Capítulo 2

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La mañana siguiente fue lo mismo, darse un baño, cambiarse con lo mejor que tuviera, la verdad deseaba tener más ropa, es mas lo necesitaba, no pensaba ponerse ropa de Diego, ni en sueños.

Al salir, aún era temprano, pero la servidumbre ya estaba terminando de limpiar y acomodar todo.

Bajando las escaleras, vió a Diego hablando con el que parecía ser el encargado de cuidar a los caballos o algo así se notaba, aunque Johnny no quería aceptarlo, Diego si se preocupaba mucho con los caballos, bastante quizás hasta mucho más que él.

Cuando dejo el último escalón, el encargado de los caballos se fue, mientras que Diego se acercaba a él.

— Si que duermes mucho — le dijo, mientras se divertía al ver la expresión de aburrido de Johnny.

— Si claro, tú eres él que se levanta muy temprano — dijo cruzando sus brazos.

— ¿Qué pasó? Te levantaste con el pie izquierdo — le dijo, mientras ambos caminaban al comedor, ya que debía desayunar.

— No. — dijo mientras lo pensaba — Solo que, necesito ropa — le dijo, ocultando la vergüenza de pedirle a otra persona agena algo como eso.

— Me hubieras dicho antes — Dijo Diego, mientras ponía su brazo en el hombro de Johnny — hoy tengo tiempo libre, así que puedo acompañarte a comprar ropa, pero si no quieres te puedo prestar.

— No — interrumpió — No pienso ponerme su ropa, esta bien que vayamos a comprar ropa, la necesito después de todo. — dijo tomando asiento, para luego sentir que Diego alejaba su brazo de él y procedía a sentarse en su propio lugar.

— Esta bien, podemos ir después de desayunar, no hay ningún problema. — Le dijo, mientras veía que otra chica distinta traía los platos del desayuno, luego miro a Diego. Para cuando Diego se dió cuenta sobre que significaba la mirada de Johnny, este hablo — No la despedí, solo que hay una para cada hora de comer, el desayuno, la merienda, el almuerzo, la hora del té y la cena — nombró todo lo que se debía comer en el día.

Johnny suspiró, por lo menos Diego no era tan malo como para hacer eso. Aunque para él, aún no sabía si tener mejor confianza.

— Por cierto, que crees que deben estar haciendo Hotpants y Gyro — le dijo, mientras pensaba tomando café — tengo entendido que debían de ir a ese lugar, de papas y monjas, como se dice — decía mientras trataba de recordar.

Johnny solo suspiró, mientras comía un poco, — No creo que les haya ido mal, pero tal vez algún día envíen una carta.

— Eso espero, la verdad también quería saber para que quiere la iglesia el cuerpo Santo — le dijo a Johnny, era un tema interesante, pero el cuerpo santo era también un arma muy peligrosa para quien lo tuviera en sus manos.

— De todas formas, aún no estamos a salvo — le dijo, mientras tomaba algo de café.

— Creo que ahí te equivocas — le dijo a Johnny — Yo no hago las cosas por hacerlas — y por primera vez, Diego dijo algo que Johnny no se la espero — La mujer con la cual estuve ayer, me puede dar impunidad, en otras palabras no podrán acercarse a mi por ningún motivo.

Johnny miró a Diego ¿sorprendido? — me quieres decir, que te la follaste, solo para que te dé algún tipo de ¿ventaja? — Diego asintió sin más.

— Después de todo, a esa mujer la conocí justo cuando me casé, desde hace tiempo me estuvo buscando para que me casé con ella, pero en esa entonces le decía que no. — Tomó de nuevo café — Después de que enviude me buscó de nuevo, esta vez le dije que esperara, por lo cual eso hizo, después de eso le fui a buscar, y le dije que después de la carrera la iba a buscar, y eso hice, en otras palabras tengo asegurado que viviré tranquilo. — Para Johnny la idea de casarse para obtener dinero o algún privilegio no era algo que este en su mente, le parecía feo de alguna manera, ahora que lo pensaba parecía que Diego nunca se enamoró. Pero antes de poder decir algo, Diego habló — Deberías hacer lo mismo, pero sino quieres  puedes quedarte aún en mi casa, tendrás protección. — Johnny solo suspiro y siguió comiendo sin responder a eso. — Oye, no te enojes, te estoy ofreciendo algo que te conviene, después de todo no sabemos cuando pueden venir a matarnos.

— No es sobre eso — le dijo, mientras removia su comida, y el café empezaba a ponerse frío. Ahora que lo pensaba, no tenía porqué decirle a Diego algo como eso, ya que ni él había logrado enamorarse hasta donde sabía.

— Te ¿pasa algo? — le dijo Diego, mientras que Johnny no se atrevía a verle a los ojos, se sentía extrañamente triste — ¿Estas llorando? — le informó, no lo notó hasta que tocó su propio rostro.

— Se me paso el hambre — dijo, para luego levantarse, e irse del comedor a su cuarto, casi corriendo. Sin darle tiempo a Diego a responder.

El viudoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora