El plan es sencillo, solo voy, llamo a la puerta y pido hablar con él, un plan sencillo para un lugar como este. La Academia Umbrella era realmente importante y estaba claro que no sería tan sencillo como parece y eso estaba bien, pero no tenía mucho tiempo. Toque la puerta y espere pacientemente pero mis nervios aumentaban y solo pensé en una cosa...
Correr.
Me aleje un poco de la puerta escondiéndome, vi como esta se abrió y volvió a cerrar, suspiré rendida, era la cuarta vez que me pasaba; camine y di vuelta en el callejón, odiaba terminar arruinando mi propio plan. Mire la escalera de incendios y la ventana del tercer piso.
Su habitación.
Podía ser considerada una acosadora y quizá lo era, había estudiado durante meses a los Hargreeves, pero en especial a uno de ellos, el quinto, específicamente. Sabía que esa ventana del tercer nivel era su habitación, me plantee subir por ahí.
¿Sería buena idea?
Me acerque a la escalera de incendios, di un pequeño brinco y pude bajarla, subí por ella y después la levante dejándola en la posición inicial, seguí subiendo hasta el tercer piso; la habitación del chico estaba vacía y la ventana estaba ligeramente abierta, la abrí más para poder entrar.
Ahora estaba allanando una propiedad privada, era una criminal.
La habitación era sencilla y no tenía muchas cosas, en el escritorio había libros y varias libretas, tomé uno de los libros del montón, era el Conde de Monte Cristo y fue cuando escuche pasos y voces, dejé el libro y sabía que no alcanzaría a salir por la ventana así que me metí bajo la cama.
—Estoy agotado —la puerta se abrió, vi dos pares de pies—. Los entrenamientos de papá cada vez son más pesados.
—Deja de quejarte tanto, Klaus —su voz, su linda voz.
—Ya, está bien... ¿Qué tienes? Estás mirando el lugar como si no lo conocieras.
—Mi libro está fuera de lugar murmuró.
—Seguro lo dejaste ahí.
—Imposible, tengo todo en orden y la ventana está abierta, jamás la dejo así. Alguien entró aquí —cerré mis ojos con fuerza.
—No exageres Cinco, seguro así dejaste tu la habitación y no lo recuerdas —rió.
—Es que...
—Ya, ya, solo cierra la ventana y ya. Te veo al rato, le dije a Benerino que iría con él —camino a la puerta.
—Nos vemos.
Klaus salió de la habitación y Cinco camino a la ventana, escuché que la cerró y después fue a su escritorio donde deje el libro, solo podía ver sus pies; lo vi caminar a la cama y mi corazón se aceleró, giró sobre sus talones y se lanzó a la cama, el colchón rechinó un poco. Ahora sólo tenía que esperar a que saliera de la habitación e irme yo.
—No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor —hablo despacio y en voz alta—. Es una frase del Conde de Monte Cristo —mi corazón latía al mil por hora y eso no era bueno—, dime algo, ¿esa frase es cierta? Te has metido en un peligro que no conoces —me hablaba a mí—. Sal en este mismo instante —se puso de pie—. Sal por las buenas o te haré salir yo —no sabía qué hacer—. Contaré hasta tres y quiero que salgas...Uno...Dos...
—Ya, está bien —me rendí y salí rápido, me miró.
—Bueno, estoy sorprendido —me miró de arriba a abajo—. Esperaba algún ladrón, no una... Niña.
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La fuerza del corazón || CH
Fanfiction¿Qué tan fuerte puede ser un corazón? Ese que late casi 100 veces por minuto, ese al que culpamos por enamorarnos y al que tratamos de cuidar de que no lo rompan. -¿Por qué no me lo dijiste antes? -Miedo. ¿Qué tanto podría soportar antes de quebrars...