Capítulo 12: Recuerdos

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Annie:

Aun recuerdo como si fuese ayer el momento en el que entre por esa puerta, las luces del local causaban mareo y una gran ola de chicos de nuestra edad bailaban y gritaban a unisono. La música resonaba tan fuerte que apenas se escuchaba cuando intentabas hablar con otra persona, y mis "mejores amigos"se habían escabullido por el lugar.

-¡Estas muy bonita!-grito Kai a mis espaldas.

Al voltearme me parecío demasiado guapo con aquella sudadera negra y esos pantalones apretados con un agujero en la rodilla. Era mucho más alto que yo, su singular cabello rojo sangre destacaba sus ojos marrones y su rostro bastante espectacular.

-¿Quieres algo de beber?-me extendío un vaso que acepte a pesar de que no me gusta beber.

-No tomo alcohol- le dije señalando el vaso color rojo.

-Es coca-cola, la traje para tí en cuanto te ví llegar- me parecío un acto demaciado caballeroso, no dude en bebermela de una vez.

-Gracias y ¡Felicidades!- Sí era su cumpleaños, lo había olvidado totalmente.

-Que linda-un chico al perecer demasiado borracho choco con el y se dirigío hasta mi vomitandome encima del vestido blanco que llevaba.

Por el rostro de Kai era más que evidente que se quería morir, yo simplemente llacía inmovil con los ojos cerrados. El olor era mortifero, no me quería imaginar como se vería al abrir los ojos.

-¡Eres idiota tío, largate!- Kai le gritaba al chico que se disculpaba a duras penas.

Termino tomando su brazo y sacandome del lugar, el local estaba debajo de un edificio. Me llevo a un departamento, fue un alívio dejar de sentir aquellas bocinas retumbar en mis oidos.

-Lo lamento tanto Annie, no debí invitar a ese tío es un estupido-se paso la mano ppr el rostro enfadado-toma un baño, puedo prestarte una sudadera y pantalones para que cayas a casa.

Acepte y entre al baño para vestirme, el departamento era bastante acojedor, no habían adultos y según los comentarios del colegio el vibía solo. Mi vestido estaba arruinado lo lave aguantando el monton de arcadas que me producía el olor. Una vez limpia salí envuelta en una inmensa toalla, a pesar de que no se me veía nada me sentía expuesta ante sus ojos.

-Puedes ponerte esto- coloco una sudadera blanca y una pantaloneta del mismo color sobre la cama.

-Podrías voltearte- susurre.

-¡Claro!- se volteo dandome la espalda para que pudiese vestirme, en el baño no podía era demasiado incomodo.

La sudadera me quedaba enorme, los pantalones se me ajustaban bastante bien, el era mucho más delgado que yo.

-Te quedan mejor que a mí- dijo volteandose mostrando un leve sonrojo en las mejillas, era mejor para mí no hacerme ilusiones y pensar que era producto de mi imaginación.

-¿Te parece mejor si nos quedamos aquí? Puedo poner una pelí, tengo chuches y una cama bastante amplia- propuso de repente, la verdad no me apetecía volver a aquella ruidosa fiesta.

Termine aceptando, "Ponyo" es una de mis películas favoritas y verla en compañia se sintío de lo mejor. Trajo cheetos, gominolas y coca-cola.

-Esta buena la coca cariño- su tono no me gusto, su mirada menos. Ya no se mostraba como el chico lindo y tierno de siempre, era diferente.

Me comence a sentir mareada y repentinamente mis ojos se cerraron de golpe. A la mañana siguiente me desperte por la insoportable insistencia del sol que se colaba por la ventana. Me sentía diferente, entre mis piernas dolía, ya no tenía la sudadera ni el pantalon. Estaba totalmente desnuda y despeinada, me dolia trodo el cuerpo. Al colocarme delante de un espejo pude verlo, tenía marcas de moretones y mordidas. No lo pense dos veces y salí de aquel lugar como una loca. Al llegar a casa mis padres no estaban haci que me puse el uniforme y me dirijí a la escuela, no me preguntaron al llegar en la tarde porque se suponía que estaba en casa de LiLa. Después de eso los días pasaron y por alguna razon me retraí con la gente, sentía que algo había pasado pero no recordaba nada. Estaba en un turno de deportes cuando el aparecío.

Un Gillipollas En OxfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora