Un alfa y un omega

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Desde que tiene memoria Harry siempre odio los  hospitales, probablemente porque desde que tuvo uso de razón se la pasó visitando estos mismos, primero por haber nacido de manera tan prematura y después cuando el cáncer atacó a su madre e hizo que la única memoria que tuviera de esa mujer era verla en una cama acostada mientras apenas le podía sonreír, y recordando que había sacado toda su imagen a aquella omega de cabellos castaños y ojos tan verdes como los suyos. Ahora de nuevo, volvía a visitar ese espelúznate lugar al ir a ver a su padre (porque ni con la cara tajada había querido ir a un doctor, prefirió que el medico fuera a su casa) por su padre y ojala nunca hubiera tenido que hacerlo.

Nunca había visto a su padre, en ese estado, tan débil, tan callado. Él estaba acostumbrado a ver a Norman mandado de aquí para allá o gritándole a uno que otro empleado así como creando cosas, por eso mismo no lo pensó mucho al entrar corriendo a la habitación de su padre y quedar de rodillas a un lado de la cama de su padre, mientras tomaba su las manos ya temblantes del Osborn, entre sus ojos podía ver como la conciencia de su padre luchaba por permanecer en ese lugar, junto consigo.

- Emily...-Apenas pudo murmurar Norman, mientras apretaba la mano de su hijo y veía aquellos grandes ojos verdes y cabellos castaños que eran tan iguales a los de su difunta amada, creyendo que por fin ya estaba con ella.

- No, papá. Soy Harry -Harry tuvo que apretar los labios para no reprimir un sollozo y veía como su padre apretaba los ojos como si tratara de razonar toda esa situación- Estarás bien, papá. Yo...

- ¿Harry? -Dijo el alfa dudosa, apretando de nuevo los ojos y llevándose una mano a la cabeza, sabiendo que tendría una horrible jaqueca. Abrió los ojos como si fuera la primera vez que lo hiciera en ese rato- Harry, Dios santo, ¿Qué te pasó en la cara?  -Dijo haciendo una mueca y llevando una mano al rostro ahora ya mallugado de su hijo.

- Oh -Harry por poco olvidaba ese pequeño detalle- No importa, tuve una pelea, lo siento yo...

- No te disculpes -Bufó el alfa acomodándose en su cama y poco a poco reincorporándose a su nueva realidad- Los Osborn no nos disculpamos -Dijo como el viejo necio que sabía que a veces era.

- Papá...-Bufó Harry, rodando los ojos y sonriendo un poco al saber que ya tenía de a poco a su padre de vuelta- Como dije, eso ya no importa, en cuanto podamos te sacaré de este hospital de cuarta...

- ¿Y tú cuando te internaras? -Preguntó casual Norman, como si fuera la cosa más normal del mundo y tomaba el periódico que estaba en la mesita de noche de su cuarto, queriéndose poner al día con todo y como si eso hubiera hecho todo ese tiempo.

- ¿Disculpa? -Preguntó el omega algo ofendido sin entender nada.

- El tiempo no pasa en vano sólo para mí, Harry -Dijo Norman ahora sin despegar la vista de su periódico y tocando el botón para que viniera una de las enfermeras- Lo has notando, ¿verdad?

- ¿Él qué? -Preguntó Harry empezando asustarse de todo eso y prefiriendo internamente que su padre no hubiera despertado.

- Los temblores, los dolores de cabeza, los cambios abruptos de personalidad, el temblor en tus manos...-Dijo con obviedad señalando las manos ahora temblorosas de su hijo- Es la maldición Osborn, hijo. Todos la tenemos -Dijo con naturalidad y recibiendo con una sonrisa el té que le había traído la enfermera- El problema, es que, siempre haz tratado de ignorarla.

- Viejo loco -Gruñó Harry, ahora sí, verdaderamente enojado, enojado con todos a su alrededor porque ahora parecían saber más de él que él mismo- ¿Despertaste sólo para decir locuras?

- Y ahí está nuevo -Dijo Norman con una sonrisa burlona, señalando a su hijo- Niño inestable.

- Viejo demente.

You belong with meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora