capitulo 16

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Una semana había pasado, Diego y Johnny compartían el mismo cuarto. Más que nada porque Diego no quería que el otro cometiera algo malo, por todo lo que había pasado, aunque no lo decía, ver a Johnny triste solo hacía que el Brando pasara más tiempo con el Joestar.
En cuanto a su prometida, ese día llegó, los sirvientes rápidamente la dejaron pasar, y llamaron a la puerta donde ambos descansaban.

— Señor, su prometida acaba de llegar — dijo uno de la servidumbre, Diego lo había oído, más vio a Johnny que aún se encontraba durmiendo, y decidió levantarse, tenía que enfrentar este suceso, ella le dió un mes para volver, pero cuánto tiempo había tardado realmente, ya ni se acordaba.
Bajo un poco mal cambiado, no tenía los ánimos por ahora de ver a su prometida, la vió sentada en la sala, observando la taza de té que le acaban de volver a servir.

— Alice… — llamo Diego, la mujer levantó la cabeza y lo observó, no respondió. — Lo siento tardé mucho, pero tengo mi motivo — le dijo, mientras se acercaba para sentarse frente a ella.
Aún no había respuesta, solo le seguía mirando, parecía que algo pasaba, algo que Diego no lograba entender del todo.
— Ocurrieron muchas cosas, varias de ellas peligrosas, y además…

— Diego — Le interrumpió su prometida — Te enamoraste de él? — le dijo, sin mediar su palabras, tan directa, como si tuviera un sexto sentido, que le decía lo que ya había pasado.

Este otro quedó mudo, la pregunta era directa, ella acaso se dió cuenta? ¿O qué ocurría? Observó la taza de té, que ya se encontraba fría, suspiró y cerró los ojos pensando en cómo responder, tomó toda su fuerza y lo dijo — Si — mientras asentía con la cabeza.

— Ya veo — miro al suelo, tratando de ocultar su tristeza — Lo siento — Dijo ella, tratando de mantener su semblante tranquila, aunque su voz ya se encontraba quebrada — No fui suficiente, pero supongo que tenía todas la de perder, lo supe desde que te vi sonriendo a su lado — contuvo como sea sus lágrimas, se podía ver como una mano sostenía con fuerza su vestido.
Diego solo pudo observar, no sabía cómo responder a todo esto que estaba pasando, era más difícil que ganar una carrera o hasta pelear, la mujer que tenía enfrente era su prometida, o al menos aún lo era, y ahora no sabía cómo consolarla. La amó, lo hizo, pero ahora ya no.

Se levantó y luego dijo — Entonces, no hay más que hacer — los ojos de la mujer se encontraban inundados con lágrimas que aún no caían — Lo amas, y yo ya no estoy presente en tu corazón — trató hasta lo más que pudo, y al final sus lágrimas cayeron — Te sigo amando, pero no creo que podamos estar juntos — Diego se levantó, quiso abrazarla, más ella lo detuvo — No, ya no quiero ilusionarme, nuestro compromiso queda roto — Dijo, para luego irse.

Esto solo dejó un mal sabor de boca a Diego, acaba de hacer llorar a una mujer, una sensación bastante extraña, algo que no deseaba que se repita.

Entonces decidió volver al cuarto, cuando abrió la puerta, vio a Johnny sentado en la cama, y por el ruido de la puerta se volteó a verlo. — Diego — le dijo.

— ¿Te pasa algo? — le preguntó. Este otro le negó con la cabeza.
Tenía sus manos juntas, mientras sus pulgares jugaban en un sentido de nerviosismo, — Tu prometida volvió? — pregunto, sin saber qué más decir.

Diego cerró la puerta detrás de sí, y luego se acercó a Johnny, tomó las manos del Joestar y dijo — mi compromiso se rompió — el otro no sabía a dónde mirar o qué cara poner, no tenía ni idea, eso significaba que Diego había quedado otra vez soltero. — Tengo que decirte algo — le dijo, este otro estaba atento a lo que el otro diría.

Observó los ojos verdes del otro, pero para cuando se dió cuenta el rostro de Diego ya se encontraba más cerca, y luego sintió como los labios del otro estaban sobre los suyos, le acaba de besar, la sensación de nerviosismo se intensificó, más aún cuando aceptó el beso, y no dudó en colocar sus brazos los hombros del otro, sentía como poco a poco, Diego lo estaba echando en la cama, más el beso no se desprendía en ningún momento, pero se ponía más intenso, más manos del Brando estaban en su cintura, subiendo de apoco la prenda superior dejando que su cuerpo se incremente el calor.

