El sonido del mar me teletransportó de una forma maravillosa a mi antigua vida, allí en mi país. Su suave melodía me despertó de mi estado inconsciente, no alcanzaba a ver nada a causa de la oscuridad y el peso que tenía sobre mi no me permitía moverme. Intenté moverme sin mucho éxito y desistí. Estaba demasiado agotada y débil como para seguir intentándolo. El cuerpo no me reaccionaba. No sabía donde estaba ni con quien, pero sentía respiraciones a mi alrededor.
Un fuerte ruido me asustó. Fue la bocina de un barco. Por la fuerza del sonido dió a entender que era de gran tamaño.
"¿Dónde estoy?"
Pronto me percaté que la superficie en la que me encontraba se balanceaba como la cuna de un bebé. Estábamos navegando y eso era inconfundible.
Decidí mantenerme quieta, tampoco podía hacer mucho sintiendo todo el cuerpo entumecido y bajo una presión invisible.
-¿Alguien está consciente?- escuché una voz femenina.
-Yo sí.- le contesté en apenas un susurro.-¿Sabes a donde vamos?-
-No, pero nos han metido en un contenedor marítimo. Y somos más. Lo que pude llegar a ver cuando nos subían fue que nos juntaron con las chicas de otra furgoneta. Seremos ahora más o menos unas 30.-
-Tenemos que hacer algo.- dijo otra voz entre sollozos. -Tenemos que atacar todas a la vez y huir o gritar ayuda muy fuerte.-
-¿Cómo quieres que hagamos eso si estamos medio drogadas?- le dije sin fuerzas. La opción de huir era nula. Sin haber comido desde le secuestro y con droga en las venas era imposible hacer un mínimo esfuerzo. El olor en el contenedor era fuerte, puesto algunas, yo incluida habíamos defecado y orinado encima de forma inconsciente. Y la suciedad se mezclaba con la humedad haciendo un ambiente más pesado.
-Se trata de nuestras vidas. ¿Cómo puedes poner en duda la idea de huir?- dijo una chica con un acento muy marcado.
-No la pongo en duda, solo soy realista. Y, sinceramente, por mucho que saques fuerzas y empieces a correr no creo que llegues muy lejos cuando te atraviesen el cuerpo de un tiro como le hicieron a la otra.- dije. Cada vez que hablaba se me hundía más el pecho. Mientras hablábamos, me di cuenta que muchas hablaban mi idioma, el español. El resto hablan italiano con acentos diferentes, pero nos llegábamos a entender bien entre todas.
-Tiene razón, en nuestro camión o lo que fuese hubo una chica que intentó huir y le dispararon poco metros después así que no creo que sea muy buena idea si queremos seguir con vida claro.- dijo otra voz.
-Tenemos que ver el sitio donde vamos a llegar y allí ya pensar algo.- dije. Hice un sobreesfuerzo para quitar el peso muerto que había encima de mi. Cosa que fue imposible.
La bocina del barco sonó de nuevo. Y el balanceo aminoró.
-Parece que hemos llegado chicas.- dijo otra voz. El miedo empezó a apoderarse de nosotras. Se empezaron a escuchar llantos suaves y respiraciones más rápidas. Sentía un fuerte hormigueo en las dos piernas y el brazo derecho. El hedor era más fuerte a medida que iba espabilando.
Se empezaron a escuchar fuerte golpes y sentí un cambio gravitatorio, pero no comprendía qué es lo que sucedía con claridad hasta que un golpe brusco nos dio estabilidad.
El sonido metálico inundó mis oídos y seguid unas puertas se abrieron dando paso a una luz cegadora, forzándome a cerrar los ojos con fuerza por un momento hasta acostumbrarme a su brillo.
Unos hombres vestidos con chalecos reflectantes como el de los obreros entraron donde nosotras, algo parecido a un el contenedor de transporte y comenzaron a sacar a las chicas. Ví entonces lo que estaba encima de mí. Habían dos chicas salidas, una de ellas estaba tumbada en el sentido contrario que yo, la otra tenía el rostro cerca del mio. Un rostro flemático si no fuera por sus ojos completamente abiertos y secos.

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Ragno d'oro (gold spider)
Teen Fiction-Melissa. - me llamó mi padre lo más flojo que pudo. Él estaba cerca de la puerta, mi hermano sentado en la cama y yo me mantenía al final del cuarto, pegada a la ventana. -¿Donde lo has escondido? Han venido a por el dinero, quieren lo que es suyo...