CAPÍTULO 5: Asuntos II

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Al salir de Gringotts el día había avanzado, Caelum y Acrux se dirigieron a Madame Malkin para renovar su vestuario, seguidos por Sirius en su forma animaga.

A pesar de todas las cosas ocurridas en el día, ambos se sentían bien, todo lo ocurrido estaba en el pasado, su enemistad parecía algo de una vida pasada, un simple deja vu. Al final, de todos, la hermandad es el vínculo más importante y duradero, trasciende las barreras de la muerte. Y ya no eran Harry y Draco, sino Caelum y Acrux, herederos de la Noble y Ancestral Casa de los Potter.

Ambos hermanos se dirigieron inmediatamente a Madame Malkin. Al llegar, afortunadamente no había ningún cliente, se dirigieron al mostrador y tocaron la campanita. Segundos después, la cabeza de Madame Malkin, se asomó desde una puerta trasera.

-Buenas tardes. –los saludó Madame
Malkin.

-Buenas tardes. –saludaron los hermanos.

-¿Qué desean?

-Queremos renovar todo nuestro vestuario. Nos gustaría tener túnicas para cada ocasión, de diversos colores y telas –informó Acrux.

Madame Malkin los dirigió a otra parte de la tienda, fueron colocados en pedestales, y los comenzaron a medir con cintas métricas mágicas. Después de tomarse todas las medidas, les entregaron los catálogos para que eligieran lo que más le gustara. Al final se decidieron por 6 túnicas de cada color, 2 informales y 4 informales, con las telas aleatorias a cada color. Así como una colección de ropas muggles.

-¿Para cuándo estarán? –preguntó Acrux a Madame Malkin.

-Dentro de poco. Solo nos deben entregar la dirección adonde desean recibirlas.

-Gracias, pero nosotros vendremos a recogerlos. Pero nos gustaría saber si al menos algunas podrían estar listas para dentro de dos horas, aproximadamente.

-Está bien. ¿Cuántas desean? Pero les debo decir que serán más caras.

-No importa. Dos formales y dos informales para cada uno –dijo Caelum– Nos podría decir donde venden baúles.

-No se preocupe, nosotros también vendemos baúles. ¿De qué tipo desea? –dijo Madame Malkin, arrastrándolos a otra parte de la tienda.

-Dos baúles extensibles, con diferentes compartimentos, por favor. –pidió Acrux.

-Mírenlos, aquí. Podemos personalizarlos y hacer que se conviertan en algo más sencillo para poder llevarlos sin dificultades.

-Gracias, nos gustaría personalizarlos –dijo Caelum, y Madame Malkin les trajo un libro para elegir los diseños.
Comenzaron a buscar, empezaron a buscar los escudos de las distintas casas y afortunadamente los encontraron, decidieron poner los escudos de las casas Potter, Black y Fleamont. También se decidieron por sus iniciales y sus casas en Hogwarts.
Ambos baúles eran iguales, con detalles dorados y de un color que variaba de rojo a verde. Y decidieron convertirlos en una manilla, que se colocaba inmediatamente en su brazo. Cuando tuvieron todo decidido llamaron a Madame Malkin y está les comunicó que podían venir a buscar todo, dentro de una hora. Antes de irse pagaron la mitad de todo, túnicas y los baúles. Por los baúles pagaron entre los dos 130 galeones, y por las túnicas pagaron 250 galeones.

Al salir de la tienda y ver que era casi mediodía, se dirigieron al Caldero Chorreante, donde se sirvieron un buen almuerzo, bajo la atenta mirada de todos los magos y brujas allí presentes. Un rato después, y con los estómagos repletos, salieron y se dirigieron nuevamente al Callejón Diagon. Pero Sirius se desvió hacia un pequeño callejón oscuro y ellos los siguieron.

-Vengan acá –los llamó, ya en su forma humana.

-¿Qué haces?, te pueden ver –lo regañó Caelum.

-No te preocupes. He hecho un encantamiento de desilusión, sólo ustedes dos me pueden ver. Ahora que hemos resuelto unos cuantos problemas, iremos a mi casa en Grimmauld Place, cómo ya les dije es el Cuartel General de la Orden del Fénix. Nuestra llegada causará un buen revuelo. –dijo y sacó de su túnica dos papeles y se los entregó a ambos– Lean esto y destrúyanlos.

Ambos hicieron lo que Sirius les ordenó.

-La casa está bajo un encantamiento Fidelio. Ambos ya podéis verla. Ahora agarrénse. –ambos se agarraron del brazo de Sirius y aparecieron en una zona residencial en Londres, en un barrio de clase media baja. Las casas tenían sucias fachadas y no parecían muy acogedoras, los cristales estaban rotos. La pintura de las puertas era casi inexistente y la basura se acumulaba en los portales.

Se dirigieron fuera del callejón donde aparecieron y en medio de los números 11 y 13 apareció una casa muy parecida a las demás aunque parecía algo más limpia. Los muggles seguían con sus actividades normales por lo que al parecer no se daban cuenta de lo que ocurría en el exterior.

Sacándolos de su estado de estupefacción, Sirius los arrastró hasta la puerta de la casa, subieron los escalones y Sirius abrió la puerta con un chirrido.

-Bienvenidos al hogar de los Black –dijo Sirius con un tono burlón en su voz.
Al cruzar el umbral se encontraron en la más absoluta oscuridad del vestíbulo. Olía a viejo, a humedad, a polvo y a algo podrido. Todo tenía pinta de estar abandonado. Parecía la casa de alguien que estaba a punto de morir o había muerto hace ya bastantes tiempo.

-Sinceramente Sirius, el hogar de los Black deja mucho que desear. Yo pensaba que mi tío Lord Black vivía en una solariega mansión en las afueras de la ciudad en la más absoluta riqueza, no en esta pocilga en este barrio deprimente –dijo Caelum, haciendo reír a su hermano y que Sirius rodara los ojos.

-Me ofendes, cachorro. Esta suciedad es culpa de Kreacher el viejo elfo doméstico de los Black.

-No te preocupes, Dobby –llamó Caelum, y el elfo apareció.

-¿Quién es y porqué llama a Dobby? –preguntó el elfo.

-Soy yo, Harry –y antes de que el elfo comenzará a gritar y se emocionará le tapó la boca– Pero ya no me llamó así, ahora mi nombre es Caelum. Y este es mi hermano Acrux, que antes era tu amo Draco. –cuando Caelum terminó Dobby se echó a llorar.

-No te preocupes, Dobby. No te lastimaré. Sirius, tu sabes hacer el ritual de vinculación de un elfo a un humano.

-Sí, ¿quieren hacerlo? –y ambos asintieron– Entonces, junten sus manos con las del elfo y realicen un corte en la palma de su mano y en la del elfo, y al unirse las sangres la magia del elfo estará ligada a ti para siempre. Ni dándole la prenda podrás liberarlo. Será tuyo hasta tu muerte.

Cuando Sirius les terminó de explicar, les apareció una daga y haciendo lo indicado, ambos, Caelum y Acrux se convirtieron en los maestros de Dobby.

-Primero, Dobby nos gustaría que te vistieras con algo más decente –y antes de terminar de hablar, el elfo había chasqueado sus dedos y había transformado su viejo almohadón sucio y raído en una camisa roja y negra, y unos pantalones grises, y zapatos negros.

-Está muy bien, Dobby. Me gustaría a mi hermano y a mí que ayudarás al elfo doméstico de esta casa a limpiar y organizar todo. Cuando nuestro tío nos asigne nuestras habitaciones, nos gustaría que las arreglaras bajo nuestras indicaciones. Pero no te sobrecarges de trabajo –le explicó Acrux.

-Dobby hará lo que los maestros ordenen –dijo y desapareció.

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Hola a todos y gracias por leer esta historia.

PD: Recuerden que todas las ideas, sugerencias y comentarios sobre y para la historia son bienvenidos.

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