Vuelto a la vida

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—Kira-sama, ¿puede escucharme? Respire profundo —esa voz fue la primera que escuché al volver. Hice lo que dijo por instinto y temor. La conciencia, ponía un frío estetoscopio en mi espalda—. Bien, una vez más, ¿puede salir?

Supe por la forma en que me hablaba y analizaba, que no me haría daño, sin embargo, los nervios aprisionaron mi mente ante su petición. Hacia tanto que no personificaba por voluntad propia, ¿podría?

— ¿Usted es, un médico? —opté por preguntar, porque no me sentía listo para hacer lo que pedía.

—Mi nombre es Ansel Dallas y él es Tooru, ZoJuTooro, nivel 6, blanco, conciencia médica quirúrgica —el hombre se plantó frente a mí. Era alto, negro, su crespo cabello estaba crecido apenas unos centímetros sobre su cabeza. Llevaba un traje azul marino, me revisaba los ojos, oídos, pulso, mientras más me tocaba, más aliento tenía, yo no tenía fuerzas para analizarlo a él, así que, no hice más que repetir su nombre, para saber si así lo recordaba.

—Zo-Ju-Tooro —lo supe: era el amigo de Hatsumi—, ¿dónde estamos?

Pensé: "Ella, debe estar cerca". Al levantar el rostro, en efecto, estaba parada al lado de una señorita muy parecida a ella, con el cabello un poco más corto y las facciones más infantiles. Mi corazón se expandió deseando correr a abrazarla, sin embargo, parecía muy cansada, sus manos estaban heridas, no cualquier herida, se trataba de quemaduras serias, la piel se le despellejaba alrededor de las ámpulas entre blancas y rojas, aun con eso, también tenía un rostro de completa felicidad.

Vi la capsula en la que me hallaba sentado, los espacios de conciencia eran dos, uno brillaba en dorado, otro en celeste, Hatsumi acababa de usar su habilidad vital a plenitud, para devolverle la vida a un ser humano, ella era lo que quería Ghirga, lo que necesitaba para revitalizar el cuerpo de Natalé. Al saberlo, aun con más intensidad, deseé tenerla entre mis brazos para poder protegerla, aunque nunca pude protegerme a mí mismo, ¿cómo iba a hacerlo con alguien más?

—Jonathan Moon, mi nombre es Jugeyong Park, su cuerpo estaba en soporte artificial, pero le recuperamos, usted oficialmente ha vuelto a la vida, necesitamos su ayuda —la Teniente Park-sama, se apresuró a hablar antes de yo lo hiciera. Mi ayuda no sería mucha, no podía ni cuidarme a mí mismo, aun con eso, si ya estaba ahí, no había nada más que pudiera hacer, no objetaría trabajar con Hatsumi.

—Sí, con gusto —entonces mis ojos se cruzaron con los de Diego, uno que nunca había visto: desaliñado y sucio, ojeroso, pero con esos ojos ámbar, cargados de lágrimas, a nada de estallar—. Diego, acércate —se acercó a mí, con pasitos cortos y las manos pegadas a la ropa, tímido, Diego también era parte de mí, era un niño, como cuando lo conocí, entonces no tenía miedo de nada, pero ya lo había perdido todo, ¿qué más temía? —; no lo contengas, sé que no puedes.

Kira por fin salió, fue ver a Diego quebrarse lo que lo hizo salir. Él se abrió en mis hombros, dejando caer pétalos por mi espalda, apretándome como nunca antes había hecho, conocía ese sentimiento, porque resultó ser mi estado de ánimo casi todo el tiempo desde entonces: le dolía el alma.

— ¡¿Por qué te fuiste tanto tiempo?! Marina se fue también, no sabía cómo lidiar con todo yo solo —sollozó.

Marina...

—Pero si dirigías Lancaster tú solo —dije, sobándole la espalda como recordaba que Sarepta lo hacía.

—No, era trabajo en equipo, no soy tan brillante como tú... ha sido una maldita pesadilla.

—Ya estoy aquí, dime, ¿cuánto tiempo ha pasado?

—Dos años —dos años son una eternidad, en dos años puede ocurrir cualquier cosa, cosas como las que ocurrieron en mi ausencia.

Conciencias: ¿Más cerca de la utopía?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora