Delante suya tenía al causante de sus pesadillas, al responsable de una paranoia de los días anteriores y el único hombre que la hizo huir de una vida que apenas estaba iniciando. No lo había visto en meses solo en pesadillas que desaparecían al día siguiente, pero ahora no era una pesadilla y estaba aterrada. Su rostro lo reflejaba sin vergüenza, estaba inmóvil sin tener la fuerza para dar un solo paso.
— Dije que tomes asiento. —ordeno esta vez el hombre. — Garret... —su voz temblaba al pronunciar su nombre.
Se sintió mareada en ese momento, Garret quiso ayudarla, pero antes de que pudiera ponerse de pie Evelyn reacciono y dio un paso atrás. Se sostuvo del sofá más cercano hasta poder sentarse, hasta ahora pudo soltar un fuerte suspiro en buscaba de aire pues sentía que se ahogaba al estar a solas con él.
— No te ves bien, ¿necesitas que te traiga algo? —su voz resonaba en los oídos de Evelyn, un tono dulce solo en apariencia. — ¿Cómo me encontraste? —Evelyn tomo valor al hablar.
— Fue el destino, amor mío. —sonrió. — Te vi en el supermercado hace unos días, tan hermosa igual que un ciervo blanco asustado por un depredador. —no perdía detalle de la expresión de Evelyn, sabia exactamente como asustarla, pero también conocía su impulsividad y agilidad en peleas.
— Quiero que te vayas y no vuelvas a buscarme. No te quiero cerca de mí. —su voz era mas fuerte, luchaba contra su miedo. — No quiero volver a verte. —dejo en claro su desprecio, pero él no parecía entenderlo tomando un largo silencio.
— Te amo, Evelyn. —confeso con lo que parecía una sonrisa. — Tu idea del amor es un error. Yo jamás podría amarte. —insistió en su desprecio, pero esta vez Garret se mostró decepcionado.
— Eso es muy triste de escuchar, Evelyn. —dejo caer su cabeza mientras negada levemente, su mirada estaba ahora por el suelo. — Yo jamás te di motivos para creerlo. Tu decidiste creer en una fantasía, ¿no lo entiendes? —su miedo había desaparecido, ahora tenia mas fuerza en su voz.
— Pero eso no es cierto. —negó con la cabeza, levanto la mirada hacia ella. — ¿No lo recuerdas? Teníamos trece cuando nos besamos. El primero de muchos, recuerdo bien. —su voz parecía mas suave, casi melodiosa ante lo que para él era un hermoso recuerdo.
— Creía que me entendías, pero fui una niña tonta. Vi la crueldad bajo tu apariencia —alzo más la voz en parte para saber si alguien de los Sinclair la escuché. — Mi hermosa Eve, soy un hombre dispuesto a asesinar a la persona que más amas. —hizo una pausa. — Asi como asesine a tu padre. —confeso.
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Su declaración la dejo golpeo justo en el pecho un duro golpe que la dejo sin respuesta, el hombre que ella amo como a un padre había sido asesinado por lo que muchas creían eran mafiosos enemigos sin conocer realmente el responsable del crimen y por arrebatarle a su padre. Lo vio sufrir por las graves heridas que no pudieron atenderse a tiempo, sufrió semanas por su perdida y ahora escuchar la confesión volvió a sentirse mareada.
