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Al llegar los inspeccionaron como siempre para ver si llevaban todo el uniforme correctamente. Renjun miró a Jeno, pero no le dijo nada.

—No es necesario que me dejes fuera del salón, Lee.

Jeno se encogió de hombros. —No es como que me moleste.

—A mí sí.

—Eres un insensible Huang Renjun.

Renjun se rio un poco y sin decir adiós entró a su salón dejando al pobre Jeno un poco idiota por esa simple mueca en sus labios.

Como era obvio, el entrenamiento sería postergado hasta que el clima estuviera en condiciones. El entrenador Woo podía ser muchas cosas, pero jamás una mala persona y Jeno lo agradecía demasiado, porque su mente no lo ayudaba a concentrarse en nada más que en la linda sonrisa de Renjun.

Volvió a casa temprano y secó la remera como si su vida dependiera de ello. Sacó algunos dulces y pasteles y los puso en su bolso para poder ir a casa de Renjun.

—¿Lee Jeno? —el lindo chino lo dejó entrar a pesar de que no tenía ganas de verle la cara.

—Traje tu remera, huele bonito y la mancha que los idiotas trataron de dejarle no existe —Renjun asintió—. Traje algunos dulces para comer, así que invítame a tomar té o café, me da igual.

Renjun levantó una ceja. —¿Este fue tu plan?

—Eres muy inteligente —Jeno asintió feliz.

—¿Te han dicho que pareces un perrito? —Jeno mordió sus labios y bajó la cabeza con una sonrisa—. ¿Por qué actúas así?

Jeno no dijo nada y solo miró a Renjun. —No sé de qué hablas, Huang Renjun —caminó al sofá y se sentó como si fuera el dueño de casa—. ¿Te gustan los pasteles?

El más bajo volvió a reír por lo disperso que Jeno era. —Si, claro. ¿A quién no?

A pesar de que no parecía tener ganas de compañía, Renjun preparó algo de su té favorito para compartirlo con ese lindo perrito que lo esperaba en el sofá.

No conversaron demasiado porque Renjun estaba demasiado ocupado robándole comida a Jeno. —¡Tienes el mismo pastel!

—Pero sabe más rico el tuyo —aunque quería protestar, el simple hecho de tener a Renjun cerca de su rostro hacía que Jeno accediera fácilmente.

Pasadas las ocho de la noche Renjun echó a Jeno de su casa, sin pasteles y tampoco su remera de vuelta.

Al día siguiente Lee Jeno no pudo ir a la escuela, se enfermó de regreso a casa.

Mark apareció el sábado por la tarde. No había podido ir antes porque había estado en detención toda la semana y su mamá lo castigó por lo mismo.

—¿Cómo te sientes? —preguntó sentándose junto a él en la cama.

—Mejor que los primeros días, creí que moriría... ¿has hablado con Renjun?

El mayor negó divertido. —Estás enfermo y lo único que piensas es en tu novio Renjun. No, no hablé con él porque al parecer se fue de la escuela.

Jeno se levantó de la cama lanzando el paño húmedo al suelo, Mark se burló de su reacción. —¿Qué es tan gracioso?

—Dime la verdad, Lee Jeno. ¿Te gusta mucho ese chico o solo sientes curiosidad todavía?

—Pensé que ya habíamos pasado por eso...

—Han pasado a penas unos días, Jeno. El lunes hablaste con él, lo defendiste de esos idiotas y el martes te enfermaste. ¿Cómo cambió esa curiosidad a algo más intenso en poco tiempo?

(Gᵢᵥₑ ₘₑ) Attention /NoRenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora