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-Imposible.- dije estupefacta por la noticia. -Estuve cuidándome, limpiando todo con cuidado para que nadie lo viera y yo no enfermase. -

-Ya... pues alguna vez se te ha tenido que pasar, ¿no crees?- sonrió. Su rostro era ligeramente cuadrado, con la mandíbula marcada y su pelo negro rizado caía sobre su frente. -Además, los doctores han dicho que el anillo te había provocado todo tipo de heridas internas. Como si se hubiese clavado en varias zonas por algún tipo de "presión".- su sonrisa de burla cada vez brillaba más. - ¿No habrás estado haciendo travesuras con alguien, antes de sacártelo?-

La imagen del hombre sobre mi en mi primer evento de baile me taladró la mente.

-No.- dije seria y cortante. - ¿Dónde esta el anillo?-

-A ti que te importa donde esta el dichoso anillo. - me habló cortante.-Lo importante es que ha vuelto donde tiene que estar y nos lo has traído tu. -

Me alcé en la camilla algo nerviosa. Noté un leve dolor en el brazo, ni me había percatado de que tenía una vía inyectada.

-Son calmantes.- me dijo Malik cuando me quedé mirando horrorizada la vía. - Te ayudarán. - se levantó del sillón y se acercó a la bolsa que ya estaba casi vacía. - Tendrás que quedarte aquí hasta que te recuperes. O al menos unos días. -

-No. -

-Pero bueno, ¿Quién te crees que eres para negar nada?- Malik me sonreía de medio lado. - Recuerda tu posición en este lugar. - su mirada era seria, al igual que su expresión. Me aclaré la garganta con fuerza.

-No quiero estar aquí. No me gusta estar sola, por favor. - dije calmando mi tono de voz.

Malik cambió de expresión totalmente, mirándome pensativo.

-Puedo intentar que te cambien de habitación. Pero no te prometo nada. Ya sabes como van las cosas aquí. - dijo con una voz rasposa. -Por el momento tendrás que quedarte aquí. -

-Vale, gracias.-

Malik me miró sorprendido por unos segundo y luego negó con la cabeza mientras se iba en silencio.

La sala de enfermería era sepulcral. El vacío y el silencio hacia que escuchase ruidos y crujidos continuos de los muebles viejos y desgastados.

Y allí me quedé, con la mirada perdida. En ese momento cuestionaba todo de mi, incluso si aún seguía con vida. No se cuanto tiempo pasó cuando me dí cuenta de que el sol ya se había escondido.

Suspiré hasta vaciar mis pulmones. Estaba muy cansada de todo, el cuerpo y la mente estaban debastados, pero al mismo tiempo me sentía nerviosa y alterada. El instinto de supervivencia era muy fuerte en mí, aún.

No podía quedarme quieta así que me quité la fina sábana de encima y contemplé mi cuerpo. Vestía un camisón blanco y fino, las piernas estaban delgadas y con algún que otro hematoma feo. Comencé a mover los pies y las manos sintiéndolas entumecidas. Tenía que levantarme. Cinco días sin moverme no era buena cosa.

Con esfuerzo asomé las piernas de la cama y respiré profundo.

-Vamos allá.- me dije a mi misma. Apoyé los pies en el suelo sientiendo el tacto duro de la madera y, con ayuda de los brazos, me levanté de la cama. Los pies me ardían y sentía que pisaba cristales por el dolor. Me tambaleé levemente buscando el equilibrio. -Joder. - mascullé medio enfadada. Odiaba sentirme inútil. Los pies se movían de alante a atrás buscando estabilidad, pero finaante las fuerzas se esfumaron y caí de rodillas. -Joder.- volví a mascullar más débil quebrándose mi voz. El dolor que sentí hizo desatar mi llanto ,los sentimientos fluyeron con fuerza. Era un enorme bola en mi pecho que tenía que vomitar. Las lágrimas inundaban mi rostro, no llegaba a ver con claridad.

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⏰ Última actualización: Oct 24 ⏰

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Ragno d'oro (gold spider)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora