El circo de las rarezas

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El día anterior, junto a sus padres, habían visto el cartel de presentación " El Circo De Las Rarezas ", donde se anunciaba a el niño mono, la niña serpiente, la mujer cabra, el hombre lobo y muchos otros adefesios, pero sus padres, ante el pedido del niño y recordando los fenomenos que se anunciaban, se negaron rotundamente a llevarlo está vez.

Natán, ansioso por cumplir con su capricho, escapó de su casa y fue por sí mismo a saciar su curiosidad. Al llegar al lugar y ver que no tenía dinero para comprar el boleto, se vio obligado a buscar una entrada alternativa. Esto no le costó demasiado, ya que extrañamente el lugar parecía estar desierto.

De repente y como salido del mismo infierno, un payaso se abalanzo sobre él, tomándolo por la fuerza, sin hacer caso alguno de los pataleos y los gritos del niño.
Ese payaso no era nada parecido a los que Natán recordaba, sus ojos eran enormes y parecían salirse de sus órbitas y de su boca babeante salía un aliento demasiado fétido y pestilente.

El niño de siete años, fue arrastrado rápidamente hasta un trailer viejo y oxidado, que dejó salir un vapor muy frío al abrir la puerta.
En su interior, Natán pudo ver extraños instrumentos cubiertos de sangre y algunas personas dormidas sobre unas mesas plateadas. Pronto, el cayó dormido también.

Al despertar, parecía que uno de sus sueños se hubiese hecho realidad, ya que tenía una larga cola de simio y le faltaban los brazos, ¡Ya era parte del circo!.
Lo vistieron rápidamente y esa noche tuvo su debut junto al niño demonio, la mujer cabra y el hombre sin torso. Esa fue su primera y última función, ya que aquel payaso estaba demasiado lejos de ser cirujano, solo cortaba, pegaba y cocía como podía y no se preocupaba de infecciones ni desangramientos, al fin de cuentas, en la próxima ciudad, habría más material para trabajar.

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