Capítulo 4

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Aquella mañana sonaban los pájaros y todo se veía tan ilusionado, el motivo bastante obvio, Diego estaba al lado de su prometida, bastante obvio era notar que anoche no estaba simplemente durmiendo, más aún cuando su futura esposa, se veía bastante contenta.

Acercándose a ella, beso la frente de esta y la llamo de forma suave — Alice, me tengo que ir. — la mujer se movió un poco, para luego abrir los ojos de apoco, por su rostro se veía que no estaba contenta con escuchar aquello — No te pongas así, mañana vuelvo, tengo que ver que mis caballos estén bien alimentados.

La mujer se apoco se incorporó para sentarse sobre la cama — ¿seguro? — le dijo, mientras las sábanas empezaban a descubrirla, demostrando la desnudez de aquella mujer, para la edad que tenía, estaba bastante cuidada, en algún tiempo atrás se había comprometido, pero aquel que le iban a esposar murió, quedando sin pareja, y con ello rumores de que quizás fue ella, por algún tipo de maldición, más ella asistía a tantos bailes o fiestas posibles para conseguir a un buen esposo, fue entonces que en uno de esos incontables bailes, conoció a Diego, en aquel entonces esposo de una mujer increíblemente mayor, aquella mujer supo desde ese momento, que aquel chico quizás le impulsó el dinero para casarse con esa anciana, por lo cual no tardó nada en contactar con él, sabiendo su nombre, Diego Brando, atractivo de buena apariencia, el cual el dinero lo movía, al igual que la competencia, yendo a casi todas las carreras que este se presentaba, para observarlo y poder conversar con él, tratando de convencerlo de que se vaya con ella. Aunque le costó bastante, solo pudo hacerlo cuando aquel joven al fin enviudó, era el momento perfecto. Pero claro estaba, que aquel chico era joven, un joven perfecto en caer en cualquier tentación de una mujer más joven, no por nada sabía que debía hacerle saber que ella era tan buena como una joven mujer. Por lo cual cuando la promesa de que este volvería de una importante carrera en USA, él se casaría con él, pero ella se adelantó, a la primera noche el cual el joven iría a su casa, dejaría o más harían de una vez por todas una luna de miel adelantada, antes de las bodas.

Consumar su compromiso diría ella — seguro, mañana vendré — se estiró y empezó a salir de cama, la desnudez del muchacho tambien se reveló, luego este se acercó a su futura esposa, besandola, — Recuerda que la fiesta es una semana — le hablo, mientras buscaba su ropa, y se ponía todo lo que había tirando. Para luego acomodar su cabello con sus manos.

— No lo olvidaré — dijo aquella mujer mientras, salía de la cama, para ir a una habitación extra — nos vemos mañana, tomaré un baño antes — dijo mientras cerraba la puerta, para luego abrirla y decir — porque no te quedas a desayunar — a lo que Diego negó.

— Tengo invitado en mi casa, creo que no es bueno dejar abandonado a ningún invitado por tanto tiempo — se puso sus botas, y fue a las puertas de la habitación — en serio no te preocupes, mañana volveré.

La mujer solo suspiró, para luego asentir, y dejar ir a su prometido, aún a estas alturas ella no sabía si lo que sentía era amor u obsesión por él. Realmente no lo sabía.








Diego llegó a la casa temprano justo pudo ver a Johnny bajar las escaleras, — ¿recién llegas? — Diego asintió, entrado. — esta bien, acaban de avisarme que ya esta el desayuno.

— Vamos, realmente muero de hambre, mientras volvía a casa un par de piedras de veían apetitosas — dijo mientras pasaba, aunque nunca pensó que aquello causaría la risa de Johnny, el cual estaba tratando de ocultar tapándose un poco la boca — Amaneciste de buen humor — eso calmo un poco la risa de Johnny.

— No tientes a tu suerte Brando — le dijo, mientras caminaban juntos al comedor, aquella mañana parecía bastante tranquila. Ambos se sentaron en sus respectivas sillas, mientras la comida era servida por la chica de los platos de mañana. — Por cierto — Dijo Johnny, mientras no veía a los ojos a Diego, y tomaba un poco de café — soñé contigo —.

Diego mientras juntaba un pan que fue dividido a la mitad dijo, — ¿Y se soñaste? — probó un bocado de lo que se había preparado en ese pan, cuestión que es mejor preguntar el extraño gusto de comer de Diego.

— No se, no recuerdo — Dijo, mientras desviaba la mirada hacia una porción de pastel mientras pensaba que aquello era lo más interesante del universo — Solo sé, que soñé contigo — luego al fin vio a Diego, el cual parecía que se le estaba rompiendo algo en su rostro, su piel, se notaba que este estaba hambriento.

— Ya veo, debió ser un sueño muy interesante — dijo, sin hacerle muchas preguntas a Johnny el cual, no dijo nada más, ni de que se había tratado aquel sueño.







Al terminar de comer, fueron a ver los caballos, esta vez Johnny quiso ayudar, alimentarlos era algo muy interesante.

— Diego,  cuanto dijiste que era la fiesta de compromiso — sacaba un poco más para alimentar al caballo mas pequeño.

— En una semana, espero sepas bailar — lo cual hizo que Johnny le mirara como si eso hubiera sido un chiste de mal gusto — Hablo en serio Johnny, es una fiesta y tendrá baile. Sino sabes, puedo enseñarte — se escuchó un suspiro de Johnny.

— Me rehuso — dijo volteando de nuevo al pequeño caballo, el cual parecía ser que no llevaba mucho tiempo de nacido.

— ¿Cómo? — se acercó a Johnny — Me avergonzaras, debes aprender a bailar. — sin dejarle muchas escusas al Joestar, le tomo de la mano y lo levantó de una — Es un baile sencillo, no tienes que hacer mucho. — con la mano de Johnny, casi le obligó a que este le ponga y quede quieto la mano en el hombro, y luego sostuvo la otra, para finalizar con Diego tomándole la cintura a Johnny — es bastante fácil, esto me lo enseño mi primera esposa. — empezó a moverse, y notó de una que Johnny no había movido ningún solo pie del suelo — No puede ser Johnny, ¿eres un aristocrático y no sabes bailar ni un simple baile? — por otro lado, Johnny no dijo ni una sola palabra, más Diego no sabía la vergüenza que este le estaba causando. — Vamos, mueve conmigo — utilizando la mano que tenía en la cintura, lo tomó para acercarlo, y con ello moverle por a un compás lento. — ves, no era tan complicado.

— Sueltame — le dijo Johnny con la mirada agachada.

— ¿Qué? — lo último que sintió Diego, fue que Johnny lo empujó con todas sus fuerzas, haciéndolo caer al suelo. Mientras el otro se alejaba de él, Diego se levantó lo más rápido posible, sieguendole más Johnny no levantaba la mirada — Esta bien, no te obligare a bailar, pero no te enojes. — le dijo, viendo como Johnny aún no le miraba, — Por favor, eres mi único amigo — tomó la mano, de Johnny para detenerlo. — Lo siento — fue lo único que dijo.

Johnny se había detenido, más este no habia respondido, y con calma. Un suspiro lento se hizo presente — Esta bien. — dijo ahora Johnny más tranquilo — Pero no quiero que me tomes de sorpresa, no me gusta eso — le dijo a Diego.

Diego asintió — Lo siento, es que realmente quería saber cuanto sabías sobre bailes —.

— Nada — Dijo Johnny — realmente mi padre, no me enseñó nada — Diego aún no había soltado la mano de Johnny y este otro no había volteado a ver a Diego, luego de un par de segundos hablo, — Esta bien, puedes enseñarme, pero no quiero que nadie nos vea — al fin soltó la mano de Diego y se tapó el rostro con ambas manos — Que vergonzoso, acabo no viste como nos vieron los demás cuidadores de los caballos — Diego pensó un poco.

— No — Dijo, mientras se acercaba a Johnny para destaparle el rostro, y ver a este de frente, el cual no había visto, debido a que no lo miraba de frente, estaba realmente rojo, de varios tipos de vergüenzas los cuales Diego desconocía. — Que dices, si mañana empezamos, así aprenderás más, falta 7 o era 6 días, como sea, vamos adentro, quiero bañarme.

El viudoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora