Capítulo 2

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Las primeras clases fueron eternas. Tomando apuntes y escuchando al profesor, nada nuevo. Al menos ahora teníamos descanso de media hora. Por lo que me dirijo a la cafetería para encontrarme con mi grupo.

Nada más entrar por la puerta principal me encuentro con Aria saludándome desde la distancia.

Me acerco a la mesa y ella me recibe con un fuerte abrazo.

—Te echaba de menos rubia.

—Aria, nos hemos visto hace una hora por los pasillos.

—No me sirve. Necesito estar toda la vida contigo — dice esto sin soltarse aún de mí — Creo que al final será buena idea casarnos - se gira esta vez en dirección de Linda y Rick, los cuales me saludan con la mano mientras le dan un muerdo cada uno a sus respectivas hamburguesas — ¿Qué opináis vosotros, os parece buena idea?

—No seas estúpida — consigo librarme de su agarre para tomar asiento en la mesa redonda. Escarbo dentro de la bolsa del McDonald's que está frente a mí — ¿Me habéis dejado algo?

—Sí, pero no te mereces comer nada por no estar en acuerdo con la boda.

—Aria, eres la menos homosexual de esta mesa - esta vez le responde Linda — Incluso Rick es más capaz de casarse con un chico.

—No lo niego — contesta él con la hamburguesa aún en la boca.

—Vamos a ver. En este caso estamos hablando de Alaska, cualquiera se casaría con ella — se levanta de golpe — Quien no se casara con Alaska Harris es porque le falta un tornillo en la cabeza

—Shh — le agarro del brazo para tirar de ella y que se calle, porque esto último lo ha dicho tan fuerte que la mitad de la cafetería nos está mirando ahora.

—¿Qué? Solo digo la verdad — agarra un brick de zumo de piña y le da un sorbo.

Hago caso sumiso y le doy un muerdo a mi hamburguesa. Me olvido de todos y en lo único que pienso es en lo buena que está. No sé qué le pondrán para que esté tan deliciosa, que incluso quieras chuparte los dedos.

Aria se pasa lo que quedan de minutos hablando sobre cotilleos del instituto. Que si tal chico se ha caído de las escaleras, que sí han pillado a no sé quien en el baño de chicas. O de quien es la nueva pareja central de la semana...

A mí no me importan mucho esas cosas, pero al tener a una amiga que se entera de todos los cotilleos del mundo y le gusta chismorrear es imposible callarle la boca.

Al sonar el timbre todos nos levantamos de nuestras mesas para marchar a nuestras respectivas clases y estar otras tres horas escuchando a una persona hablar.

—Aria, me acompañas a mi taquilla.

—Sí, con tal de perderme cinco minutos de la clase de filosofía — me rodea del brazo y me arrastra hacia la salida de la cafetería.

Llegamos a mi taquilla y Aria no ha parado de hablar sobre chicos durante todo el trayecto. Yo solo asiento con todo lo que dice y pongo los ojos en blanco cada vez que habla de sexo.

—De verdad Alaska solo te hace falta un buen polvo y luego me vendrás tú sin parar de hablar de chicos. De lo buenos que están, de lo bien que lo hacen... — Sonrío ante el comentario que acaba de decir y procedo a abrir mi taquilla.

—¿Qué cojones?

—Sí. Qué cojones, eso mismo pienso yo.

—No. Aria — señalo el interior de mi taquilla — mira esto.

Me hace caso. Se asoma para mirar el interior de mi taquilla.

—¿Libros?

—Sí, libros. Y no son míos.

Kaden ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora