Ya llevaba dos semanas, Fran lo tenía al tanto y se llamaban en videollamada para que Manu pudiera ver cómo estaba Tomás.
Habían días en que Edgar no estaba en casa, decía que iría a ver negocios y pronto regresaría, pero la verdad era que siempre volvía cuando Manu estaba durmiendo.
Uno de esos días, Manu le dijo a Edgar que estaba viendo algún trabajo para subsistir, pero el ruliento se negó de una manera extraña.
-Mira, acá hay pega de mecánico, en volá' me sirve. -Dijo Manu, quien estaba sentado en la cama de Edgar con un notebook en sus piernas. Edgar se acercó y le cerró el pc. -¿Qué te pasa?
-No es necesario que trabajes, ya tengo todo planificado. -Le dio un beso en la frente mientras se ponía una chaqueta para salir.
-¿Okey? -Dijo el menor, completamente extrañado. -O sea, me estai' diciendo que no puedo trabajar.
-Básicamente. Dime cuanto te sale la bencina y te mando plata. Hoy hay una junta a la noche cerca del río, vayamos en los dos.
-Ah, bueno. -Simplemente no quiso comenzar una discusión, le ponía nervioso pensar en que si se enojaba, lo echara de ahí. Y estaba muy claro de que no tendría otra salida que devolverse a Santiago.
Su padre fue el único que lo estuvo llamando en todo ese tiempo. Según él, su madre seguía enojada de algún modo. Pronto se sentiría solo, inservible. Temía que todo terminase en una depresión como la que terminó con la vida de su hermano menor hace unos años atrás. En ese entonces, se culpó de no haber estado para él pero si él terminaba igual, no tendría a nadie, sólo le quedaba seguir por su hijo y no estaba seguro si realmente sería una buena razón para seguir existiendo.
Decidió que conocería la ciudad para poder ubicarse solamente. Luego llegaría a casa y se pondría a ordenar algunas cosas en el walk-in closet.
Mientras arreglaba un cajón de corbatas, una bolsa transparente con un contenido blanco cayó al suelo. Se agachó y lo tomó.
-¿Qué weá? -Acercó el sobresito a su nariz y de inmediato unos pequeños granitos le quemaron en sus fosas nasales. -¡Qué chucha! -Trató de limpiarse con su antebrazo y luego fue a dejar el sobre en la mesa del comedor.
Ahora estaba preocupado. Según Manu, jamás había visto un actuar extraño en Edgar, algo así como un comportamiento extraño. Solo le parecía extraño cuando no estaba en casa por algunos asuntos que nunca le decía el ruliento.
¿Realmente estaba metido en esos asuntos?