C A P Í T U L O 4

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Narra Cinco

—Que bien que si volvió, ¿no? —Klaus me susurro.

—Ajá.

—Y es linda.

—Si tu lo dices —seguí en mi posición en la fila.

—Oye Cinco —Diego me hablo—. ¿Me prestas tu lápiz de brillos? -rió.

—Es solo un estúpido lápiz —puse los ojos en blanco.

—Tranquilo brillitos.

Lo sabía y se lo dije a esa niña.

Iba a responder pero papá llegó a nosotros y abrió la sala de entrenamiento, nos hizo pasar y nos acomodamos por número. La Academia Umbrella debía entrenar bastante para proteger a quien lo necesite, no sólo era entrenar nuestro poder, sino estar preparados para la lucha de cuerpo a cuerpo.

—Número siete, al centro —Vannya se colocó—. Ayer tuviste un gran avance en tu poder, destroza ese pedazo de concretó.

Vannya asintió e hizo una bola de energía que impacto directo al cubo de concreto, no lo rompió pero si que causó un gran daño; Vannya era muy poderosa pero temía usar su poder y lastimarnos.

—Sin miedo, Número Siete —papá anotó algo en su libreta-. Número tres, haz un rumor al resto de tus hermanos, a todos a la vez —ella asintió.

—Oí el rumor... —sentí una pesadez en todo el cuerpo—. Que... ustedes... —le costaba trabajo mantenerse firme—. Saltaban.

Yo dejé de sentir esa pesadez pero vi a Klaus y Luther dar un brinco, nadie más lo hizo.

—Más concentración Número Tres —volvió a anotar—. Número Cinco, ve más lejos esta vez.

Asentí, papá quería que pudiera dar saltos espaciales de gran distancia. Me concentré y lo hice, llegué a las afueras de la ciudad y vi una cafetería de carretera, entré de prisa.

—Disculpe —le hable a una mesera—, quiero un emparedado de pavo.

—Claro.

En menos de cinco minutos tenía una bolsa de papel con el logo de la cafetería y volví a la academia, Luther acababa de hacer trizas un cubo de concreto como el de Vanya, le mostré la bolsa a papá y volví a mi lugar.

—Es de pavo —Klaus me arrebató la bolsa—, mi favorito.

—Lo sé —susurre para mí.

—Quiero pensar, Número Cinco, que tú tardanza fue por eso.

—Lo fue, siempre pides evidencias de mis viajes y esto era lo único —hablé firme.

—Bien, pues en tu pequeña ausencia hemos terminado con tus hermanos —se alejo un poco—. Número dos y Seis, al centro y luchen. Número Cuatro, deja de comer.

Klaus dio un último mordisco al emparedado y lo guardó. Diego y Ben se colocaron para pelear, ambos lo hacían bien, pero fue Diego quien ganó; pasaron Allison y Klaus donde él prácticamente se dio por vencido sin siquiera intentar y después pase con Luther.

Con Luther no podía aplicar fuerza, sería estúpido, con él debía pelear con estrategia usando su poder en su contra. Intentó golpearme pero lo esquivé, lo patie en el estómago pero ni siquiera se movió. Me teletransporte detrás de él y quise tomarlo por el cuello, pero en cambio, recibí un golpe con codo directo en el ojo derecho, me tambalee dando dos pasos atrás sintiendo el dolor.

—Bien hecho, Número Uno —papá me miró—. Ve con Grace —asentí.

Caminé hasta la base de carga donde sabía que estaría mamá, ella me miró y enseguida fuimos a la enfermería. Me dijo que tenía un pequeño corte en el pómulo y que muy probablemente lo tendría hinchado, pelear con Luther era a veces tan sencillo como complicado. Subí a mi habitación y me senté en la cama, me dolía el ojo.

La fuerza del corazón || CHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora