C A P Í T U L O 1 6

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Octubre terminó y Noviembre pasó casi volando, ahora era diciembre y la nieve comenzaba a caer. Cinco y yo seguíamos nuestra rutina, pasábamos tiempo juntos, normalmente en su estudio, sólo le faltaba un cuadro para terminar y el rumor de Allison funcionó haciendo que Reginald realmente dejará en paz a Cinco sobre la pintura. Aún así a veces salíamos de la Academia, íbamos a tomar café, a caminar por el parque e incluso pasar tiempo con mi familia.

Ahora esperaba a que volviera, Cinco había entrado a comprar dulces para mí; miraba la calle cuando a lo lejos vi la tienda de arte donde había estado comprando los materiales que Cinco iba necesitando, me acerque ahí y en la ventana vi un hermoso estuche de pintura, entre por inercia.

—TN, hola, ¿vienes por mas pintura? —la dependienta de la tienda ya me conocía de sobra.

—Hola Mari, no, hoy no pero... ese estuche de la ventana —señalé.

—Un increíble estuche para cualquier amante de la pintura y el dibujo —sonrió.

—Quiero uno —sonreí.

Mis ahorros se fueron en comprar ese estuche y para mi desgracia no tenía donde guardarlo, le pedí a Mari que me lo guardara y vendría después por él, cosa por la que acepto; salí de la tienda y vi a Cinco mirando a todos lados.

—¿Buscas a alguien? —sonreí.

—A una acosadora muy escurridiza, la verdad —rió y me entregó una bolsa de mis dulces favoritos.

—Gracias —besé su mejilla y comí un dulce.

Caminamos hasta llegar al parque, nos sentamos bajo un árbol viendo a la demás gente que paseaba por ahí, Cinco estaba recargado en el tronco del árbol y tenía los ojos cerrados, se veía relajado. A mí lado había una ardilla comiendo su nuez, me era costumbre traer mi mochila y dentro mi cámara, la saqué con cuidado de no asustar a la ardilla, busqué un buen ángulo y tomé unas cuantas fotos.

—Estoy seguro que será una gran foto —mire a Cinco, me sonrió.

—Gracias.

—Estaba pensando —tomo mi mano y comenzó a jugar con mis dedos—, es prácticamente seguro que ambos vayamos a París y yo pensaba que quizá podríamos no sé... rentar un lugar para los dos —lo miré sorprendida—. Quizá incluso comprarlo, no lo sé, podríamos quedarnos completamente juntos en París, yo llegaré un año antes que tú así que podría buscarnos una lugar y así cuando llegues allá, tendremos un... un hogar solo para los dos —sus dedos se entrelazaron con los míos.

—¿Vivir juntos? —susurré.

—Vivir juntos —sonrió de lado—. Solo si quieres, claro.

—Si quiero —sonreí.

—¿En serio?

—Si —reí—. Bueno, podemos buscar la manera de pagarlo, nada es imposible.

—Te prometo, que tendrás un hogar al llegar a París, no tendrás que preocuparte por eso, dejamelo a mi —sonrió besando mi mano.

—Gracias —sentí mis mejillas arder—. Pero te equivocaste —frunció el ceño.

—¿En qué?

—No seremos sólo dos, seremos tres —frunció más el ceño—. Tú, yo y... Klaus —reí al ver su expresión de fastidio.

—Que duerma en el río Sena si quiere —puso los ojos en blanco.

—No seas malo —reí.

—Bien, pero dormirá en el sofá —negué divertida.

La fuerza del corazón || CHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora