El cuento del señor doctor.

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El poblado era víctima de una epidemia, cada vez más personas eran víctimas del raro mal. Permanentemente entraban nuevos enfermos, de este mal a la oficina del recién graduado médico, aún estaba en las prácticas. Al verse desbordado por la enfermedad, pidió auxilio a la ciudad vecina, era lo único que podía hacer.

La ayuda tardaba en llegar, mientras los habitantes que estaban sanos, lo intentaban auxiliar, con el cuidado de los enfermos, hasta el punto en que todos enfermaron excepto dos niños de aproximadamente diez años, y por supuesto él. Estaban siendo víctimas de los clásicos sucesos de los cuentos de terror largos.

Los pacientes no fallecían, porque continuaban comiendo normalmente, pero perdían peso de forma alarmante, por lo que no tenían energía para salir de la cama. El otro síntoma era que se tornaban de una palidez espectral, tornándose su piel a un color cetrino y muy pálido. Pero todos los análisis salían con valores normales.

El galeno, muy confundido, trataba arduamente de encontrar otros indicios o síntomas que le dieran luces sobre la rara enfermedad. Pero sus recursos eran pocos, lo que limitaba su capacidad para diagnosticar a los enfermos. Intentó con todos los tratamientos que se le ocurrían, pero no lograba ninguna mejora en ninguno de los pacientes. El joven desesperado salió del hospital, atestado de pacientes, y comenzó a lamentarse en voz alta.

En la plaza del pueblo, se lamentaba a gritos, pues todos los habitantes estaban en el hospital, allí estuvo durante horas, hasta que llegó un ventarrón tan fuerte y con tanto polvo, que abrió las ventanas del hospital, entrando a donde estaban los enfermos, que es algo típico en los cuentos de terror largos.

El doctor se regresó, lo más rápido que pudo, para proteger a los pacientes del viento y el polvo, pero cuando llegó a la sala de hospitalización, vio algo espeluznante. En el centro de la sala, el polvo que entraba por la venta, remarcaba la silueta de una criatura, gorda y rechoncha.

Este ente, estaba lleno de tentáculos con los que drena la sangre a los enfermos. El médico, simulando que no lo veía, llegó hasta su escritorio, allí hizo como que leía algo, y con su celular pudo apreciar mejor una imagen de la criatura. Claramente desaguaba a sus víctimas, arrancándoles la vitalidad poco a poco, a través de los tentáculos que parecían mangueras.

Todavía, haciéndose el que no notaba nada extraño, hizo salir a los niños del lugar, para ponerlos a salvo. Buscó un machete y regresó a la sala de enfermos, rápidamente con ayuda del machete cortó los tentáculos de la bestia. Salía muchísima sangre, con lo cual se hizo más evidente la criatura, pues ésta quedó bañada del líquido rojo.

El Joven doctor, siguió atacando a la bestia con el machete hasta que lo convirtió en pequeños trozos. Para su sorpresa cada pedazo seguía con vida, y entre todos lo atacaron de forma muy agresiva. Ante el escándalo, los niños regresaron al recinto, y al ver lo que pasaba, tomaron unos palos, y a golpes con un palo le quitaron los trozos de monstruo al doctor.

Inmediatamente, golpeado como estaba, el doctor junto con los niños, utilizaron alcohol y unos fósforos para quemar cada trozo de la bestia. Esta fue la única forma de que dejaran de moverse.

A partir de este día, todos los enfermos comenzaron a recuperarse, de forma muy rápida, al poco tiempo todos estaban en sus casas plácidamente. En el informe del caso, por supuesto que no se escribió la verdad, no hay quien crea que una criatura que se alimentaba de sangre, casi acabara con todo un pueblo. Nadie se atrevió a desmentir al médico, ese sería el secreto del pueblo.

Para la gente de este pueblo, él era el mejor doctor del mundo, fue capaz incluso de librar a las personas de una mal sobrenatural. Ya nadie lo volvió a llamar el joven médico, a partir de ese evento lo llamaron el señor doctor, y esta pasó a ser una más de las historias de los cuentos de terror largos.

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