Jesse Pomeroy.

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Por increíble que parezca los niños también pueden ser psicópatas, uno de los primeros casos es el de Jesse Pomeroy, un muchacho de quince años que fue culpable de haber cometido una cantidad de homicidios en sus cortos quince años de vida.

Su historial de homicidios

Su primer delito fue contra un infante de siete años, William Paine que lo encontraron el primero de diciembre de mil ochocientos setenta y uno, unos hombres que caminaban por un lugar apartado, notaron algo extraño que resultó el infante.

Oyeron un llanto muy leve, y se encaminaron hacia el sonido, este provenía de un pequeño cobertizo, al ingresar al sitio, para ver qué era lo que escuchaban, hallaron al pequeño amarrado por los brazos y guindado como una res. Casi no tenía conciencia y se quejaba bajito, le vieron enormes cortes y la espalda muy llena de golpes de color violáceo. No lograron hacerlo declarar quien le había atacado así.

Más o menos a la mitad del mes de abril de mil ochocientos setenta y dos, ofreció que llevaría al circo al infante Robert Maier. Lo encaminó supuestamente al lugar de diversión, y al arribar a un lugar solitario, le quitó toda la ropa, lo golpeó y se masturbó frente a él, obligándolo a mirar. Además mientras arremetía contra él con una vara lo obligaba a gritar maldiciones.

Cuando acabó, lo dejó ir y le prometió que lo asesinaría si comentaba algo a los agentes de la ley. Luego escapó del sitio. Interrogaron a cualquier muchacho del lugar que cumpliera con la descripción pero no lograron nada. Ruth, la progenitora de Jesse Pomeroy, abruptamente se fue del sitio, mudándose al sur de Boston.

George Pratt, también fue torturado por el Jesse, un día que andaba tranquilamente por la calle, fue interceptado por Pomeroy, este le ofreció dinero por hacerle un mandado. De esta forma el niño se fue confiado con él, y al llegar a un sitio apartado, le hizo lo mismo que los demás. Le quitó toda la ropa, lo golpeó sin contemplación por todo el cuerpo y con mucha fuerza, esta vez con un cinturón de cuero.

Le propinó unos horribles mordiscos en la cara, y lo agredió con sus uñas por todas partes. Además le introdujo una larga aguja por muchas partes de su humanidad. Intentó insertarla en uno de sus globos oculares, pero el niño se enrolla sobre sí mismo y no pudo hacerlo. Lo último que le hizo fue darle un fuerte mordisco en una nalga.

Otra de sus víctimas fue Joseph Kennedy, con él se ensañó particularmente, no solamente lo golpeó, sino que le hizo una gran herida en el rostro, y lo metía en el agua de la playa, para que la sal del agua le produjera más dolor.

La última víctima conocida fue Gould, este era un infante de tan solo cinco años, se lo llevó asustándolo con un cuchillo en su cuello. Con él se encaminó por las vías del tren, pero se dio a la fuga cuando unos operarios del tren lo vieron con el niño.

Gould, logró dar mejores datos a los agentes de la ley, ya que logró describir mejor su rostro y dijo que uno de sus ojos estaba completamente sin color, era blanco. Ya para los últimos meses de mil ochocientos setenta y dos, llevaron a Gould a recorrer escuelas, pero este no logró reconocer al agresor. Incluso fueron donde estudiaba Pomeroy y no lograron nada.

Luego de esto, el mismo Pomeroy, se dirigió a la jefatura de la ley, y casualmente allí estaba Kennedy, que lo reconoció y así pudieron atraparlo. Estuvo en un reformatorio, y un par de meses luego que saliera libre, una muchacha llegó a la librería de la mamá de Pomeroy, lugar donde trabajaba. Era de su edad, y su nombre era Katie Curran.

Jesse se las ingenió para sacar a los empleados del local. Con esto, logró llevarla a la parte de atrás de la tienda y allí la asesinó con un cuchillo. Por más que su madre la buscó no logró localizarla.

Luego de esto, Horace Millen, un infante de 4 años, murió en manos de Pomeroy. Le compró un dulce para atraerlo, y lo fue guiando a una zona desolada y lejana mientras el niño se lo comía. Le aseguró que vería un barco de vapor en el sitio a donde se dirigían.

Llegaron a un pantanal, donde lo hizo sentarse supuestamente a descansar, sacó un gran cuchillo y con el apuñaló fuertemente al niño. El infante no falleció al instante y trató de escapar y defenderse. Al encontrar el cuerpo sin vida, le encontraron dieciocho cuchilladas, y otra en un globo ocular. Además, para más horror, intentó castrarlo pero sin éxito.

De dónde viene este psicópata

Jesse Pomeroy, nació el veintinueve de noviembre de mil ochocientos cincuenta y nueve. Es oriundo de un lugar en Charleston, Masachussets, fue el segundo retoño de la pareja conformada por Thomas y Ruthan Pomeroy. Y sin que se dieran cuenta educaron a todo un personaje de los cuentos de terror largos.

Era una familia de clase media, desde el punto de vista económico. Su papá afectado por el alcoholismo era un abusador. Se molestaba con facilidad, y tenía continuos accesos de furia, para calmar su ira, llevaba a sus hijos a una cabaña, les quitaba la ropa y los golpeaba con mucha brutalidad. Esto explica, la violencia que Jesse desataba contra infantes, aprendió a ser perverso y malo.

Su complexión física era muy amenazadora, era muy alto para su edad, y tenía siempre una expresión poco amigable. Su globo ocular derecho, no tenía ningún color, lo que le concedía un aspecto de miedo, tan feroz se vio, que sus padres cuando lo miraban a los ojos sentían un escalofrío.

Cuando tenía quince años, fue encarcelado en un reformatorio por tan sólo quince meses, eso fue en la cárcel para jóvenes delincuentes de Westborough. Allí se comportó muy bien, mientras su progenitora, hacia todo lo que estaba en sus manos para ponerlo en libertad. Gracias a esto lo liberaron y su mamá le dio un empleo en la librería de su propiedad.

Pero dos meses luego de salir de prisión, recomenzó con sus fechorías pero esta vez, no con torturas, sino que ahora era un asesino. Por fin, luego de tantos cadáveres creados por él, lo atraparon. Al principio lo condenaron a pena de muerte, pero les resultaba muy penoso que un adolescente de tan solo quince años muriera en la horca.

Entonces lo condenaron de por vida, y como parte de su condena, debía cumplirla encerrado sólo. Por ser tan joven, inspiraba compasión, y es así que en mil novecientos diecisiete le disminuyeron la pena. Le permitieron estar con otros condenados para que no estuviera más en solitario. Falleció en mil novecientos treinta y uno, luego de estar muy enfermo.

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