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"Si hay algo seguro en esta vida, si la historia nos ha enseñado algo, es que se puede matar a cualquiera".

Al Pacino ("The Godfather III")



Olía a pólvora y a tabaco.

"Buena combinación." pensé.

Mi cuerpo vibraba por el temblor constante provocado por las ruedas de un vehículo sobre un asfalto mal cuidado. Abrí los ojos lentamente.

Estaba tumbada en el suelo de una furgoneta o algo parecido. Habían sombras negras casi inmóviles, y por lo que llegaba a ver desde mi posición, podía decir que estaba amaneciendo.

Escuchaba murmullos de personas en la parte delantera del vehículo donde había tres asientos separados de la parte de atrás, donde estaba yo, por un tipo de rejilla metálica.

"¿Dónde estoy?" pensé.

No llegaba a entender nada de lo que decían.

Me empezó a doler la cabeza, bastante. El lado derecho completamente. Me quejé de dolor.

-Las chicas se están despertando. -

-Ya, en nada llegamos. - dijo otra voz lejana. Me daba vueltas la cabeza.

Intenté alzar la vista para ver a mi alrededor, las supuestas sombras eran chicas más o menos de mi edad. Algunas estaban tumbadas como yo, otras estaban sentadas con la espalda apoyada en la pared interior del vehículo.

No entendía mucho lo que estaba ocurriendo, puede que fuera debido al dolor que me oprimía la cabeza. Intenté moverme pero me di cuenta por la misma acción que me encontraba atada de pies y muñecas.

Miré de nuevo al frente. Una de las chicas que estaba apoyada en la pared me observaba fijamente en silencio, sin ningún tipo de expresión facial. Volví a forcejear levemente pero ella me paró con un simple movimiento de negación con su cabeza.

-¿Qué sucede?- hablé. Mi voz era casi imperceptible. El dolor al hablar fue inmediato. 

Estaba muy cansada y sentía todo mi cuerpo magullado. Mi padre seguro me mandaba hacer ejercicio para quitarme todos los males.

Papá...

¡Papá!¡Mi hermano! ¿Dónde estaban?

Empecé a sentir miedo, un dolor en el pecho fuerte y el corazón acelerarse de forma incontrolable.

-¡EH!- grité sin evitarlo. Las chicas de mi alrededor se asustaron pegando un pequeño gritillo. Algunas se encogieron, otras aguantaban el aliento. -¡SOCORRO!- volví a gritar.

La furgoneta cambio de rumbo bruscamente haciendo que mi cuerpo se resbalase por el suelo cubierto de ceniza hasta chocar con los cuerpos de dos chicas que estaban en mi trayecto.

-¡AYUDA POR FAVOR!- se me ahogo la voz del esfuerzo. El dolor, la sequedad  y la mala posición en la que me encontraba no me dejaban gritar. El pánico empezó a comerme por dentro.-¿¡DÓNDE ESTÁ MI PADRE!?-

-SILENCIO. - alzó la voz uno de los individuos en la parte delantera. Las chicas volvieron a gritar asustadas. Se me oprimía el pecho a cada segundo que transcurría, dándome cuenta de mi realidad.

La furgoneta paró en seco, desplazándome de nuevo con brusquedad por el suelo. Todas hicieron sonido de sorpresa. Los hombres bajaron de la furgoneta, dejándonos solas en ella por unos segundos. Unos largos y eternos segundos. No se podía escuchar nada de lo que ocurría fuera, las respiraciones alteradas y los sollozos era muy altos.

Ragno d'oro (gold spider)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora