C A P I T U L O 2 0

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Dos semanas: Dos semanas han pasado desde la discusión; mis padres están aún un poco molestos conmigo pero han tenido que aceptarlo, Maite no está mejor que ellos pero según como lo dijo, es mi mejor amiga y siempre iba a estar a mi lado. A diferencia de ellos, Cinco no ha vuelto y yo no lo he buscado.

Maite me acompañaba mientras terminaba la edición del periodico de esta semana, nos encontrábamos en el cuarto oscuro donde revelaba las fotografías, aprovechaba para revelar las fotos que tomé junto a Cinco aquella tarde.

—¿No piensas buscarlo? —dijo mientras tomaba unas de mis fotos que ya estaban listas.

—No... no lo sé —suspiré—, ¿debería?

—Deberían hablar, ese día ambos estaban mal, deberían arreglar las cosas.

—Pero tampoco me ha buscado.

—Los dos son un tanto orgullosos —puso los ojos en blanco.

—Quizá tienes razón.

Maite tenía razón, debía intentar arreglar esto, si iba a la academia podíamos hablar y quizá él entenderme. Quizá si le explicaba con calma como me sentía, lo entendería.

—Tienes razón, iré ahora.

Ambas sonreímos y me ayudó a guardar todo y a poner en orden mis fotografías; caminamos juntas en dirección a la academia, estaba un poco nerviosa. Maite me dejó en la entrada del callejón, me abrazó y subí las escaleras de incendios mientras ella se iba de ahí.

La habitación de Cinco estaba vacía, había cosas tiradas, su escritorio era un desastre, toda su habitación lo era. Era extraño. Cinco jamás tendría la habitación en este estado, no era propio de él.

Supuse que estaría pintando, iba con cuidado caminando a esa habitación cuando escuché un cristal romperse y gritos sin forma o entendibles, baje las escaleras lo más rápido que pude.


...


Narra Klaus.

Minutos antes.

Suspiré viéndolo, era el tercer día haciendo exactamente lo mismo. Papá había salido hace exactamente tres días a un viaje de negocios, se iba toda una semana, y Cinco llevaba los tres días consecutivos bebiendo tanto que empezaba a creer que pronto entraría en coma etílico.

Se terminó de un trago el vaso de coñac. Todos aquí pensaban que yo era un estúpido inútil que solo le causaba problemas a Cinco, y quizá era cierto, pero no era lo suficientemente estúpido como para dejar que se destruya de esta manera.

—Deberías dejar de beber —me acerqué a él y río.

—¿Tú me dices que deje de beber? —habló arrastrando las palabras. Tomó la botella—. Mejor cállate y bebe conmigo. Te encanta estar ebrio.

—Así no, Cinco.

Intenté quitarle la botella pero se teletransportó un metro lejos de mí. Dí otro suspiró, los demás entraban a la estancia cuando Cinco daba un trago directo de la boquilla.

—¿En serio? Sigues bebiendo.

Allison se cruzó de brazos molesta, Cinco volteo los ojos y la ignoro dando otro trago.

—¿Te das cuenta que en cualquier momento podríamos tener una misión y tú estás ebrio?

—Puedo ir a cualquier estúpida misión y sería mejor que tú, mejor que cualquiera de ustedes —dio otro trago.

La fuerza del corazón || CHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora