Hormonas

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Cuando Sam conoció a Lucifer y le dio el sí no sabia lo que se venia en camino, aunque todo el mundo se lo advirtió. Claro que Lucifer tenía sus defectos, pero ¿Quién, no? Y en ese momento de su vida era un chiquillo tonto y enamoradizo. Sin mencionar el hecho de que era el único beta de su familia. Le agobiaba serlo, en todo su árbol genealógico era el primero en romper el patrón de omegas y alfas que todos sus antecesores tuvieron.

No era normal y nunca se había sentido normal aunque su hermano siempre le decía que agradeciera haber nacido beta y no un omega como él. Siempre alegaba diciéndole que se ahorraba muchos problemas y dinero en supresores. Así que no debió de extrañarle a su familia que de un día para otro empezara a salir con Lucifer.

Un alfa.

Su alfa.

Alguna vez eso lo dijo con orgullo y presumía la marca en su cuello que ahora sólo era una fea cicatriz de lo que alguna vez fue toda esa relación que se fue a la mierda en tan sólo cuestión de meses. Las cosas empezaron a volverse turbias cuando se mudo con él, estaba enamorado o al menos eso pensaba, pero sabía que ni todo el amor podría salvar la mierda que se estaba volviendo su relación. Lucifer se enojaba más de lo habitual. Era celoso y posesivo, y la verdad sea dicha Sam Winchester nunca había acatado las ordenes de ningún alfa, no había permito que ni su padre le gritara mucho menos Lucifer.

Su departamento que en algún momento creyó un Edén se convirtió en un campo de guerra donde todo era gritos y cosas rotas, reclamos sin sentidos, celos no justificados, de ambas partes. Sam sabia que tampoco era una palomita blanca. Más gritos, amigos olvidados por estar muy ocupados gritándose el uno al otro, cosas rotas y luego un primer golpe que le costó a Lucifer todo un mes sin saber donde estaba su meta, pero al final Sam volvió, siempre volvía. A pesar de los insultos, maltratos y golpes, siempre volvía.

Siempre le daba el sí a Lucifer.

Luego cuando las cosas estaban medianamente bien, ocurrió. Sam sabia que el embarazo era una posibilidad, pero una posibilidad muy baja tratándose él de un beta, pero al final de cuentas su pareja era un alfa en todas sus reglas, debería más bien asombrarlo no haber quedado preñado antes.

Quería a Lucifer, claro que lo quería, pero lo quería tanto que dolía. Lo quería tanto que se quedaba sin amor para él y no sabía si quería a su futuro cachorro en un ambiente como ese.

Los primeros dos meses lo mantuvo en secreto, no es como si el alfa estuviera muy al pendiente a decir verdad y las cosas iban demasiado bien para soltar algo como eso aunque en cuestión de nada su vientre lo delatara. Sin embargo, Sam no tuvo nada que decir un día en el volvía de su trabajo de medio tiempo encontró a Lucifer con su prueba de embarazo y todos los chequeos que se había hecho hasta hora con el médico que guardaba en un folder con las letras ¨Jack¨ escritas.

Hubo gritos, insultos, palabras hirientes y también lagrimas por parte del beta.

¨Creí que la única ventaja de salir con un beta era evitar esta mierda¨

Escuchó decir en uno de sus arrebatos de ira junto con más cosas hirientes.

¨Te vas a deshacer de esa cosa, yo te dejé muy en claro las cosas cuando empezamos esta mierda¨

¨ ¡Estas loco! ¡Es mi cachorro y también tuyo si no lo recuerdas!¨

¨Pues no lo quiero así que mejor ve pensando en que vas a hacer porque yo no haré nada¨

Ese momento fue el único en el que Sam flaqueó.

¨N-no puedes hacerme esto...Tengo tu marca...Si trato de tener al cachorro sin ti, lo más probable es que...¨

You belong with meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora