Capitulo 25

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-Oh~... vamos, vamos... aún no se ha terminado~- apremió con retintín mi maestra

Estaba tirada en el suelo- exactamente en el suelo del dojo de entrenamiento de la casa Mitejima- intentando levantarme, pero era inútil. Mis músculos estaban destrozados por la semana de entrenamiento que he tenido que aguantar. Las quejas que hice, en mi entrenamiento con Shimon, eran verdaderamente ridículas a comparación de las que me nace hacer sobre el inferno de explotación espartana por parte de mi maestra, Subaru Mitejima.

-Si no te levantas, agregaré una hora más de entrenamiento- soltó una risita sutil haciendo que un temblor surcara mi espina dorsal- ¿Qué te parece que sea una pelea contra mí? Puede ser con los ojos vendados...-

-¡Ya estoy levantada!- exclamé con un chillido mientras me ponía en postura militar.

Ella me quedó mirando con una sonrisa complaciente. En serio, esto es peor que el entrenamiento con mi padre. Solté un suspiro mientras me estiraba un poco para destensar mis músculos. Tengo que seguir esforzándome. Debo ser lo suficientemente fuerte para la próxima batalla contra Yuuto. Mordí mi labio inferior mientras recibía una mirada escrutiñadora de mi maestra. La visión que tuve. La muerte de Shimon. Todo. Me persigue desde el torneo haciéndome temblar y tener pesadillas por mi debilidad.

Tragué fuerte mientras cerraba los ojos para olvidarme de ese pensamiento. Aún recuerdo el día que el torneo terminó...

*** 1 semana antes ***

No escuchaba nada.

No podía pensar en nada más que en la visión que no pude detener.

...y la visión que se proyectó momentos antes de mi calvario.

Quería gritar. Quería llorar, pero, simplemente, no salía nada de mí. Después de que me echaran, de la sala de emergencia del torneo, simplemente me quede estancada mirando las puertas y el letrero de atención encendido. Mi cuerpo temblaba por la impotencia y el llanto contenido. Él hizo todo por mí. Todo. ¿Cómo se lo pague? Apreté mis manos en mi pantalón corto que tenía mientras veía tras la ventana del carro- que nos recogió del puerto de la isla donde se encontraba la casa Amawaka- que está yendo a mi hogar.

La lluvia de verano cristalizaba con suaves lágrimas mi ventana. Lágrimas que mi cuerpo contenía y hacía que un dolor punzante se instalara en mi pecho. Sabía que Yuzuru-san se encontraba a mi lado y sabía lo preocupada que se encontraba por mí, pero no puedo ni quiero decir algo, porque, si digo algo, mi cuerpo se romperá en mil y un fragmentos.

Al momento que el carro estacionó frente a mi hogar, salí sin importarme que la lluvia me mojara. Quería que las gotas limpiaran la culpa que carcomía a mi alma, pero era imposible. Los ayudantes de la casa solo me veían pasar sin decirme una palabra mientras mis pasos eran engullidos por la madera que crujía con estos. Al momento de llegar a mi habitación y cerrar el shoji tras de mí, fue cuando mis sentimientos explotaron. Llevé una mano a mis labios engullendo el leve grito que salió entre estos. Caí sentada apoyándome en mi puerta, mientras tapaba mi rostro para detener las lágrimas que caían mojando mis piernas. Esta acción me trajo un recuerdo vago... el recuerdo de mi primer gran error... Hiinatsuki.

-Lo siento... Lo siento... Lo siento... Lo siento... Lo siento... Lo siento... Lo siento... Lo siento...- recité con mi voz resquebrajada sin parar.

Las horas pasaban mientras sentía mi cuerpo temblar por el llanto demoledor. Me sentía una inútil e impotente.

-...Mayura-sama...-

Di un brinco mientras escuchaba el leve golpeteo en mi puerta. Me comencé a abrazar a mi misma para poder recomponer los pedazos rotos de mi corazón. Esto era demasiado.

Todo es cuestión de tiempo - Primera ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora