas en el suelo y me las noto templando, seguramente por la adrenalina.

Procedo a quitarme el casco. O al menos eso intento, porque nunca antes he sabido como se hacía. Intento hacer varias maniobras, pero no puedo ver nada de lo que hago.

—Ven — miro a Kaden, él ya se ha quitado el casco mucho antes que yo, pero sigue encima de la moto — El truco está en estirar de esta cuerda — Kaden me coge de la tira de mis pantalones y me empuja hacia él — ¿Ves?

Sigo sin saber como lo ha hecho porque me he distraído con cada movimiento que ha hecho sobre mí. Me quita el casco lentamente y lo deja encima de su moto, acto seguido se baja de ella. Me rodea la cintura y me lleva hacia la pequeña cabaña.

—¿Dónde me has traído? — cada vez que nos acercamos más observo todos los alrededores.

Estamos en la cima de una montaña y se nota el frescor aquí arriba. Miro la cabaña de madera, es simple, no tiene nada en especial pero el simple hecho de ser rustica me encanta.

—Querida Alaska, te presento mi humilde hogar — le miro dubitativa — Compre esta casa nada más cumplí los dieciocho. Quería tener un lugar solo para mí — Kaden saca unas llaves y abre la puerta principal — Las damas primero.

Me adentro en la cabaña y me sorprendo al verla por dentro. Todo es tan pequeño, pero acogedor. Es una casa diáfana, tiene una chimenea al frente, con una televisión encima, pero no hay ningún sofá, solo hay una alfombra enorme de pelo. Al otro lado está la cocina con una isla en medio y subiendo las escaleras hay una cama, pero no logro ver más desde mi posición.

—Kaden — camino por los alrededores para observara mejor — Es preciosa.

—Me alegro que te guste, pero quiero enseñarte lo mejor y más importante — me coge del brazo y me arrastra hacia una puerta corredera que da a una terraza.

Me quedo boquiabierta y no logro creer lo que ven mis ojos. Las vistas desde estas alturas son espectaculares. Se puede ver la naturaleza completa y puedo distinguir los colores del otoño llegando. Veo como el sol cae dándonos distintos tonos entre el amarillo el rojo y el naranja. Es asombroso, es tan perfecto que no me puedo creer que todo esto sea real.

—Decidí comprame esta casa por sus visitas. No me importa lo demas, lo unico que me importa es estar sentado con un lienzo dibujando cada atardecer que aparece.

Kaden ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora