Capítulo 1

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Fue lanzado con fuerza a la pared, su espalda se dobló dejándolo caer con dolor, puños y patadas era lo que veía, no podía distinguir rostros -bas… tardos, hijos de putaaaaaa -los golpes aumentaron -cállate demonio, muérete, muérete -el pequeño se cubría el rostro, se hacia bolita para evitar el máximo daño, estaba por desmayarse al recibir una fuerte patada en la cabeza, un zumbido comenzó a escuchar limitando sus oídos, pudo ver a un sujeto caer frente a él, un grupo nuevo de pies llegaron, era su campo de visión, comenzaron a arrestar a los sujetos que lo agredían, podía ver como fueron los aldeanos lanzados al suelo y sometidos, los esposaron, comenzaron a salir del lugar, se sentía mareado y confundido por el golpe. El rubio comenzaba a distinguir nuevamente donde se encontraba, un callejón oscuro y sucio.

El zumbido comenzó a irse, el pequeño pudo detenerse con sus manos en el suelo, de un lado veía rojo por la sangre, su cuerpo comenzaba a doler un infierno, la adrenalina comenzaba a bajar, su mente comenzaba a aclararse, pudo sentir una mano en su espalda, apretó el ceño, levantó con fuerza su brazo alejando la mano que lo tocaba, comenzó a distinguir la voz grave cerca de él, levantó su rostro débilmente bastante mareado, su gema azul y la otra roja por la sangre distinguieron a un anbu azabache, pudo ver sus penetrantes ojos onix a través de los hoyuelos de la máscara, ahora podía ubicar al dueño de la voz, era un capitán anbu.

-¿Te encuentras bien? -el rubio marcó el ceño, reuniendo fuerza se levantó recargándose en la pared tambaleándose como podía -si -el anbu lo vio con cuidado -es mentira, te llevaré al hospital -el rubio respiró hondo, logró recuperar fuerza y la compostura, endureció aún más su ceño -no digas estupideces, no iré, como si recibieran a alguien como yo, idiota -el anbu no decía nada, simplemente lo observaba caminar con cuidado, aunque algo desconcertado -te ayudaré con tus heridas -el anbu tomó su brazo para detenerlo, el pequeño soltó su mano con fuerza, acomodó su chamarra -no te la mamaré si es lo que buscas, lárgate y déjame en paz -el anbu abrió sus onix con sorpresa, lo dejó ir ¿a qué demonios se refería? lo observó como maldecía y se tambaleaba mientras avanzaba, respiró hondo, negó con pesar, ubicaba al chico y la vida de mierda que llevaba, no podía evitar sentirse mal por él, un compañero anbu lo alcanzó, ambos desaparecieron del lugar.

….

-Desgraciados, hijos de puta -sonrió con maldad, esto era una maldita guerra y ellos habían hecho su movimiento, seguía el suyo, lavó sus manos en el lago, comenzó a desnudarse lentamente por el dolor, se dejó caer como pudo, comenzó a flotar en su pequeño lugar, observaba el cielo, la luna era cubierta con una niebla espesa, hacía frío, pero él no lo sentía, no le importaba exponerse de esa manera, al cabo él no enfermaba, estaba perdido en su vista como para tomar conciencia, no podía evitar compararse con ese astro, la luna, su brillo cubierto por toda esa mierda que era su vida, una hora después de limpiar y lastimar aún más su cuerpo, salió del lugar, caminó con cansancio hacia una cueva oculta por ramas, la entrada era pequeña y poco visible, por dentro era del tamaño de una casa, no había problema, ahí no sería descubierto, sonrió, sacó de sus bolsillos dos billeteras con bastante dinero, lo sacó, observó qué más encontraba, la golpiza había sido por una manzana, los idiotas no vieron su botín real de ese día, guardó la mayor parte del dinero bajo una roca dentro de una bolsa, abrió su futón, se metió, mañana amanecería sano y su cuerpo dejaría de doler.

Su vida había sido una mierda, desde pequeño en el orfanato continuamente era lastimado por los adultos y compañeros, encerrado en un cuarto oscuro bastante seguido, hasta que no soportó más, escapó, no duró mucho cuando fue llevado frente al Hokage, quien amablemente le sonrió y le entregó un departamento, podía recordar como lo observaba, de una manera que le daba asco y escalofríos, en ese momento estaba feliz por recibir un hogar, así que ignoró esa sensación, por fin tenía una cama tibia para él y un lugar al cual llamar hogar, entró a la academia y fue instruído, aunque fue una maldita agonía, recibía obstáculos por parte de los maestros y bullying de la mayoría de los otros alumnos, para graduarse fue engañado, pero al final consiguió su banda y un jutsu nuevo. El día en que le otorgaron un equipo estaba feliz, se sentía dichoso, por fin ganaría dinero y por fin viviría libre, labraría su propio camino, algún día sería Hokage y todos se tragarían sus palabras y sus acciones, pero todo terminó ese mismo día.

Podía recordar como su adorado jiji llegó a su departamento, lo abrazó con cariño y le contó su fantástico día donde Kakashi los había aceptado. Le encantaba ser reconocido y felicitado, se dejó mimar en un abrazo por él, el anciano lo guió a su habitación, le dijo que se pusiera el pijama, él lo arroparía. El rubio sonrió emocionado, nunca nadie había hecho eso por él, se sentía feliz, se desnudó con rapidez y en boxer se metió en su cama, el anciano lo observaba con cuidado, lamió sus labios lentamente, se acercó a él observándolo con cuidado, en vez de colocar la cobija sobre su cuerpo, el anciano atrapó sus manos, lo giró boca abajo, el pequeño abrió sus ojos con terror, se sentía paralizado y aterrado -¿jiji? ¿Ji? ¿Ji? -el anciano comenzó a respirar en su nuca -Naruto-kun, debes pagarme todo lo que he hecho por ti -el anciano bajó sus pequeños boxer -no no noooo.. -el pequeño comenzó a gritar y patalear, lo presionó contra el colchón suprimiendo sus gritos, subió a su cuerpo, pudo escuchar como bajaba el cierre de su pantalón lentamente, gemía asqueroso el anciano, un dolor horrible sintió en su trasero, lo había penetrado sin preparación alguna lastimándolo demasiado, dolía como el infierno. Naruto gritaba y lloraba sintiéndose traicionado. El anciano entraba y salía de su pequeño cuerpo, podía escuchar sus asquerosos gemidos y resoplidos, podía oler su maloliente aroma, su miembro lo desgarraba, sentía como lo destrozaba por dentro, había perdido fuerza, había perdido todo, lo escuchó venirse y derramarse en su interior, el anciano gemía asquerosamente en su oído, el pequeño mordía su almohada con odio, se vengaría de ese hijo de puta, se vengaría, lo mataría -fue espectacular, como lo imaginé, no tengo que decirte que si hablas nadie te va a creer -cuando el anciano se largó lo había dejado tirado en la cama desangrándose, había desgarrado su ano, el pequeño se sintió vacío, había perdido su inocencia y su pureza, sintió que no valía nada para nadie. Media noche Naruto vio a la nada, se sentía sucio, se sentía una mierda. Un coraje enorme llenó su cuerpo, apretó sus puños con frustración, comenzó a razonar y ser lógico, endureció su rostro, se levantó cuidadosamente, sentía demasiado dolor, cayó en distintas ocasiones. Al final se arrastró hasta llegar al baño, se metió a la regadera bañándose con odio, quitándose los rastros de ese maldito vejete, lastimando su cuerpo por la rudeza en sus acciones, limpiaba obsesivamente su trasero y su espalda, cuando terminó salió de la regadera, comenzó a destruir todo a su paso, intentando sacar su coraje y frustración.

Calculador (Itanaru / Shikanaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora