Capítulo 11

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Durante la clase estuvo inquieto, su alfa estaba inquieto, no sabía que sucedía pero por alguna extraña razón tenía un mal presentimiento, solo quería que el estúpido timbre sonara dando aviso del termino de la jornada y salir disparado hacia la salida para reunirse con su precioso omega, besarlo e irse juntos a su cabaña.

—Mikey ¿Estas bien? Te noto ansioso —Preguntó a su lado Kokonoi, extrañado por el comportamiento de su amigo, agregandole que su aroma era mucho más fuerte, inundando la sala de el.

—No lo sé, mi alfa está nervioso y tengo un mal presentimiento.

—¿Crees que tu mal presentimiento esta relacionado con Hanagaki?

El rubio pensó un momento y le dio la razón a su amigo, desesperandose aún más.

Cuando la campana se digno a sonar Sano guardó todas sus cosas amontonadas en su mochila con prisa.
Salió corriendo hacia la salida y miró a su alrededor sin ver al omega, olfateó el aire sintiendo el aroma de este. Era muy débil pero estaba, lo que significaba que Takemichi había estado ahí.

El alfa puro comenzó a preocuparse a medida que pasaba el tiempo, supuso que el pelinegro estuvo ahí y que fue a comprar algo mientras esperaba a que el saliera. Pero nada, ya llevaba más de 20 minutos ahí parado sin saber que hacer.

Sacó rápidamente su celular de los bolsillos y marcó llamando a Koko, podría llamar a Seishu o a Chifuyu ya que estos al ser sus mejores amigos debían tener información de su paradero.

—¿Hola? Mikey, ¿que sucede? —Agradeció que su amigo tenía en teléfono cerca a toda hora contestandole rápido.

—K-Kokonoi, tenias razón... Takemichi, él no está, lo trato de llamar pero no responde. Él estuvo aquí pero ya pasaron mas de 20 minutos y no hay ninguna señal —Habló entre tartamudeo desesperado.

—Mierda, Mikey, voy para allá le preguntaré a Seishu si es que sabe algo, por favor quedate ahí y trata de calmarte ¿Si?- El rubio hizo un sonido de afirmación antes de cortar la llamada.

Se sentó en una de las banquitas del lugar tratando de calmarse y pensar con la cabeza fría.
Cosa que le resultaba bastante difícil, sabía que Hanagaki no se iba sin avisar, si hubiera vuelto a su casa por alguna emergencia o algo así, le hubiera mandado un mensaje o llamado, pero este no era el caso y no quería pensar que le pudo haber pasado algo malo. Esta tratando de engañarse a si mismo y pensar positivo, tal vez el menor aún no salió de la universidad, puede estar estudiando en la biblioteca, si era lo más seguro.

Manjiro se levantó y se adentró a la universidad, mirando cada pasillo con atención por si veía o sentía algún rastro o signo de que su rositas seguía en el lugar.

De repente iba pasando por uno de los pasillos, su buen olfato captó el aroma de vainilla, rosas y caramelo, al reconocer el delicioso aroma no dudo en seguirlo a paso veloz, casi corriendo.

Se extrañó al ver a donde le dirigía el olor, el patio trasero era un lugar que el omega no frecuentaba, su mal presentimiento creció cuando no sólo el aroma dulce de su omega se encontraba ahí, sino dos más, uno de ellos le pareció desagradable, al parecer una mezcla de limón y pasto indicando la presencia de otro omega. Pero le preocupo de sobremanera el otro aroma, este era de pino y café perteneciente a algún alfa.

Se paró en el medio de la cancha y miró a su alrededor histérico, hasta ahí llegaba el olor de su pelinegro, pero no había señal alguna de él, en cambio los otros dos aromas siguieron hacia el bosque que se ubicaba detrás de la universidad.

Cayó de rodillas en el pasto de la cancha, trató de calmarse y pensar. Sabía que si entraba en pánico y atacaba a todos no llegaría a ningún lado. Trato de enfriar su mente y sacar alguna conclusión.

Mi Omega Especial → Mitake ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora