Capítulo 41

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-¡Nos vemos, Mayura-sama!-

-¡Por favor, cuidese mucho!-

-¡Vaya con cuidado, Mayura-sama!

-¡Muchas gracias por su hospitalidad!- agradecí a todos los que ayudaban en la casa Ikaruga.

Después de haberme quedado hablando con Shimon- y casi rogándole, con éxito, para entrenar juntos, ya que necesitaba desahogarme - todos los miembros de la casa Ikaruga habían sido el doble de hospitalarios. Algo que me estaba ahogando de cierta manera. Lo agradezco, pero no sentía correcto que lo hicieran..., no ahora. La mentira descarada, que le dije a mi amigo por la mañana, se repetía sin descanso en mi mente haciéndome sentir más enfadada conmigo misma. Debía decirle, pero ¿Por dónde empezar sin arruinar nada? No podía contarle. No podía hacerlo, porque quería proteger el futuro de todos... el futuro de ella.

-¿Todo bien?-

Miré a mi lado para ver a Shimon parado a un costado mío. Volví mi mirada hacia abajo para seguir colocándome mis zapatos. Estoy parada en el genkan con mi bolso cruzando mi pecho. El sol ya está a punto de colocarse en el horizonte. Shimon se había ofrecido en dejarme en el dormitorio del instituto, pero me negué agregando que estaba bien y no pasaría nada malo. Es alguien muy atento y gentil. Tragué mi mal sentir y puse una pequeña sonrisa en mi rostro.

-Sip- respondí enderezando mi postura y dando un paso hacia la puerta de entrada.

-Bien- dijo él con su típico tono monótono mientras me observaba con cautela.

Comencé a apretar mi pulgar hacia mi palma para distraerme y no poner al descubierto lo nerviosa que me ponía que me viera así. Debo salir de aquí, ¡Ahora!

-¡Mayu!-

Apretando mis labios con frustración, miré tras Shimon quién se había volteado al escuchar el llamado. Unos grandes ojos de un tono celeste, con emociones que no supe identificar, miraron directamente a los míos. No había podido despedirme de Sayo-chan, porque sabía que me preguntaría, al igual que lo hizo su hermano, lo que sucedió anoche. Definitivamente, no tengo que volver a venir aquí hasta que no ponga en orden mis propias emociones y recuerdos de mis vidas pasadas.

-Chiiko, sabes que no debes correr por los pasillos- Regañó con suavidad Shimon en tanto fruncía el ceño.

-Lo siento- se disculpó Sayo riéndose por lo bajo.

Ladeé mi rostro observando el rostro de la menor de los Ikaruga. Algo en sus facciones me indicaba que le estaba dando muchas vueltas a algo.

-Shimon- lo llamé haciendo que él volteara a verme al instante- Creo que he olvidado mi móvil en el cuarto de Sayo-chan, ¿Podrías traerlo, por favor?

Él comenzó a levantar una ceja, haciéndome sudar en frío, y después soltó un suspiro. Shimon, en definitiva, me estaba haciendo sentir nerviosa.

-Bien- aceptó mientras daba media vuelta avanzando por los pasillos.

¿Por qué sentía que me estaba aprovechando de él? Negué con lentitud, en tanto centraba mis pensamientos. No es momento de darle vueltas a eso. Observé a Sayo-chan mientras miraba por donde había ido su hermano y después volteó a mirarme a mí con una ceja levantada y una sonrisa sarcástica.

-No había nada tuyo en mi cuarto...- aseveró con una sonrisa ladeada.

-No, pero sentía que querías hablarme de algo privado- respondí haciendo que su sonrisa se borrará.

Ladeé mi rostro sin entender su reacción. ¿Qué era lo que la atormentaba?

-Sabes... siempre cuando mis hermanos o los miembros de la casa van a una misión siento... angustia-

Todo es cuestión de tiempo - Primera ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora