Prologo

1.7K 67 0
                                    

Narrador Onmiciente:

Un niño de cabello platinado se dedicaba a cortar rosas de uno de los múltiples jardines de la fortaleza roja, no era una fecha especial ni nada por el estilo, solo deseaba llevárselas a la persona que más quería en todo el castillo, contaba los días desde la última vez que le habia dado, así que estaba seguro que las anteriores no tardarían en comenzar a marchitarse, se quería asegurar que en sus aposentos esas flores siempre decoraran.

Al joven príncipe no le importaba clavarse las espinas de aquellas rosas tan peculiares mientras metía su mano en el rosal para tomar las más bellas, ella se las merecía, las más coloridas con los botones más abiertos y el olor más rico, siempre se aseguraba de darle esas, además de quitarle todas las espinas que pudieran hacerle daño, no soportaría saber que ella se lastimaba por su culpa.

Los que cuidaban esas flores observaban al Targeryan recolectadas, muchísimas veces le habían ofrecido ayuda ya que no le encontraban el sentido a que lo estuviera haciendo el mismo, pero para Aemond no tenía sentido dárselas si no era el el que hacía el esfuerzo para obtenerlas, era capaz de darle el mundo entero si eso era lo que Maelenys le pedía.

Las rosas dragón eran una variante peculiar de las típicas rosas, su nombre se debía a su aspecto y a que sólo crecían en los lugares que la sangre del dragón habitaba, toda la familia de Mae lo sabía, ella odiaba con su vida las rosas rojas o las comunes, se le hacían aburridas, pero aquellas flores las adoraba, sus pétalos asimilaban a las escamas de los majestuosos animales.

La combinación de colores era los de la casa Targeryan sumándole el blanco y en algunas ocasiones tonos de morado, aquel regalo solo Aemond se lo podía dar, no ninguno de los tantos que planeaban pretenderla en cuanto tuviera edad, solo el le daba lo que ella realmente quería, cuando estuvo satisfecho con el ramo fue directo a donde sabía que ella estaría para dárselo.

La primogénita de Rhaenyra tenía muchos hobbys pero la mayoría podía realizar los en aquel árbol que tanto le gustaba, así que cuando tenía tiempo libre estaba ahí, su cabellera blanca cuidadosamente peinada apareció en la vista del tercer hijo de Alicent a la vez que sonreía y acomodaba una vez más el ramo.

Mae se encontraba pintando el hermoso cielo que comenzaba a cambiar sus tonalidades,  el otro Targeryan coloco las flores justo en su vista para hacerla sonreír de inmediato, no tardo ni un segundo en lanzarse a sus brazos y comenzar a llenar su cara de besos como agradecimiento por el presente, el chico se puso rojo desde la punta de su nariz hasta la de sus orejas, como amaba que ella le demostrará su cariño, se sentía tan especial, igual sonreía a más no poder mientras de vez en cuando el igual le dejaba besos y la ponía entre sus brazos sin ideas de soltarla.

Viserys los observaba desde una de las ventanas del castillo, le alegraba tanto el ver la relación que tenían que era incapaz de ocultarlo, sabia lo mucho que se necesitaban el uno al otro, todos lo sabían, no era para nada un secreto, nunca se separaban, a menos de que los obligaran siempre los encontrarias juntos, sus muestras de afecto igual eran algo de todos los días, desde darse la mano, abrazarse hasta que se dieran besos en los cachetes o la frente.

Maelenys era afectuosa con cualquiera que realmente le importara, era su manera de demostrarles cariño, pero Aemond no era asi, era frío, serio e indiferente con todos, incluyendo a sus padres y hermanos, y ni menciones a su media hermana o sobrinos, porque usualmente parecía detestarlos, su rosa dragon era la única excepción, la única con quien demostraba sentimientos y se atrevía a ser vulnerable,  todos siempre se sorprendían al ver al principe hielo actuar de una manera tan dócil por la princesa fuego, como habían sido apodados.

Ellos habían sido los únicos supervivientes de la rivalidad de los verdes y negros, podría ser por que ambos crecieron literalmente juntos al ser comprometidos desde el día de su nacimiento o tal vez era por el hecho de que a eso estaban destinados desde antes incluso de tener vida.

Alicent los buscaba para por fin poder cenar, Mae era la única de los hijos de Nyra que se había salvado del odio de la castaña, no había forma en que dudará de su legitimidad, su cabello, piel y ojos lo impedían, además de que realmente no quería aquello, la niña era tan dulce y le recordaba tanto a como solía ser su madre cuando aún eran amigas que no podía odiarla, realmente nadie en el reino podía odiar a la dulce y cálida princesa, la siguiente en la linia de sucesión.

Para cuando la noche callo todos deberían de estar en sus aposentos durmiendo, o por lo menos los menores, sin embargo uno de ellos no lo hacía, vagaba por los pasillos en ese recorrido que hacía casi todas las noches, las pesadillas a veces reclamaban su sueño a altas horas de la noche y el solo conocía una solución para recuperar su descanso, ir con ella.

Al entrar a aquel cuarto y que aquel aroma tan peculiar de toda ella llegara a sus fosas nasales toda la ansiedad en su cuerpo se desvaneció, las imágenes que su subconsciente generó para jugarle una mala pasada igual se fueron, ella herida o incluso muerta, odiandolo, quería creer que eso nunca les pasaría, obviamente no lo haría, su relación era inquebrantable cierto?, tenían algo más fuerte que familia o un matrimonio arreglado.

_Aem?, eres tu?_ pregunto la albina aún un poco dormida, el ruido de la puerta la había despertado, el cuarto estaba oscuro pero de todas formas ambos distiguian la silueta del otro, Aemond se acercó lo más silencioso que pudo a la cama.

_No quería despertarte Mae, pero no podía dormir, no sabía con quién más ir_ afirmó con pena mientras trataba de irse, no importaba cuántas veces fuera siempre sentía pena de despertarla o molestarla en su opinión, la ojimorada tomó su muñeca evitando que se pudiera ir, le hizo un espacio en la enorme cama y la palmeo indicando que podía acostarse con ella.

_No me molestas, tu lugar en mi cama siempre estará reservado, puedes dormir aquí cuando quieras si así te sientes mejor, siempre estate para ti, sin importar que_ afirmó mientras se acomodaba en su pecho para comenzar a dormir, el contrario no aguanto no hacer la pregunta de porque hacía tanto por el.

_Eres la persona mas importante para mí después de mi familia, pasaremos el resto de la vida juntos, yo quiero que estés bien y haré lo que este en mis manos para eso_ respondio en un tono lento debido a que el sueño comenzaba a apoderarse de ella, el chico le acaricio el pelo sintiendo su corazon llenarse por sus palabras, solia sentir que a nadie en su familia le importaba, pero ella lo hacía.

_¿Aunque sea una decepción para la familia?, ¿aunque no tenga un dragon? ¿O me quedé sin flores que darte?_ pregunto en un tono que denotava su inseguridad, oyó la pequeña risa de la contraria cosa que hizo que su corazón quisiera romperse ante el pensamiento de que ella igual que sus hermanos se burlaria de él.

_Sip, aun sin todo eso que tu crees que importa yo te seguiría queriendo, porque te amo a ti, igual a los dragones, a la familia y a las flores, pero te amo a ti por ser tu, no por todo lo demás, yo creo que eres suficiente para la familia, para mi eres suficiente, no tenemos dragones, no los controlamos, ninguno de nosotros lo hace, además no lo necesitas, eres suficientemente fuerte por ti mismo, para mi ya eres un dragon_ respondio lento mientras sus ojos se cerraban más, estaba siendo totalmente holesta, estaba tan adormilada que era incapaz de mentir.

Callo en los brazos de los dioses segundos después de haber dejado de hablar, Aemond se sentía tan afortunado de poder tener a Mae, de tener su amor, de incluso tener su mano asegurada, sin duda el tenerla a ella era mejor que tener un drago o incluso la corona, el era feliz con ella, le beso la cabeza mientras el sueño igual se apoderaba de él.

_Yo también te amaré sin importar que, mi dulce rosa dragon_ dijo antes igual de caer dormido con la albina en brazos, a ninguno le preocupo que los encontrarán juntos en la mañana, solo disfrutaban de estar de esa manera, eran unos niños apenas con un amor inocente que no era consciente de lo que realmente eran por su apellido y lo que tendrían que pasar por el, sin ser conscientes del fuego que crecia cada día al rededor de ellos y que terminaria por quemarlos también.

Podian ser unos niños, pero realmente sentian esas palabras,  esos sentimientos tan intensos, tuvieron esa sensación toda la vida, de una pertenencia única, de que ahí era donde debían de estar, Alicent y Rhaenyra supieron que eso podía ser peligroso, siempre lo habían sabido pero querían ignorarlo por la felicidad de sus hijos, aunque jugará en su contra, ambas debían jugar sus piezas inteligentemente para dañar los lo menos posible.

Espero mes guste mi historia igual tengo otros varios fanfics en mi perfil por si los quieren ver.

El contexto de cuando son niños se va a hacer mucho más largo para hacer la historia más bonita.

Rosa de espinas (Aemond Targaryen X Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora