C A P Í T U L O 1 3

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Narra Cinco.

Diego había dejado de molestar a Klaus y evitaba siquiera estar en la misma habitación que yo, claro, eso le era imposible cuando éramos obligados por papá. Papá le había ordenado a Pogo que inspeccionara mi habitación en busca de cualquier instrumento de arte, tenía todo escondido en los conductos de aire de mi habitación, no encontré mejor lugar.

Le pedí a Allison que aún no hiciera el rumor pero que si lo necesitaría, le pediré que lo haga cuando comience a pintar nuevamente. Ayer TN y Klaus me convencieron para ir a esa escuela, ahora esperaba que todo saliera bien.

TN no había llegado, eran casi las cinco y ella no aparecía, pero me suponía que estaba ocupada con la escuela, al final era martes. Miraba por la ventana por si es que la veía llegar, pero no pasó.

—Hermano, hay que entrenar —escuche a Klaus.

—Si, lo sé —suspiré.

—¿Vienes?

—Si, vamos ya —salimos de mi habitación.

—¿Qué te pasa?

—Nada, solo... me acostumbre a que esa niña venga todos los días, es raro que no lo hiciera —me detuve pensando—. ¡¿Y si le paso algo?!

—Pudo estar ocupada, no te preocupes tanto, además, ¿qué le pudo haber pasado? Ni que fuers a morir —rió, el pánico se apoderó de mí.

¿Y si se puso mal? ¿Y si su corazón...

—Tengo que ir a buscarla —iba a irme pero Klaus me detuvo.

—Hey, tranquilo, quizá está por ahí haciendo tareas o jugando a la reportera. No tiene que estar todos los días contigo, relajate —no dije nada, él no entendía—. Tenemos el entrenamiento y si no vas, papá no se pondrá muy contento, estaremos en problemas -suspiré.

—Está bien, vamos antes de que me arrepienta.

Espero que estés bien, niña acosadora.

Llegamos al mismo tiempo que papá, nos hizo entrenar y nos puso en combate tres veces seguidas; mi cuerpo dolía y sabía que mañana tendría moretones por todo el cuerpo, había estado muy distraído pensando que TN podría estar mal.

—Te note distraído hoy —Klaus subía conmigo las escaleras.

—Me preocupa no saber de ella.

—Si que estas enamorado —me detuve viéndolo.

—Nadie habló de estar enamorado —fruncí el ceño.

—Vamos hermano, te he visto cuando estás con ella, te gusta.

—Me gusta mucho, si, pero hay un abismo entre que me guste y esté enamorado.

—¿Por qué quieres negarlo?

—Klaus, no estoy negando nada. TN es linda, preciosa a decir verdad, me gusta mucho y es genial tenerla cerca, pero no estoy enamorado de ella.

—Pero pintaste por ella, has cambiado un poco por ella —asentí.

—Porque me gusta, Klaus, me gusta en serio pero nada más.

—No, te conozco, ella no soló te gusta... Sabes bien que estas perdidamente enamorado de ella, no se porque no quieres aceptarlo, pero esta bien, te dejaré mentirte a ti mismo.

Seguí solo mi camino hasta mi habitación, me dejé caer a la cama; no iba a negar que TN me gusta pero tampoco iba a mentir diciendo que me enamore y mucho menos, con que la amó. Ahora solo quería que ella esté bien.

...


Desperté y hubiera deseado no hacerlo, mi cuerpo dolía por completo, me levanté más obligado que otros días y me di una ducha, baje a desayunar antes de que mamá tocará la campana.

—Querido, aún faltan quince minutos para el desayuno —mamá sonrió.

—Desperté antes, no pude dormir muy bien —hice una mueca.

—¿Por qué tu amiga no vino? —la miré con sorpresa—. Tranquilo, es nuestro secreto —sonrió, suspiré resignado.

—En parte, me asusta pensar que le pasó algo, está enferma y no se...

—Tranquilo, seguro que hoy viene.

Mamá me dio una última sonrisa y fue camino a la cocina por las cosas faltantes. Desayuné, papá dio clases y dieron rápidamente las cuatro de la tarde y ya planeaba ir a casa de TN, pues aún no venía, cosa que agradezco no haber hecho pues en ese mismo instante la ventana se abrió.

—¿Dónde estabas? Pensé que —suspiré—... ¿estás bien?

—Hola a ti también —rió—. Estoy muy bien, ayer tuve que ir a comprar varias cosas —sonrió—, ¿quieres ver?

Asentí un poco confundido y metió por la ventana lo que me hizo sonreír, había traído unos cinco lienzos y varios tubos de pintura de óleo, me dio las cosas y ella sonrió.

—Ayer fui a comprar todo, tuve que arreglármelas para no tirar nada y golpear a alguien en el bus —rió.

—Gracias, acosadora —sonreí.

—No es nada. Ya puedes pintar para entrar a esa escuela —dijo emocionada.

—He estado pensando y ya sé perfectamente que voy a pintar —ella dio un chillido de alegría y me abrazó.

—Lo siento, me emocione —se separó de mi.

—Esta bien —me sonreí.

—Por cierto —me miró nerviosa—, mis padres quieren que te invite a mi cumpleaños la próxima semana —me sorprendió—. Se que no iras y que no puedes, pero quería decirte porque me parece muy grosero no hacerte la invitación cuando mis padres me pidieron que lo hiciera, así que no te preocupes por —la tomé de los hombros—... ir

—Me encantaría —le sonreí—. ¿Qué día?

—Sa... sábado catorce —susurró.

—Cuenta conmigo —la solté—, veré como le hago, pero iré.

—No quiero que tengas problemas.

—No te preocupes por eso, iré.

—¿Por qué? –susurró.

—Porque... eres... porque tu me... —aparte la mirada un momento y volví a mirarla—. Porque somos amigos, porque te aprecio y porque has hecho mucho por mí desde que te metiste en mi vida —vi un sonrojo en sus mejillas antes de que agachara la cabeza.

—Te estaré esperando.

—Llegaré, lo juro —susurré.



















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La fuerza del corazón || CHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora