❛𝐅𝐈𝐍𝐄𝐋𝐈𝐍𝐄❜ ᵃⁿ ᵃᵉᵐᵒⁿᵈ ᵗᵃʳᵍᵃʳʸᵉⁿ ᶠᵃⁿᶠⁱᶜ✓

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capítulo 1

INMEDIATAMENTE DESPUÉS DE LA OPORTUNA muerte de su tío Laenor, su padre volvió a casarse, esta vez con Rhaenyra Targaryen. Fue una noticia desgarradora para sus abuelos quienes perdieron dos hijos en cuestión de días y por supuesto que creían que los culpables eran el nuevo matrimonio diciendo que lo habían mandado a asesinar, fue por eso que Rhaenys exigió a su padre que sus nietas vivieran con ella en Marcaderiva ya que él iba a estar muy ocupado dándole hijos a su nueva amante. Baela y Rhaena aceptaron enseguida, amaban a su abuela y no podían estar lejos de la otra, pero Valyria no estaba muy contenta con alejarse de su padre, para su suerte, lograron un acuerdo que le permitía vivir con él pero podía visitar a sus hermanas las veces que quisiera pero para eso debía demostrarle a su padre que podía montar a su dragón y viajar largas distancias con él.

Luego de lo que había sucedido con Vhagar, Daemon prometió a su hija mayor el dragón más grande que pudiera encontrar y mandó a los mejores exploradores a hacerlo, finalmente dió con una dragona casi adulta que medía tanto como Carrax y aún tenía la mitad de su edad, supuso que sería el triple de grande cuando llegara a la adultez plena y se la obsequió a su hija. Era color blanca con escamas con tonos dorados, sus colmillos eran gigantes y sobresalían un par de cuernos en su frente, tenía un carácter explosivo y odiaba que la gente se le acercara, sin embargo tenía una extraña admiración por Valyria. Los exploradores afirmaron que la dragona había tenido un solo ginete en toda su vida pero este había muerto años después de que permitiera que ella lo llevara a la antigua Valyria y haya contraído una enfermedad mortal.

Kirresy se llamaba y solamente respondía a su ginete, era una dragona que amaba la libertad y viajar y no tardaron en llevarse bien luego que comenzaran a viajar juntas cada mes a ver a sus hermanas.

Mientras no estaba viajando, Valyria se la pasaba entrenando con Lucerys y Jacaerys, los comenzó a apreciar más de lo que pensó que podría y pronto los llamó hermanos. Entrenó como una guerrera ganándose el orgullo de su padre y su palabra en cuestiones de su vida.

—No quiero casarme con Jacaerys —le comunicó a su padre, ella tenía una leve sospecha que él y su actual esposa pensaban esposarla con él ahora que había cumplido los 17 años—, ¿Puedes hacer que ellos se casen con con Baela y Rhaena? estarían encantadas, de verdad, y serían buenas esposas.

Su padre puso su libro en su regazo y la miró de reojo, estaba en su traje para montar el cuál usaba todos los días porque decía que, además de ser más cómodo que cualquier otra cosa, no servía de nada ponerse vestido cuando pasaba todo el día moviéndose.

—¿Por qué lo dices? ¿Acaso conociste a alguien en Marcaderiva?

—¿Que? ¡No! ¿Por qué siempre lo relacionas con eso? Solamente no quiero casarme y creo que deberían ser Baela y Rhaena las que se casen.

Daemon miró con cuidado a su hija mayor, se veía muy segura de si misma y estaba lista para discutir con él hasta lograr lo que quisiera, sabía que iba a terminar haciendo lo que ella decía pero quería saber por qué no quería casarse. Valyria no era alguien que tomara decisiones apresuradas y debía tener un plan o algo más que un simple capricho para negarse frente a su padre.

—¿Por qué no quieres casarte? Nunca conocerás a alguien tan bueno como Jacaerys y es muy probable que nadie te trate tan bien como él lo hará, ya no existen hombres buenos en este mundo.

—Exactamente —respondió y su padre la miró extrañado por no contradecirlo—, son ambos buenos chicos y por eso deben ser ellas las que se casen. Nos aseguramos que no van a hacerles daño como otras personas lo harían.

Daemon se puso de pie y caminó por la sala con una mano en la barbilla, finalmente su hija había descubierto su plan de mantenerla segura e intentaba dar vuelta el juego. El siempre había deseado lo mejor para su hija mayor y sabía que Jacaerys lo era, además era el hijo mayor de Rhaenyra y futuro rey, significaba ponerla en la corona, aquello era algo que le hacia mucha ilusión. Había criado a Valyria para que fuera, no solo una guerrera, sino que también una política calculadora, más que una Reyna, una gobernante silenciosa.