CAPÍTULO 18: Corona.

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La última semana había sido un frenesí constante. Estudios y reuniones, pactos y alianzas para la futura guerra. Muchas casas estuvieron contentas en aliarse con los Potter, y algunos de los señores de la facción oscura del Wizengamot volvieron a estar bajo el ala de la casa Black, la supremacía de Dumbledore y los Malfoy estaba por terminar.

El día de la vista, Caelum fue el primero en despertar. El manto oscuro todavía cubría el cielo. Acrux dormía en la otra cama de la habitación. Los nervios se apoderaban de él, en apenas unas horas se celebraría la vista. Y el resultado no era lo que lo ponía nervioso, sabía cuál sería, se habían asegurado de eso. Era el hecho de que revelarían su verdadera identidad, los pocos días de anonimato habían quedado totalmente atrás.

Acrux lo acompañaría, y Sirius también, bajo la capa de invisibilidad. El resto de la familia, a excepción de Bellatrix iría también. Cassioppeia tomaría el puesto de Regente de la Casa Black durante la sesión del Wizengamot, para luego entregárselo a él.

Aburrido, y nervioso, se levantó de la cama, y se dirigió al comedor. Se imaginó que lo encontraría vació, pero Sirius, Andrómeda y Narcissa estaban ya allí. La comida servida en la mesa.

-Hola, cachorro -lo saludó Sirius, Andrómeda y Narcissa también lo saludaron- ¿Qué haces despierto tan temprano?

-No podía dormir -dijo, sentándose a la mesa.

-Bienvenido al club -le respondió Andrómeda.

El silencio se instaló en la habitación. Caelum miró la mesa, y tomó unas tostadas y jugo de naranja para desayunar, no creía poder comer nada más.

A las 6:30 de la mañana, cuando la mansión comenzaba a despertar, Caelum y Sirius se retiraron a sus habitaciones, a prepararse para la vista. Andrómeda había tomado la Red Flú directo al Ministerio, para avisar de cualquier imprevisto de último hora.

Cuando Caelum llegó a su habitación, Acrux había hecho una desastre en la habitación, con ropa tirada en todos los lugares.

-Nada sirve -se quejaba- Es inútil, como planean que vaya al Ministerio cuando ninguna de esta ropa me sirve.

Caelum viró los ojos. Tomó la varita, y le lanzó un hechizo punzante a su hermano, quien brincó del susto.

-¡Oh, imbécil!

-Ve a ver a quien le dices imbécil, hermanito. Y organiza este desastre.

-No me des órdenes, Potter -le gritó Acrux. Volvió a mirar el desastre que había hecho y después se lanzó a la cama. Escondió la cara entre sus manos- Lo siento, es que...

-Lo sé, Potter -dijo con sarcasmo. Acrux se rió.

Caelum hurgó en el desastre y terminó escogiendo para ambos, pantalones de color negro y camisas blancas, con detalles plateados, una corbata roja para él y una verde para Acrux, túnicas doradas para ambos y zapatos negros.

-Muy clásico -dijo Sirius cuando los vio- Vamos que llegamos tarde. Han cambiado la hora y el lugar, esos malditos. Pero era de esperarse. Apurémonos.

Sirius entró primero en la chimenea, tomó un poco de polvos flú, y con voz clara dijo: ¡Ministerio de Magia! Caelum y Acrux entraron juntos, y repitieron lo que había hecho Sirius.

Cuando llegaron al vestíbulo del ministerio una voz femenina que sonaba con fuerza y claridad, como si estuviera detrás de ellos, los saludó: ¡Bienvenidos al Ministerio de Magia!

Sirius bajo los efectos de una poción multijugos, los esperaba. A ambos hermanos, Sirius se les parecía mucho a uno de los retratos de la Mansión Black, y ambos temían que el pelo que su tío había usado era el de un muerto. Ambos lo olvidaron apenas miraron a su alrededor, estaban al final de un larguísimo vestíbulo, con el suelo de madera oscura muy brillante.

Los últimos PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora