Capítulo 34

2 0 0
                                    

-¡Holaaa! -Exclamó Manu entrando a casa. 

Edgar antes de que llegase, había borrado la marca y había guardado todo documento que había escrito. No estaba preparado para decirle sobre lo que estaba ocurriendo.

Se abrazaron en la entrada de la casa y se dieron un beso bastante largo. Esa noche, se prepararon una cena exquisita, una lasaña hecha por Manu y tragos hechos por Edgar. 

-¿Cómo la pasaste con el Tomi? -Preguntó el ruliento, luego se llevó un trocito de lasaña a la boca. 

-Super, solo que estoy notando que, de todas formas, le gusta pasar mas tiempo con la Fran y su familia. -Dijo algo decaído. -Trato de que esté concentrado en nuestras salidas pero se pone a llorar muy seguido. Con mis viejos es igual. Por cierto, mi mamá ya está más normal conmigo.

-Algo es algo. -Dijo Edgar finalmente. 

Siguieron comiendo y cuando terminaron, dejaron los platos sucios en la cocina y se sentaron en el sillón de la sala de estar para ver películas. Manu fue el primero en caer en los brazos de Morfeo, Edgar lo abrigó ya que se había puesto a llover y continuó viendo películas. 

De la nada, se percutaron disparos hacia el interior de la casa del ruliento. En un movimiento nato, Edgar levantó a Manu para ponerlo a cubierto detrás del mesón de la cocina.

-¡Edgar, qué chucha! -Gritó el menor. 

-¡Agáchate! -Exigió Edgar. Manu le hizo caso y permaneció en su lugar cubriéndose la cabeza con las manos. 

El ruliento fue capaz de movilizarse para poder tomar un arma y sacar un chaleco antibalas. Cuando los disparos cesaron, Edgar pensó que lo mas probable es que estuviesen recargando, así que corrió hasta el menor y le colocó el chaleco. 

-Te amo. -Dijo el mayor, luego lo besó en los labios. -Cuando te diga corre, corres hacia el patio trasero  y corres lo mas lejos que puedas. Júramelo. -Edgar le estaba mirando fijamente a los ojos. 

-¿Pero, y tú? -Dijo el rubio, totalmente en shock.

-Tú... Corre cuando te lo diga, por favor. -Rogó el ruliento. Lo único que recibió fue la mirada triste de Manuel. -En mi mesa de noche, te dejé unos papeles, en caso de que yo no esté, tienes que leerlos. 

-¿Cómo?

Edgar se levantó y miró hacia la entrada de la casa. Dentro de casa, había una pared que daba a la puerta de entrada,

Sabía que esa quizás era la ultima vez que se verían, le lanzó un beso y le quitó el seguro a su arma. 

-Corre. 

Manu dudó de si correr o no. Pensó en que debía proteger a ese hombre a toda costa, tal como le había enseñado pero también tenía familia detrás. 

Soltó unas lágrimas antes de echarse a correr hacia el patio trasero, corriendo lo más lejos que podía, tal como le había pedido el ruliento. E inmediatamente luego de tocar el pasto, los disparos volvieron a  atravesar la casa de Edgar.

Manu se detuvo para darse la vuelta y ver si en algún momento saldría el ruliento en su búsqueda. 

-¡Eddie! -Gritó. Y no obtuvo respuesta.

Las balas se detuvieron y Manu comprendió una cosa.

No volvería a verlo jamás.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 17, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Amantes de los autos [EdYelo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora