CAPÍTULO 16: El Refugio del Ciervo.

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Caelum se enfocó y repitió en su mente, Potter Manor, Potter Manor, mientras él, su hermano y su tío agarraban un león dorado hecho de metal.

Segundos después aparecieron en un inmenso prado verde, no se veía nada en kilómetros a la redonda. Y por un segundo, Caelum y Acrux dudaron de la existencia de la vieja residencia de su familia: el Refugio del Ciervo. Aunque los magos llamaban a la residencia de su familia, Potter Manor, ellos le habían dado un nombre propio, al igual que los Blacks habían llamado al Castillo Black el Castillo de las Tinieblas. De la misma manera que no se veía nada más césped, el silencio cubría toda la extensión visible, aunque si ponías atención suficiente, podías oír las olas del mar rompiéndose contra la roca.

Sirius extrajo una daga ceremonial de su túnica, era de acero mágico, ornamentada con un ciervo en el mango y flores en el hoja. Le entregó la daga a Caelum y le dijo: -Ya sabes lo que tienes que hacer.

Se hizo un corte en la mano y dejó caer dos gotas de sangre que nunca llegaron a tocar la tierra. Una piedra con runas talladas apareció de repente, absorbió la sangre y brilló. Todo apareció ante ellos. Era hermoso. Los jardines se extendían por al menos dos kilómetros en todas las direcciones, parecían estar en el centro de la propiedad, a solo unos pasos de ellos había una fuente, en cuyo centro había una estatua de un mago, que parecía ser Dexter Potter. La vista no alcanzaba a ver la casa. De pronto se dieron cuenta, estaban encima de un acantilado, al cual solo se podía acceder a través de la magia.
Antes de poder dar un paso, un elfo doméstico apareció frente a ellos.

-Para Toby es un placer que sus amos hayan regresado al Refugio del Ciervo, Residencia de la Noble y Ancestral Casa de los Potter –dijo el elfo, en un tono de voz que no se parecía en nada a los chillidos y gritos alegres de Dobby o a los murmullos incoherentes de Kreacher– Yo soy Toby, elfo principal de la familia.

-Un placer conocerte, Toby –dijo Caelum. No extendió su mano, había aprendido la lección, había intentado hacerlo y el elfo se había ofendido irremediablemente. Sirius le había explicado después que para los elfos domésticos el contacto físico con sus amos era una vergüenza absoluta.

-El maestro Caelum es muy respetuoso al igual que sus antepasados –el elfo miró alrededor, cuando vio a Acrux, Caelum notó, estaba sorprendido y sus ojos brillaban con un lágrima, que jamás llegó a salir, formándose. Pero en cuanto vio a Sirius la expresión del elfo cambió a una seria y desafiante– Toby está encantado de que el maestro Caelum, haya encontrado al maestro Acrux, y no tan encantado de tener que volver a ver al viejo amigo del maestro James, el señorito Sirius.

-Es un placer volver a verte Toby –dijo Sirius mientras le sonreía al elfo– Y ya no soy señorito, ahora soy Lord Black.

-Toby lo lamenta mucho por la Noble y Ancestral Casa de los Black. La maestra Dorea estaría muy decepcionada de saberlo, ella siempre esperó más del señorito Sirius.

-Yo también te quiero Toby –le respondió Sirius al elfo que no había suavizado ni un poco su expresión.

Toby los condujo a través del sendero en dirección a la casa. A cada paso, fueron invadidos por la agradable sensación de reconocimiento de la magia familiar, conservada generación tras generación en la propiedad.

Un largo y antiguo camino de piedras era el sendero, con cuatro metros de ancho. A ambos lados del camino, los setos se alineaban perfectamente. En dirección oeste, podía divisarse una montaña y hacia el sur pudieron divisar un lago inmenso. La montaña era parte de la propiedad y el refugio de los animales, grifos, hipogrifos, tesharls y unicornios.

-Los elfos de la mansión hemos mantenido limpia la propiedad y cuidado de  los animales –les explicó Toby.

Un rato después, la casa se podía divisar con claridad. Cuatro pisos, cuyos exteriores recubiertos de mármol blanco brillaban bajo la luz del sol.

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