El Leviatán

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Leviatán, cuyo nombre en hebreo significa algo así como "envuelto, enrollado, tortuoso", es uno de los demonios más citados no solo en grimorios y libros prohibidos, sino en la propia Biblia, casi siempre como una manifestación colosal del Caos.

La leyenda de una gran serpiente marina es una de las más conocidas del folclore marino. Se supone que el Leviatán hebreo, que aparece en la Biblia, es esta serpiente mitológica.

Repasemos algunas de sus intervenciones bíblicas:

"Este es el mar, grande, inmenso; allí reptiles sin número, animales pequeños y grandes. Allí las naves se pasean, y ese Leviatán que hiciste por que allí retozase."

(Salmos, 104-25/26)

"Los que saben maldecir el día, los que saben despertar el Leviatán..."

(Job, 3-8)

Las citas bíblicas de Leviatán podrían prolongarse considerablemente. Aparece en numerosas ocasiones, sobre todo en Salmos, Job e Isaías.

Recientes hallazgos arqueológicos realizados en las ruinas portuarias de Ugarit, promontorio de Ras Shamra, a partir de 1929, relacionan a Leviatán con remotos libros malditos de origen acadio, sumerio y cananeo.

En todos ellos Leviatán aparece como un monstruo marino descomunal, en el que los exégetas han creído ver al diablo como destructor incesante de la creación divina.

En esos textos se alude a una mítica serpiente de siete cabezas, esquiva y tortuosa, similar a la descrita en El libro de las revelaciones.

El profeta Isaías recurre al Leviatán para anunciar el horrible castigo que impondrá la Providencia a los enemigos de Israel:

"Aquel día castigará Yahvé, con su espada pesada, grande y poderosa, al Leviatán, serpiente huidiza; al Leviatán, serpiente tortuosa, y matará al dragón que está en el mar..."

(Isaías, 27-1)

Leviatán también aparece en el Talmud.

En un pasaje bastante curioso se describe qué cosas hace Dios durante sus días, es decir, en qué ocupa su tiempo; si es que "tiempo" es una palabra que podemos asociar a la idea de Dios.

"Rav Yehuda dice, hay doce horas en un día. En las primeras tres horas Dios se sienta y aprende el Torah, las segundas tres horas él se sienta y juzga el mundo. Las terceras tres horas Dios alimenta al mundo entero... el cuarto periodo de tres horas Dios juega con el Leviatán."

En otro pasaje del Talmud se anota la siguiente anécdota:

"Rav Ashi le dijo a Bar Kipok: "¿qué será dicho en mi entierro?" Y él contestó: "¿si una llama puede derrumbar a un cedro, qué esperanza tiene un árbol pequeño? Si un Leviatán se puede enganchar y acarrear a la tierra, qué esperanza tiene un pez en una charca?"

El Talmud también anuncia cuál será el destino que Dios le tiene reservado a Leviatán. Allí se dice que el Leviatán será aniquilado, y que su carne será el banquete del Honrado.

En otras versiones se incluye a Behemot, el demonio de la gula, haciendo que ambos mantengan una contienda épica, colosal, hasta que finalmente Dios los aniquile y alimente a los Honrados con sus cuerpos.

Los mitos hebreos sostienen que Dios, en los inicios del universo, privó al Leviatán de su hembra, ya que temía que su prole ocupara un rol preponderante en la Creación.

En El libro de Enoc la cosa cambia ligeramente, ya que allí se describe a Leviatán como mujer.

Los demonólogos, por otro lado, principalmente Johann Weyer en dos tratados fundamentales: De Praestigiis Daemonum et Incantationibus ac Venificiis y Pseudomonarchia Daemonum; convirtieron a Leviatán en "el gran embustero".

Esta acusación, salpicada de ligereza, se sostiene en la legendaria facilidad con la que Leviatán consigue sacar provecho de los movimientos políticos, tratos y acuerdos comerciales, así como las intrigas palaciegas.

Otros demonólogos sostienen que Leviatán es, además, un poderoso íncubo especializado en seducir mujeres famosas.

La astrología también se ha ocupado de Leviatán. Algunos astrólogos, de hecho, lo relacionan con el signo de Acuario, con el efebo Ganímedes, y sobre todo con Prometeo, aquel ladrón del fuego que robó los secretos del Olimpo en beneficio de la humanidad.

También se lo puede identificar con el mar en sí mismo, y sus contrapartidas, Behemoth, la tierra, y Ziz, el espacio y el aire. Algunas leyendas judías consideran al Leviatán como un dragón andrógino, que habría seducido a Adán y a Eva, tomando alternadamente formas femenina y masculina. El cristianismo lo identifica con un demonio, en algunos casos, lo asocian con el monstruo Rahab.

Las leyendas bíblicas podrían tener origen en una leyenda canaanita, que habla de la confrontación entre Hadad (Baal) y un monstruo marino de siete cabezas, al que derrota. También recuerda a la creación babilónica de Enuma Elish, donde el dios tormenta Marduk, mata a su madre (Tiamat, diosa del caos y la creación representada por un monstruo marino), y crea la tierra y los cielos con las dos mitades de su cuerpo. El temor del hombre hacia los monstruos marinos es generalizado.

Las serpientes marinas gigantes han atemorizado a los marinos desde la antigüedad.

Olaus Magnus, un arzobispo de Uppsala (Suecia) del siglo XVI, describía a la serpiente marina como un animal de 60m de largo y 6m de ancho, color negro, con escamas filosas y pelo en el cuello. La consideraba muy peligrosa, como un presagio de desastres.

Hans Egede, un misionero noruego, testificó la visión de un monstruo marino en las costas de Groenlandia, el 6 de julio de 1734. Así también, el obispo Eric Pontoppidan, de Bergen, publicó en 1752, un libro con relatos de avistamientos de serpientes marinas, una de las serpientes tenía cabeza gris, similar a la de un caballo y ojos y boca, negros, con una melena larga blanca. Detrás de la cabeza del monstruo, se divisaron ocho promontorios que sobresalían del agua, el cuerpo de la bestia se retorcía formando espirales.

Los marinos europeos identificaban al Leviatán como una ballena gigantesca y monstruosa, o una serpiente marina, que atacaba las naves, creando un torbellino en torno a ellas y devorándolas luego. Hay quienes identifican al Leviatán con otras criaturas marinas de la mitología, como los Nafa de siete cabezas, de la mitología de Oriente Medio.

Los testimonios más confiables son los pertenecientes a embarcaciones de guerra, como el buque británico HMS Daedalus, que en 1848, protagonizó el avistamiento de una serpiente marina, que los científicos de la época atribuyeron a un plesiosaurio o ictiosaurio, o cualquier reptil gigante que pudiese haber sobrevivido.

El 15 de mayo de 1833, cuatro oficiales británicos y un intendente militar vieron una serpiente de cerca de 24m de largo, mientras pescaban. La serpiente nadaba a unos 180m del sitio donde se encontraban, en Mhone Bay, a unos 65km de Halifax, en Nueva Escocia.

Acaso la última y más inquietante metáfora relacionada con Leviatán sea aquel libro ciclópeo de Thomas Hobbes, publicado en 1651, cuyas páginas irritaron tanto a los partidarios como a los detractores del absolutismo, debido a que el filósofo inglés fue el primero en insinuar características poco aceptables de la condición humana: la tendencia al sometimiento, a la ciega aceptación del poder y de sus doctrinas, y el perpetuo e inconfesable miedo a la libertad.

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