Johnny no sabía hasta dónde iba a llegar todo esto, pero tampoco se lo estaba impidiendo, sino que lo estaba disfrutando, los besos estaban poniéndose más candentes, la prenda superior estaba hasta donde se podía colocar más arriba, pero por no dejar de besarse no se la sacaba todavía.
Lo cual hizo que Diego bajará sus manos acariciando el cuerpo del otro empezando a quitarle la ropa inferior junto con la ropa interior, Johnny no se estaba quejando, por lo cual siguió cometiendo aquel acto.

Mientras que las manos de Diego desnudaban a Johnny, este otro deseaba más contacto, y por primera vez se separaron del beso, solo para que el Joestar pueda ayudar a Diego a facilitar todo que este quería hacer.

Y no solo eso, sino que ayudó a Diego a quitarse la ropa también, no tardaron mucho para luego estar los dos sin ninguna prenda encima en la cama. Diego no podía dejar de acariciarle las piernas, ese día en plena mañana, iba a hacer lo que ya se estaba aconteciendo desde hace bastante rato.

No sólo por el hecho de que había estado bastante rato juntos, sino porque ya se conocían mucho, además está era la respuesta a los sentimientos que Johnny traía por Diego, aunque el Joestar uso palabras, el Brando se lo iba a demostrar, que él también se había enamorado, y ahora estaba libre y podrían estar juntos.
Sino porque ahora ambos lo deseaban, y ahora más que nunca.

Diego estaba observando a Johnny, este otro estaba nervioso, más que nada porque era de día, la luz de la mañana entraba, ambos se encontraban más que preparados para lo que se venía, hasta que Diego habló — Hoy te ves muy hermoso — el rostro de Johnny se puso rojo, no dudó en taparse la cara, como se le ocurría decir esa palabras, cuando ahora mismo ambos estaban en el modo más caliente.

— ¡Cállate! — Le dijo, y sólo escucho la risa de Diego — Y solo sigue.
Diego sonrió, y dijo — Pero no será sencillo — dijo levantando una de las piernas de Johnny y poder colocarse en una posición que sea cómoda para ambos.

— No importa — Era sabido que el Joestar obviamente no era virgen, pero también era sabido, que en este otro ámbito él no sabía nada.

— Te va doler — le dijo — No es igual a cuando éramos dinosaurios.

— Porque hablas de eso ahora mismo, solo sigue — le dijo, estaba más que avergonzado, más que nada porque no recordaba nada de eso, pero Diego sí lo recordaba.

— Déjame prepararte un poco — le dijo Diego, Johnny solo asintió, esperando saber que iba a ser el otro.

Para ser la primera vez en este otro ámbito, para Johnny la intromisión o introducción de algo en su parte trasera fue algo extraño, lo bueno es que sabía que iba a poder y no le disgusto, hasta que llegó la hora de la verdad, no sabía cuánto le afectaría o mejor dicho lo que sentiría al tener dentro la polla de Diego.

Lo bueno era que el Brando era paciente, aunque desde la vista de Diego, era bastante diferente, él pensaba que las expresiones de Johnny era de dolor, no solo estaba haciéndolo lo más despacio posible, sino que para meterle la polla fue aún más lento, podía ver que el otro se sostenía de las almohadas, suspiraba en varias ocasiones, sino que tomaba bocanadas de aire.

Aunque lo que realmente pasaba era que Johnny lo estaba disfrutando, aunque al comienzo fue extraño al final sí le gusto, para cuando Diego se empezó a mover, si le salía varios gemidos ahogados.

Diego por su parte, pensaba que lo estaba lastimando, interpretando lo contrario a lo que realmente Johnny estaba sintiendo. Hasta que el Joestar habló — ¿Puedes ir más rápido? — le preguntó.

— ¿No te duele? — Ahora fue Diego, quién preguntó, a lo que Johnny negó. Entonces finalmente Diego fue a un ritmo normal, finalmente ambos lo estaban disfrutando.

Era bastante obvio que esto en el pasado nunca hubiera ocurrido, ahora estaba cogiendo como si no lo hubieran hecho nunca, Diego disfrutaba al igual que Johnny.

Cuánto tiempo estuvieron así, lo único que recuerdan es que la noche había vuelto a caer, y sueño también, aunque sus estómagos estaban pidieron comida, el hambre, el apetito estaba voraz, pero aún así decidieron que mejor era comer mañana, solo que Johnny no sabía que mañana estaría otra vez sin poder caminar.

El viudoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora