Encuentros predestinados

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El día estaba fresco. Era 7 de abril, mediados de primavera. El aire que acariciaba mi rostro me despejaba de los pensamientos oscuros de mi corazón. Lo de Hiinatsuki. Apreté mi agarre al manubrio de mi bicicleta tras recordar mi fatídico primer error, hace ya 4 años. A mis 16 años nunca imaginé sentir toda esta impotencia y ansiedad carcomer mi alma. Con un suspiro profundo, me concentré en mi camino. Me dirigía a la "Nueva Residencia" donde vivían Rokuro y Adashino-san,...por costumbre de entrenar. Ellos eran conocidos por los exorcistas como "Las estrellas gemelas", quienes concebirán el "Miko". Este bebé es el que pondrá fin a la batalla de 1000 años entre Kegares y exorcistas. Un bebé, ¿Con toda esa carga?

Miré el cielo despejado y, otra vez, puse mi mirada al frente. Mis visiones... habían parado desde el fatídico día. Eso debió alegrarme, mas solo me hizo sentir más débil e impotente. Apreté mis dientes y frené mi conducción. Si hubiese tenido mi don,...hubiera previsto tantas cosas. Tantas. Como: la llegada de Adashino- san, la herida de mi padre creada por Yuuto, la batalla que tuvieron las estrellas gemelas. Todo. Pero no pude. Tragué saliva para pasar el nudo que se había formado en mi garganta. Mi vista se comenzó a nublar por las lágrimas retenidas. Lágrimas de impotencia. Maldición. Si tan solo fuera más fuerte. Por ello, quise tomar ese camino negado por mi padre desde que nací y más aún desde que mi don apareció. Ser una exorcista. Para poder proteger a todos mis seres queridos.

Al momento de llegar a la nueva residencia, reparé en lo que me había dicho mi padre: "No tienes talento para ser exorcista". Con un suspiró derrotado entré a la casa y deje que mis pies me condujeran a los vestidores. Sus palabras duras solo calaron más en mí. Después de que decidiera volverme una exorcista, quise demostrarle y demostrarme muchas cosas, pero fue inútil. Entonces, ¿Por cuánto tiempo planeo continuar con esto? Quería luchar junto a Rokuro y Adashino, quería ir con ellos a la isla, ¿Acaso fue un sueño temerario? Con un nuevo nudo de impotencia y un vacío en mi estómago, abrí la puerta del vestidor.

NO.

PUEDE.

SER.

-¡¿EH~?!- exclamé con los nervios a flor de piel

Un chico. Un chico desnudo. ¡¿Qué pasa aquí?! Sus ojos como el hielo me miraban de manera oscura. Sentía los colores de un rojo vivo, como su cabello, en mi rostro.

-¡¿YO?!...¡No~!... ¡Eh~!- farfullé mientras miraba entre la puerta y él

-Oye,... ¡Cierra la puerta!, ¡Cuánto más te vas a quedar ahí! ¡¿Eh!?- exigió con molestia el desnudista

-¡¡Perdón!!- grité mientras cerraba la puerta de un sopetón

¡¿Quién era él?! Mi corazón latía a mil por hora mientras me apoyaba en la puerta. Son estos momentos los que más hubiera deseado prever. Con las manos tiritando por la vergüenza me dirigí corriendo escaleras arriba mientras gritaba por los nervios. Cuando llegue a la puerta principal vi a Adashino entrando y, sin esperar nada, me lancé vociferando que había un extraño al mismo tiempo que Rokuro.

-¡Eso fue tan cruel, huir gritando así!-

Al voltearme vi a una niña pequeña. Una niña pelirroja con ojos color cielo. Al observarla sentí algo dentro de mí. Algo peligroso. Una sombra oscura y tenebrosa rodeaba a la niña.

-¡...de todos los servicios que te di la última noche!- siguió reclamando la pequeña niña

Ahí fue cuando este presentimiento oscuro y mi cerebro se desconectaron, solo concentrándose en el mujeriego experto roba cunas. Rechinando mis dientes, tanto Adashino y yo, quisimos darle una lección a Rokuro, pero fuimos interrumpidas por la pequeña niña que gritaba cosas sin sentido. Cuanto más la veía, más sentía este presentimiento oscuro.

Todo es cuestión de tiempo - Primera ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora