Capitulo I ( parte 4)

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Su mente, nublada y enredada en ideas inconclusas, difuminaba la posibilidad de que un colapso arrasara con lo poco rescatable que quedaba en su interior. En medio de aquella densa niebla que cubría su imaginación, una tenue luz apareció, sugiriendo una salida para su desgastada y miserable existencia. Esa esperanza consistía en visitar al especialista, una decisión que había tomado desde el principio, aunque había postergado por demasiado tiempo. Tras varios minutos de caminata, finalmente llegó a la avenida Dolson.

Al entrar en la consulta psiquiátrica del doctor Robert, Nick se acercó a la recepción para preguntar por él. El doctor estaba ocupado, así que tuvo que esperar a que terminara de atender a sus pacientes.

Sentado en el angosto pasillo, la impaciencia lo consumía mientras miraba a su alrededor, como si el tiempo se hubiera detenido. Se permitió un momento de reflexión: ¿Qué clase de problemas tendrán los demás pacientes que vienen a ver al doctor Robert?

Primero vio salir a una mujer mayor, con un pañuelo apretado sobre su boca y la mirada fija en el suelo, como si ahí estuviera la respuesta a su tormento. Nick, en su habitual tendencia a juzgar, concluyó que era una viuda, condenada a la compañía de la soledad.

Aquel fotógrafo sentía que los problemas de los demás palidecían en comparación con los suyos. No comprendía cómo esas personas necesitaban de un especialista para limpiar sus almas de culpas y trabas. Con ironía, pensó: ¿Por qué no van a la iglesia a expiar sus pecados con Dios? ¡Al menos les sale gratis!

Tras unos minutos más, salió el último paciente: un joven con la mirada perdida y los ojos desorbitados, alguien que parecía atrapado en los rincones más oscuros de la esquizofrenia. Nick ironizó una vez más para sí: Este tipo ve cosas que nadie más ve. Quizás ya ha visto a Dios y podría comunicarse con Él para purificar su alma.

Por fin, después de lo que pareció una eternidad, la puerta del consultorio se abrió. Nick se acercó, incapaz de ocultar su ansiedad.

—Doctor Robert, soy Nick, el que salvó la vida de su hija. ¿Me recuerda?

—¡El fotógrafo héroe! ¿Cómo iba a olvidarte? Gracias a ti, mi hija sigue con nosotros. ¿En qué puedo ayudarte?

—Necesito su ayuda —respondió Nick, con un nudo en la garganta.

—Por supuesto. Adelante, pasa.

—Gracias, doctor.

Nick, nervioso pero esperanzado, seguía al médico con la expectativa de que él fuera la clave para liberarse de su propia desesperación. El doctor le pidió que se recostara en la camilla. Mientras observaba el techo, Nick escuchó con atención sus preguntas.

—Nick, ¿qué te está haciendo sentir tan mal?

—La verdad, doctor, nada me sale bien. Siento que mi vida es una porquería, y eso me tiene angustiado.

—Si no crees en ti mismo, nunca lograrás nada. ¿Por qué crees que las cosas no te salen?

—Supongo... ¿porque soy demasiado negativo?

—Exactamente. Estás cargando una pesada negatividad, alimentada por tus fracasos y decepciones.

La Senda de las Almas, El Espejo Astral.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora