Capítulo 22: Memorias parte 4

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Sus piernas corrían a gran velocidad, sus gargantas ardían, pero ignoraban cualquier dolor que su cuerpo manifestaba por el cansancio, solo querían llegar con la diosa hipopótamo.

Luego de que ambos perdieran la consciencia en aquel pasillo después de compartir sus recuerdos, estos habían terminado en aquel cuarto del psiquiátrico teniendo una interesante conversación con el Dr. Harrow, descubriendo posteriormente que todo había sido una ilusión, por lo que no tardaron en regresar con Helia, quien los esperaba sentada cerca de ellos.

En cuanto vieron la entrada con puertas dobles supieron que habían llegado a su destino, al traspasar la entrada, vieron el basto desierto de los juncos, y en medio del gran barco de madera, estaba la balanza, donde se median sus corazones.

El objeto en cuestión no dejaba de moverse de un lado a otro, sin llegar a equilibrarse, y por rostro de la deidad, supieron que eso no era nada bueno.

-Lo lamento chicos. – Dijo con tristeza la hipopótama, provocando que la decepción llenara el ambiente.

Aquello no podía significar nada bueno, eso era algo seguro, pero internamente la menor no podía evitar sentir esperanza de que todo saliera bien.

-Helia el tiempo se agota debes regresar. – Comento la diosa a la castaña tratando de que los mayores no la escucharan, pero le fue imposible, ya que ambos las miraron extrañados.

-¿Qué quiere decir con que el tiempo se agota? – Pregunto Grant preocupado.

La menor miro a Tueris, suspiro derrotada para luego observar al par de castaños, dándose valor para decirles la información que había omitido.

- Al llegar aquí, le hable a Tueris sobre el hechizo que había hecho y me comento que podía permanecer aquí, solo por un tiempo límite, y si me quedaba luego de este se acabara podría quedar atrapada y posteriormente moriría. - La pelinegra podía ver como sus compañeros procesaban la nueva información, notando como se tensaban.

-¿Por qué no nos dijiste? – Interrogo Spector frio, pero con miedo en su interior.

- No quería preocuparlos, ya estaban muy presionados con lo de las memorias y nivelar sus corazones como para que lo hicieran más con lo mío. – Dijo sintiéndose culpable la morena.

Pero antes de que cualquiera de sus amigos la regañara o la consolaran, unas criaturas comenzaron a abordar el barco en el que estaban y atacarlos.

Por lo que dejaron de lado aquella discusión y comenzaron a luchar con esas cosas, evitando en todo momento que estas lo sacaran del transporte. La pelea daba la impresión de no tener fin ya que aquellos seres parecían multiplicarse cada vez más, saliendo por todos lados.

-Debes regresar al mundo de los vivos Helia, has pasado mucho tiempo aquí. -Dijo la diosa a la chica.

-No, mis amigos necesitan mi ayuda. – Replico esta mientras negaba con su cabeza para luego golpear a una de las creaturas que se subía al barco.

-Tiene razón, debes volver, estaremos bien. – insistió Steven tratando de evitar que esas cosas lo atacaran, siendo ayudado por el otro moreno.

-Ni hablar, no los abandonare, no de nuevo. – La menor ayudo a los dos hombres a lanzar por la borda al animal.

- Vete, estaremos bien, Steven no se perdonaría si te pasara algo y yo tampoco. – Continuo el mercenario, con en tono serio, dedicándole una mirada profunda y hasta amable, y al notar como unas lágrimas rebeldes salían de los ojos color avellana tan expresivos, hizo algo que creyó nunca hacer en su vida, abrazarla. – Te prometo que volveremos, estoy seguro de ello.

Susurro las últimas palabras mientras rodeaba con sus brazos a la joven, sus ojos fueron hasta el otro moreno, quien le sonrió en agradecimiento por su apoyo.

La pelinegra se alejó del mayor dedicándole una sonrisa, sabía que debía irse y aunque le dolía, era algo que tenía que hacer, por lo que corrió a abrazar a su amigo grandote, para luego tomar distancia de los castaños, susurrando unas palabras desapareciendo en pequeños destellos de luz.


Sus ojos se abrieron de golpe y la necesidad de tomar aire invadió su cuerpo, por lo que no tardo en respirar de una manera fuerte y acelerada. Sus ojos viajaron de un lado a otro tratando de ubicar donde estaba, era el templo, mientras calmaba su respiración busco a su lado el cuerpo del moreno, se acercó hasta él y acarició su rostro, rezando a que sus amigos lograran regresar.

La lucha de varones por permanecer en el barco seguía, siendo Marc el que protegía a ambos, siendo ayudado de vez en cuando por el de rulos, las cosas no pintaban bien, estas cosas salían por todos lados y estaban decididos a llevárselos, por lo que en un acto de valentía y sacrifico, Steven salvo de último momento a Spector de esas criaturas, no sin antes pedirle que cuidase de Helia.

Saltando del barco con los animales, aunque no esperaba salir ileso, por lo que se sentido aliviado, pero esto desapareció al momento de ver que lentamente se convertía en piedra, mientras veía como Marc trataba desesperadamente regresar por él para ayudarlo, acepto su destino, pero sin evitar lamentarse no poder volver a ver a la pelinegra, a estar con ella. Siendo la joven lo último que permaneció en su mente antes de ser convertido en piedra por completo, ante la atónita mirada del castaño.

El trigueño se sintió mal por el destino de su amigo, él no lo merecía, si alguien debía haber desaparecido era él, aunque había logrado llegar al campo de los huncos, el paraíso, no se sentía digno de tal cosa, por lo que no dudo en abandonar aquel hermoso lugar para regresar y rescatar al moreno.

En cuanto llego con él, miro con culpa y desesperación la estatua que yacía frente a él, tratando de pensar en alguna manera de volverlo a la normalidad.

-Vamos Steven, regresa, prometimos volver juntos. – Dijo el castaño tratando de encontrar una solución a la situación. - ¿Cómo mirare a la cara a Helia si tú no estás? Ella no me lo perdonaría.

Las lágrimas caían por su rostro, mientras su cuerpo se convertía en piedra, no dejaría a Grant así, por lo que prefería correr el mismo destino que él, que abandonarlo. Aunque no pudo evitar sentirse culpable por no cumplir la única promesa que había hecho a cierta jovencita, y posiblemente sería la promesa que más le dolería romper.

Solo bastaron unos segundos para ser absorbido por la piedra, ahí en medio de aquel desierto, ambas estatuas permanecían cerca una de la otra, apoyándose y cuidándose, aún en esos momentos.

La noble acción no pasó desapercibida por cierto dios de la vida, que conmovido, libero a los castaños y les permitió regresar a la vida, donde una conocida los esperaba fervientemente. 

°°°°

Holi queridos lectores, cada vez estamos más cerca del capítulo final y la relación de nuestro trio dinámica parece ir mejorando.

Sin más me despido, los quiero, besos y abrazos, nos leemos luego.

Cambio y fuera.

GODNESS || MOON KNIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora