La noche en la funeraria

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Noche En La Funeraria

Esto es un anécdota como ex-tanatopraxista (trabajo que consiste en preparar a los difuntos para ser velados). La funeraria donde trabajé, era como cualquier otra donde muchos de sus trabajadores contaban sucesos extraños ocurridos sobre todo en la sala manantial del segundo piso, al principio fui escéptico en el tema, pero todo cambió son gajes del oficio trabajar a cualquier hora, la gente muere en el momento menos esperado. Una noche que jamas olvidaré tuvimos que trasladar un cuerpo de una lejana provincia. Cabe decir que fue un viaje bastante incomodo con lluvia y para variar la familia fue muy extraña mas de lo habitual, tanto que parecían felices que el cuerpo seria retirado de su hogar.

Al llegar hicimos los preparativos rutinarios, ropa quirúrgica, guantes, botas, en fin... medidas de seguridad, me proponía a leer el certificado medico del difunto para estar enterado de las enfermedades que tenia y podrían significar un riesgo, cuando escuché pasos en la segunda planta, al estar ahí, en el cuarto de insumos, supuse que mi compañero estaba adquiriendo algún instrumento o liquido que faltaba en la sala de tanatopraxia, mi sorpresa fue verlo entrar por la puerta de mi derecha dirigiéndose a mi con un: “Escuchaste eso?”.

Ambos sabíamos que la funeraria estaba vacía, no había familiares descansando, ni cuerpos reposando en las salas de arriba, soltamos una carcajada para calmarnos y especulamos con el viento un gato o tal ves el guardia de la puerta que aprovechó nuestra ausencia para coger algo de arriba, esto era poco probable el guardia nocturno era alguien supersticioso y por las noches no salía de su cabina mas que para abrir las puertas.

Después de un momento incomodo fuimos a la sala de tanatopraxia donde esperaba el cuerpo siendo aún estudiantes de medicina nuestro deber era solo extraer líquidos y formolizar el cuerpo, la estética del mismo corría por parte de otro personal que llegaría en la mañana, tal vez suene engreído de mi parte, pero este trabajo no es para todos las cosas que deben hacerse, pueden llegar a ser indigestas y espeluznantes para muchos ensartar tubos en el abdomen, garganta, perforar pulmones, engrapar labios son solo algunos ejemplos del procedimiento, solo lo digo para que entiendan que tanto yo como mi compañero estábamos psicológicamente muy preparados.

El cuerpo se hizo especialmente difícil, no solo las maquinas fallaban, la sangre del cuerpo era espesa y obscura como si llevara días muerto, pero el certificado ponía que solo habían pasado 12 horas desde su deceso. El ambiente se hacía pesado, si no que ademas fue el cuerpo con mayor cantidad de espasmos Post-Mortem que había visto…

Suturar los orificios por donde se extrajo todo es el punto final del trabajo, ya estábamos cansados y soñolientos, me percaté que no teníamos hilo de sutura, miré a mi compañero, significaba que uno tendría que subir a por el hilo, ahora que lo pienso... ¿Que era peor?... ¿Quedarse a solas con el cuerpo, o salir a la obscuridad y caminar por los pasillos?

Decidimos que yo lavaría los instrumentos, mientras el salía, me di la vuelta al fregadero que se encontraba al otro extremo de la sala cerca a la puerta, mi compañero, o al menos eso creí, me dio unas palmadas en la espalda y escuché un leve y rápido “Bueno, me voy”. Luego vi por el reflejo del los azulejos como salia por la puerta, en eso me di cuenta que un trozo de hilo y aguja estaban entre los productos de limpieza, me apresure a sujetarlos y salir de la sala a gritarle:

Hey, -no vayas- acá tenemos.

Me quedé perplejo, cuando mi compañero que nunca salió de la sala me dijo:

¿A donde vas?

Tranquilo, solo me quitaba los guantes. ¡Ya voy, desesperado!. Un frió me recorrió el cuerpo, luego de explicarle por mi asombro, me dijo que él no se había acercado a mi, y lo que es peor, él pensaba que fui yo quién abrió la puerta y al girarse me vio salir apresurado. Fue una noche extraña, pero no tan extraña como el día.

Ya estando todo iluminado y muchas personas trabajando en la funeraria, le pedí a mi jefe si podía ver las grabaciones de esa noche, cuando al fin encontré la parte, se veía como la puerta de la sala se habría sola y una sombra negra abandonaba la sala de tanatopraxia. Segundos después yo salía con una aguja e hilo en mi mano hablándole a la nada.

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