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Jimin al escuchar aquellas palabras dichas por su padre, no lo dudo y salió corriendo dejando a Hoseok con la palabra en la boca. Sabía que su amigo quería un bien para él pero se sentía dolido.

Le dolía demasiado cómo lo dejaban fuera de todo por solo ser un Omega, se ha esmerado en demostrar que es muy fuerte, no solo su actitud, también su fuerza física, desde hace varios años se ha mantenido entrenando su cuerpo para poder soportar cualquier tipo de pelea y lo  logró, es capaz de darle pelea a cualquier alfa que se le ponga en frente.

Había ganado masa muscular haciendo que en sus brazos se notarán unos leves músculos al igual que su abdomen se marcara mostrando así el resultado de su arduo entreno.

Detestaba haber nacido como un Omega, detestaba el tiempo en el cual tuvo que nacer ya que siempre tomaban al Omega como el más débil y sumiso cuando no era así, quería cambiar eso, que todo acabará de una vez.

Llegó a su casa, en su habitación dejo su espada antes de quitarse toda su ropa quedando desnudo. Vio su figura a través del espejo y después suspiró.

Tenso sus músculos para así poder transformarse en un gato blanco de mediana estatura y de ojos verdes. Si, cuando se transformaba sus ojos cambiaban de color haciendo mostrar que su lado Omega tomaba el control.

Salió de su casa cuidando de que no lo notarán y corrió metiéndose en el espeso bosque. Quería correr y sentirse libre en ese momento, por eso mismo dejaría salir a su Omega y correría hasta donde el quisiese.

Movía sus patas con rapidez saltando y esquivando los árboles a su alrededor, al ser un gato tenía más agilidad y le resultaba más fácil hacer eso, escaló un árbol y volteo a ver notando que estaba cerca de una cueva que muy bien conocía, se acercó un poco y al verla muchos recuerdos llegaron a su cabeza.

—¿Estás seguro qué quieres hacer eso?

—¡Claro que si! — exclamó efusivo el pequeño Omega de tan solo 14 años —Quiero que me enseñes a pelear, no quiero que me tomen como un Omega débil.

—Si tu padre se da cuenta que estás a solas conmigo, se molestará — trato de hacerlo cambiar de opinión.

—No me importa, ¡Quiero ser igual de fuerte que tú! — al ver la convicción del Omega no se pudo negar.

—Esta bien — suspiró y Jimin celebro al ver que había logrado lo que quería —Solo que no seré suave — advirtió — Si quieres ser fuerte, te entrenaré al igual que nos entrenan a nosotros los alfas.

Él asintió feliz.

—Muchas gracias — lo abrazo con fuerza —Te prometo que no te decepcionarás de mi.

Sacudió su cabeza tratando de despejar su mente, le dió un último vistazo a la cueva y retomó su camino, si se ponía a recordar más cosas, se sentiría mal y no quería eso.

Atravesó el rio por unas rocas que salían a la superficie permitiéndole el paso y se detuvo al encontrar un árbol muy frondoso.

Daba suficiente sombra pero a través de sus hojas se colaban los rayos del sol golpeando de forma cálida su rostro, ese lugar le daba demasiada paz, ya había sobrepasado el límite de dónde conocía, en dónde estaba era nuevo pero estaba tranquilo porque sabía que aún permanecia dentro de los límites de su manada.

Se sentó sobre sus patas traseras y se entretuvo viendo cómo las hojas del árbol se mecían por la suave brisa haciendo que los rayos del sol se distorsionara dándole una maravillosa vista.

La comodidad que sentía al estar en aquel lugar era enorme, se encontraba rodeado de paz y el clima tan bueno hacia que su cuerpo se relajara por completo.

Soy tu alfa y tu mi Omega Donde viven las historias. Descúbrelo ahora